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Virgilio Barco, Bogotá en la mente del ingeniero

Con una mesa de experimentados arquitectos (José Salazar, Rafael Obregón, Doris Tarchópulos y Daniel Bermúdez) se recordó la herencia de Virgilio Barco en Bogotá.
Exposición Virgilio Barco
Virgilio Barco
Uniandes
Universidad de los Andes
José Salazar

El día de la tercera agenda académica de la exposición ‘Virgilio Barco Vargas: una vida dedicada al servicio público’ llegó. La fecha elegida fue especial, el 29 de febrero, en el escenario de costumbre, el Centro Cívico de la Universidad de los Andes. La conversación se dio a partir de ‘Los legados para una ciudad capital: mirada urbana’, la herencia que Virgilio Barco le dejó a Bogotá como alcalde y presidente.

La agenda, organizada por la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, congregó a una mesa de expertos en su campo: Rafael Obregón, arquitecto y urbanista, también delegado de Barco en la junta directiva de la construcción de Ciudad Salitre; Doris Tarchópulos, arquitecta, especialista en vivienda y doctora en urbanismo; Daniel Bermúdez, reconocido arquitecto y profesor emérito de Arquitectura en Uniandes; y José Salazar, arquitecto, urbanista y profesor de la Maestría en Urbanismo de la Universidad Nacional. La moderación no bajó el nivel de los invitados, estuvo al mando del profesor de Uniandes y director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, Eduardo Mazuera Nieto.

La mentalidad del ingeniero

Barco fue el gran ejecutor de obras y proyectos en Colombia, y lo demostró con creces ―también― en su alcaldía en Bogotá.

Antes de la Constitución Política de 1991, los alcaldes eran nombrados por los presidentes, en esa época no existía todavía la elección popular para estos cargos públicos. De manera que fue el presidente de aquel entonces, Carlos Lleras Restrepo, quien nombró el 8 de agosto de 1966 a Virgilio Barco Vargas como nuevo alcalde de Bogotá.

Cuentan los historiadores que, fiel a su mirada, mentalidad y metodología de ingeniero del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Cambridge, EE. UU., que tardó tres semanas en posesionarse porque se dedicó al estudio de acuerdos, normas y estatutos relacionados con la administración de Bogotá.

El reto de Barco no era menor, explica el historiador británico Malcolm Deas en su libro ‘Barco: vida y sucesos de un presidente crucial’, pues el crecimiento de la capital ocurría a pasos de gigante: Bogotá pasó de contar 715.250 habitantes en 1951, a tener 1’729.911, en 1964. Por esos años hubo una masiva migración producida por La Violencia.

Estas altas tasas de crecimiento demográfico demandaban a alguien capaz de responder a las necesidades de vivienda, servicios públicos, infraestructura y empleo que exigía la ciudadanía.

Para ello, Barco trabajó conectado con la gente:

“Mi administración no comenzó una obra sin reunirse con los líderes para integrarlos al proyecto. Puedo decir que en este trabajó invertí un 30 % del tiempo que le dediqué a la alcaldía”, expresó Barco en una cita del libro ‘Bogotá Ayer Hoy y Mañana’.

Legados para la ciudad capital

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Foto: Virgilio Barco en una de las canalizaciones de los caños en Bogotá - 1966 - Foto presente en la exposición

Entre agosto de 1966 y septiembre de 1969, tiempo en que permaneció en el puesto de alcalde de Bogotá, estas fueron algunas de las principales e incontables obras que realizó:

En infraestructura vial, dotó de 8 carriles la Avenida Carrera 68; prolongó la Avenida Caracas y la Carrera 30 hacia el sur; extendió la Carrera Séptima dese la 26 hasta la 72; la Calle 19 entre las Carreras Séptima hasta la Caracas; la Avenida Primero de Mayo entre la Carrera 68 y Ciudad Kennedy, amplió la Avenida El Dorado, entre muchas otras obras. Todo esto fue definido en Plan Vial de Integración Urbana que les cambió la vida a los bogotanos hasta el día de hoy.

Fortaleció el acceso a la educación infantil. Cuenta Deas que el número de niños en primaria pasó de 182.864 a 336.585, en sus años como alcalde. Además, redujo la población de niños en condición de calle, mal llamados por ese entonces “gamines”.

En los mejoramientos de los servicios públicos, inició el programa Chingaza, para ampliar la planta del acueducto que brindó este servicio a barrios de la periferia; en generación de energía eléctrica, inició la construcción de las centrales, El Colegio – II Etapa, Canoas y Chivor; gestionó la construcción de canales en concreto para evitar inundaciones, los dotó de alcantarillado. Y también edificó la sede de la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB).

Los parques de La Florida, El Tunal, El Salitre, Timiza y Kennedy se construyeron en su mandato. Además, para la visita del Papa Pablo VI adquirió un predio de 400 hectáreas, donde luego se construyó el Parque Simón Bolívar.

En temas culturales, fundó la Orquesta Filarmónica de Bogotá y creó el mayor conjunto de museos en la historia distrital: el Museo de Historia Natural, el Planetario, el Museo Taurino, la Casa Montes como homenaje a Antonio Nariño, el Museo Santa Clara y el Museo de Desarrollo Urbano, actual Museo de Bogotá.

Además de este inconmensurable trabajo, el revolucionario legado de Barco se prolongó también durante su presidencia.

El proyecto de Ciudad Salitre logró reactivarse, dando como resultado la construcción de las 250 hectáreas comprendidas entre la Avenida El Dorado y la Calle 22 y entre la Carrera 50 y la Avenida Boyacá. Algo que los panelistas de esta agenda denominaron “una ciudad dentro de la ciudad, en la búsqueda de un país más equitativo y sostenible”.

Reviva el conversatorio completo aquí: