03/08/2011

Con el agua al cuello – Análisis

Ana María Ibáñez, Directora del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico

Ana María Ibáñez 

Directora del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico – Cede Facultad de Economía

La ola invernal de 2011 arrasó con pueblos completos y afectó personas de toda Colombia.

La ola invernal de 2011 arrasó con pueblos completos y afectó personas de toda Colombia. Pero, ¿cuáles son los impactos de corto y largo plazo sobre la economía de las familias y, por ende, del país? ¿Cuáles deberían ser las reacciones para evitar perpetuar la crisis? Ana María Ibañez, basada en investigaciones de la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (Elca), lo analiza.

La intensidad de la temporada invernal de abril de 2011 y sus impactos sobre el país fueron inesperados. Algunas cifras reflejan la magnitud del impacto. Desde 2010 hasta 2011, 3,6 millones de personas, es decir ocho por ciento de la población colombiana, sufrieron los efectos del invierno debido principalmente a las inundaciones y los deslizamientos. Si bien 29 departamentos del país estuvieron afectados, las víctimas de la temporada invernal se concentraron en Chocó, Magdalena, Bolívar, Cauca y Cesar.

El invierno causó, además, un daño importante sobre la infraestructura del país, en especial las vías y los acueductos. Los departamentos más afectados por el daño de infraestructura no coinciden necesariamente con los de mayores impactos sobre las familias. Nariño, Cauca, Santander, Huila y Norte de Santander presentaron los mayores daños en su infraestructura pública. Los recursos invertidos para la atención inmediata de la emergencia ascienden a 81 mil millones de pesos. 
1 - (http://www.sigpad.gov.co/sigpad/emergencias.aspx, consultado 21 de junio de 2011)

Las preguntas para el país después de la ola invernal son varias. Pocas con una respuesta simple. ¿Los fuertes impactos son resultado de un invierno con una intensidad inusual, la deficiente infraestructura pública o la imprevisión de los hogares, las autoridades locales y el Gobierno Nacional? ¿Cuáles son los impactos de corto y largo plazo sobre la economía del país? ¿Fue la temporada invernal algo inusual o, debido al cambio climático, debemos esperar eventos extremos de esta naturaleza con más frecuencia? ¿Cómo se debe diseñar la infraestructura pública del país para reducir los efectos de eventos climáticos extremos? ¿Qué políticas públicas se pueden diseñar para evitar costos económicos de largo plazo sobre la población afectada?

Aún es muy reciente para discutir con profundidad estas preguntas y muchas más. Sin embargo, las inundaciones y el invierno han sucedido en el país en otras temporadas y, analizar datos sobre eventos similares, podría dar luces sobre algunas de estas preguntas.

Las pérdidas económicas para los hogares afectados por el invierno pueden ser sustanciales. La pérdida de cultivos agrícolas, la destrucción de activos, los daños en la infraestructura y la muerte o enfermedad de miembros del hogar reducen de manera inmediata sus ingresos. En algunos casos extremos, los desastres naturales obligan a los hogares a migrar a otros municipios y las inversiones de años de vida se pierden.

Las caídas temporales de ingresos no necesariamente se traducen en caídas en bienestar de los hogares. Cuando las familias están aseguradas o cuentan con acceso al mercado financiero, una disminución en el ingreso no se traduce en una caída en el consumo del hogar. Los seguros formales, el apoyo provisto por los familiares y amigos, los créditos del sistema financiero y los créditos informales pueden proveer recursos para financiar al hogar mientras se recupera del impacto del invierno. Sin embargo, muchos de estos mecanismos no están disponibles para los hogares pobres. En este caso, las caídas en ingresos pueden obligar a las familias a recurrir a instrumentos menos deseables tales como un menor consumo de alimentos, la venta de activos productivos, retirar a los hijos del colegio o un aumento del trabajo infantil.

La falta de mecanismos de aseguramiento profundiza, por tanto, los impactos del invierno y los costos se pueden extender en el largo plazo. Por ejemplo, si los hogares retiran a sus hijos del colegio para compensar las caídas en el ingreso presente, su ingreso futuro será menor debido a un deterioro del capital humano del hogar.

La última temporada invernal demostró que el aseguramiento del Gobierno Nacional, los municipios y los hogares era bastante precario. La primera etapa de la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (Elca) se aplicó el primer semestre de 2010, es decir el semestre anterior al inicio de la temporada invernal. La Elca indaga sobre la incidencia de los desastres naturales y las estrategias adoptadas por los hogares para minimizar sus impactos. En 2009, cerca de 14 por ciento de los hogares rurales de la muestra y 16,6 por ciento de los hogares urbanos en Colombia fueron afectados por eventos similares a los ocurridos en la reciente temporada invernal. Las inundaciones son particularmente comunes con porcentajes de incidencia de 6,3 y 7,1 por ciento en las áreas rurales y urbanas.

Las estrategias que usan los hogares para mitigar los impactos del invierno son diversas. La primera gráfica reporta las principales estrategias para los hogares urbanos de Colombia y rurales de la Elca. La ayuda estatal y el apoyo de familiares y amigos son mecanismos comunes que emplean los hogares rurales y urbanos para contrarrestar los impactos de los desastres naturales. Llama la atención, sin embargo, la vulnerabilidad de los hogares rurales. Mientras los hogares urbanos acuden con frecuencia a los mercados formales de crédito y los seguros, el cubrimiento para las familias rurales es bastante menor. Es de esperar que las ayudas informales sean temporales y para evitar caídas sustanciales en el consumo. Los créditos y seguros, por su parte, pueden contribuir a evitar efectos negativos de largo plazo sobre los hogares.

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