Trabajo de cuidado de las mujeres equivale a un 20 % del PIB

“Un día sin nosotras”, es la consigna para conmemorar el 8 de marzo en México, una jornada en el que las mujeres han hecho un llamado para no salir a trabajar, comprar o adelantar labores de cuidado. Como en México, en varios países de América Latina está sobre la mesa la discusión sobre el aporte del trabajo no remunerado que ejercen las mujeres: el cuidado.

Se trata de todas las acciones que adelantan en su mayoría mujeres como lavar, cocinar, cuidar a hijos, personas enfermas o mayores. Una labor que no se remunera ni se considera trabajo, pero que resultan fundamentales para el funcionamiento del sistema económico y el bienestar de las personas.

En Colombia, el trabajo de cuidado de las mujeres equivaldría a un 20 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). De hecho, un 23 por ciento de las mujeres en edad de trabajar se dedican exclusivamente a estas labores, destinando al menos 8,5 horas al día. Sin embargo, las que hacen parte del mercado laboral dedican entre 2,5 y 3 horas al día, según la Encuesta Nacional de Usos del Tiempo del DANE (2012-2013).

Javier Pineda, profesor de la Maestría de Género, del CIDER, aseguró que es en esta forma como la división sexual del trabajo mantiene a un grupo significativo de mujeres por fuera del mercado laboral remunerado. Es decir, siguen vigentes formas de discriminación de género en regiones como América Latina.

“La entrada de las mujeres al mercado laboral no solo ocultó la gran contradicción de la doble jornada laboral femenina, sino la desvalorización de las labores del cuidado por el mercado y por un Estado y un varón ausente”, agregó Pineda.

La mercantilización de estos servicios en el ámbito doméstico, el cuidado de la vejez, la infancia y la salud también han mostrado que se trata de oficios altamente feminizados, con precarias condiciones laborales que siguen siendo desvalorizados y perpetuando las discriminaciones de género.

 

En malas condiciones, mujeres soportan cuidado de la salud

Un 80 por ciento de los trabajadores de la salud son mujeres. De estas un 42 por ciento son enfermeras y auxiliares de enfermería. En contraste, la mitad de estas trabajadoras son informales, no cuentan con cobertura de salud y suelen ser contratadas a través de la subcontratación, contratos de prestación de servicios o intermediación.

En el caso de las auxiliares de enfermería, según el investigador, en su mayoría enfrentan malos pagos y turnos largos.

“Hay una subvaloración del trabajo e incluso del proceso de profesionalización. Además, una subvaloración de lo femenino y de un trabajo que se considera femenino”, agregó Pineda.

Lo mismo ocurre con las trabajadoras domésticas y quienes se desempeñan como madres comunitarias. El cuidado se sigue considerando una capacidad innata de la mujer.

¿Qué hacer ante este panorama? Pineda explicó que debe considerarse lo que se conoce como el diamante del cuidado, que sería la forma como se distribuye, en este caso: la familia, el Estado, el mercado y la sociedad civil. A través de las tres erres: redistribuir, reconocer y reducir.

• Redistribuir el cuidado entre hombres y mujeres en los hogares, como entre los agentes en la sociedad. 
• Reconocer el trabajo de las cuidadoras.
• Reducir el trabajo del cuidado para las mujeres.

El profesor del CIDER es enfático en que estamos ante una crisis del cuidado por el envejecimiento de la población y una respuesta del mercado que resulta insostenible. Una sociedad que respete la vida humana y dignifique los cuidados, es una sociedad que podrá desarrollarse sin inconvenientes, aseguró.