Por: Nathalie Méndez - Profesora Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo,
Universidad de los Andes
Los meses venideros permitirán comprobar si, como lo vaticinan los expertos, el mandato del rey Carlos III será de transición o, por el contrario, decide marcar un nuevo ritmo y agenda en la monarquía.
Ante el fallecimiento de la reina Isabel II, el recientemente proclamado rey Carlos III inicia un periodo marcado por inquietudes. A todas luces, su reinado será más corto que el de su madre y antecesora lo cual implica que el ahora Rey tendrá que definir rápidamente las características y estilo de su reinado. En los estudios sobre liderazgo es bien sabido que autoridad no es lo mismo que liderazgo, así que en los próximos meses veremos si el Rey puede salirse de su rol de autoridad derivado del poder de la Corona y logra transmitir algunos de los atributos movilizadores del liderazgo de su madre: inspiración, templanza, motivación, entre otros.


Un eventual corto periodo del rey en un contexto como el actual es ventaja y desventaja a la vez. Desventaja al tener un apoyo parcial pues solo el 49% de británicos, según mediciones de IPSOS en mayo, cree que Carlos tendría un buen reinado, sumado a una popularidad menor que la de la fallecida monarca y su propio hijo Guillermo. A esta favorabilidad parcial se le añade una vida privada muy expuesta al público y un contexto que cuestiona la idea de la monarquía en un escenario de recesión y crisis económica.


Sin embargo, puede ser ventaja para el nuevo rey empezar con expectativas bajas. Cuando era príncipe, el rey Carlos emitió comentarios y opiniones sobre temas como el cambio climático e incluso la crisis con Rusia que permitían ver su propia posición política. Esto se notaba muy alejado de la usual “neutralidad” de la reina. El ahora rey puede marcar un nuevo estilo de liderazgo apartado de las convenciones y estrictas normas de la Corona. No obstante, hemos visto como la Corona ha sido una poderosa institución que está por encima incluso de la voluntad individual de los soberanos y herederos. Podríamos anticipar que Carlos no va a asumir estos riesgos y marcará un reinado de tránsito y de preparación para el de su hijo Guillermo. El antecedente de su predecesora como “una presencia tranquilizadora” en el mundo (como lo dijo el Secretario de la ONU Antonio Guterres) puede moldear el carácter del rey Carlos hacia la modestia y neutralidad.


El otro gran punto desfavorable para el arranque de este nuevo periodo es la ventana de oportunidad que el fallecimiento de la Reina abre para el distanciamiento de algunos de los 14 países de la Mancomunidad de las Naciones. Cabe recordar que, en el 2021, Barbados desplazó la monarquía constitucional y los expertos anticipan que este cambio de sistema político podría observarse en otras naciones.


Sin duda el reinado entrante pondrá a prueba el simbolismo unificador de la Corona y su simpatía con el pueblo británico y de la Mancomunidad. Los meses venideros permitirán comprobar si, como lo vaticinan los expertos, el mandato del rey Carlos III será de transición o, por el contrario, decide marcar un nuevo ritmo y agenda en la monarquía.