06/03/2020

¿Para cuándo el cierre de la brecha de género en la academia?

Una mujer y hombre frente a un computador.
Por: Ángela María Guarín Aristizábal, profesora de la Escuela de Gobierno
 
8 de marzo: un día que nos recuerda tanto las luchas ganadas como las perdidas, las que siguen en curso y las pendientes.

Y Colombia: un país tan hostil como maravilloso para la gran diversidad de mujeres que vivimos en él. Sí, las mujeres: las afros, las gitanas, las indígenas, las campesinas, las urbanas, las de región, entre tantas otras. Todas tan diferentes, pero a la vez con algo en común: nuestra identidad de género.

Y es que a pesar de los logros que hemos tenido en derechos políticos y civiles, el progreso en los derechos económicos, sociales y culturales ha quedado rezagado.

La Colombia hostil aún tiene deudas pendientes con las mujeres. A grandes rasgos, estas deudas pasan por temas de seguridad, justicia e inclusión, solo para mencionar unas pocas. No pretendo ser exhaustiva en esta lista, porque además las voces de las mujeres, nuestras voces y nuestras experiencias son tan diversas como complejas.

Entre tantas deudas, además de algunas de las cuales cobran vidas casi que a diario, parece casi banal hablar de inclusión y participación laboral.
 
Sin embargo, incómodo pero necesario, el tema de la mujer en diferentes ámbitos, incluido la academia, debe también ocupar las agendas de discusión para visibilizar la brecha de género que aún permanece y que impacta a las mujeres no solo en la academia como campo laboral, sino también las decisiones que se toman frente a la educación y a la investigación en el país.

La representación de la mujer en la academia varía a través de países, instituciones y disciplinas. Sin embargo, es innegable que en Colombia aún existe una falta de representatividad.

En el campo de la educación superior, por ejemplo, continuamos rezagados y el avance ha sido mínimo en los últimos 10 años. Menos del 40 por ciento de docentes en educación superior son mujeres.

Según el Sistema Nacional de la Educación Superior pasamos de tener un 33 por ciento de mujeres docentes en 2007 a un 38 por ciento en 2018. Y con cálculos propios, vemos que la disparidad de participación femenina en el campo de la educación superior en Colombia es ligeramente mayor en el sector oficial (37 por ciento) que en el privado (39 por ciento).

Finalmente, y examinando el nivel educativo alcanzado por los docentes en educación superior, de aquellos con doctorado, la mayoría son hombres. Esto puede explicarse de al menos dos maneras. Menos mujeres cuentan con este título académico o, a pesar de tenerlo, acceden menos a este campo laboral.
 
Imagen de un grupo de estudiantes en una mesa haciendo trabajos
 
Ponerles fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas, además de ser un derecho humano básico, promueve el desarrollo
Ángela Guarín
Investigadora
Similar al caso de la educación superior, la participación de las mujeres en el campo de la investigación no supera el 40 por ciento, ya sea como investigadoras de medio tiempo o tiempo completo, según la UNESCO.

Poca ha sido la evolución en este campo y entre el 2013 y 2017 pasamos de tener 34 por ciento a tener 37 por ciento de mujeres investigadoras. Con estas cifras, Colombia se encuentra por debajo del porcentaje de participación femenina en Latinoamérica y el Caribe (46 por ciento) y un poco por encima del promedio de países de ingresos medio-altos (32 por ciento).

Además de estos rezagos en representación, existen retos adicionales para las mujeres en la academia.

Entre otros: un menor número de mujeres accede a cargos directivos en instituciones de educación superior y posiciones de toma de decisiones sobre financiamiento; al menos en otros países (tendríamos que estudiar estos temas mejor en Colombia), las mujeres tienen mayores dificultades para ascender en el escalafón docente, su producción académica es menor en algunos campos, sus trabajos se citan menos y reciben menos financiamiento.

La mayoría de estos retos se relacionan con prácticas discriminatorias en el ámbito laboral (tanto de acceso como de calidad) y a la dificultad de balancear el trabajo académico y la vida personal, entre otras razones.

La necesidad de garantizar la participación de las mujeres en la academia en Colombia no es solo un tema de justicia. Ponerles fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas, además de ser un derecho humano básico, promueve el desarrollo y crecimiento económico, como lo menciona el quinto objetivo de desarrollo sostenible del milenio. La presencia femenina en la educación superior y en la investigación ayuda a traer una perspectiva única y contribuye a la construcción de equipos de trabajo más diversos, los cuales, a su vez, tienen mayores probabilidades de generar ideas y perspectivas novedosas.

Se proponen entonces ideas en al menos tres grandes áreas para continuar cerrando la brecha de género en la academia: (1) políticas y prácticas laborales; (2) prácticas de investigación; y (3) mayores esfuerzos de investigación.

En cuanto a las políticas y prácticas laborales es necesario no solo garantizar el acceso a más mujeres a este campo laboral en todo el espectro de la escala profesoral y a posiciones de poder, sino garantizar su permanencia a través de procesos de mentoría y políticas que garanticen la calidad del empleo.

En relación con las prácticas de investigación, pueden adelantarse esfuerzos orientados a incrementar la presencia de la producción académica femenina tanto en los programas de clase como en otros artículos académicos, motivando tanto a hombres como mujeres a pensar de manera más intencional en a quiénes están citando en sus trabajos y por qué.

Finalmente, en Colombia se necesitan mayores esfuerzos de investigación que permitan hacer un balance de la posición de la mujer en este y otros campos laborales y generar estrategias para continuar cerrando la brecha de género en la academia.
 
Arriesguémonos a tener esta conversación, incómoda pero necesaria.

Un hombre y una mujer mirando un elemento de un laboratorio

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