“Pasaron poco menos de 10 meses desde que se declaró el aislamiento obligatorio en nuestro país y todos los aquí presentes ya encontrábamos una interesante oferta académica virtual, nada más y nada menos que en la Universidad de los Andes”.

Estas fueron las palabras de Roberto Pablo Carreño en su discurso para la ceremonia de grado de la primera cohorte de estudiantes de la Maestría en Ingeniería de Software

Desde antes de la pandemia, a este bumangués le rondaba en la cabeza la idea de seguir estudiando. Buscó diferentes alternativas en el país y encontró varias, pero con clases presenciales, una limitante debido a sus responsabilidades como ingeniero de sistemas en la empresa para la que actualmente trabaja. 

Cuando llegó el confinamiento, diferentes actividades cotidianas estaban migrando al mundo digital. Al ver que la mayoría de las personas se estaban adaptando rápidamente al teletrabajo, las videollamadas y reuniones virtuales, Roberto s preguntó: “¿Por qué no aprovechar todo esto para hacer una maestría?”. Persistió en la búsqueda con la ayuda de Vanessa, su esposa, y se decidió por un posgrado virtual, para no seguir aplazando más su crecimiento profesional y terminó estudiando la Maestría en Ingeniería de Software (MISO) creada por la Universidad de los Andes en alianza con Coursera; primer posgrado en modalidad 100 % virtual de Los Andes y en español.

Roberto Pablo es un teso: tiene 40 años, cuenta con un pregrado en ingeniería de sistemas, es especialista en gerencia de proyectos y, además, experto en programación. No obstante, en 2021, cuando tomó la decisión de inscribirse al programa, alcanzó a sentirse inseguro debido a que en los últimos cuatro años se había centrado más en la administración de proyectos que en el desarrollo de software. Se cuestionaba... dudaba si era oportuno hacer un posgrado tan exigente después de algunos años sin pasar por un aula de clase. Pensó en algún momento que estaba desactualizado en ciertos temas de tecnología, pues el mundo digital avanza de manera vertiginosa y la inteligencia artificial se perfila para crear una gran revolución. 

“La Universidad me dio la respuesta. Ofrecía como premisa que esta maestría en particular no estaba diseñada exclusivamente para ingenieros de sistemas. Claro, se debía tener un conocimiento previo y ese yo lo tenía”, señala detrás de la pantalla, en la entrevista virtual realizada para este artículo.  

Eso sí, le tocó ponerse a repasar y actualizar sus conocimientos para presentar las pruebas de admisión. Y fue en medio de tanta incertidumbre, producto de la pandemia, que llegó la gran noticia en la que era notificado como nuevo estudiante de Los Andes. 

“Estudiaba en los ratos libres, en la noche y fines de semana. Inicié con mucha expectativa e incluso podría decir que un poco 'ñoño'... creo que todos debemos trabajar duro para lograr que las cosas se den”, rememora. 

Cuando comenzaron las clases, encontró compañeros extranjeros y con trayectorias diversas. Recuerda también que sus profesores fueron grandes aliados para conformar equipos de trabajo, desde la distancia, según el perfil de cada uno, con el fin de que se complementaran entre sí. Para el ingeniero Carreño, esto ayudó a que las actividades fluyeran de manera efectiva. 

“Quien ingresa a un sistema de aprendizaje virtual debe incluir una metodología de trabajo autogestionable”, aconseja a quienes se le miden a empezar un proceso de formación virtual. 

Poco a poco supo mezclar las dinámicas del teletrabajo, las clases, las actividades en grupo, con su vida personal. "Todas las semanas teníamos una entrega, así que todo era un ciclo entre tensión y alivio”, comenta de manera jocosa. 

Pero eso no fue problema. A Roberto le encantaba lo que estaba haciendo. “Sentir pasión por lo que haces es una motivación para lograr las cosas”, recalca. Y a eso se sumó un motivo todavía más grande: en segundo semestre de estudio se enteró de que sería papá por primera vez. Más responsabilidades y menos tiempo, tal vez. 

Pero insiste que la virtualidad en esta etapa de su vida fue esencial para cumplir con ese proyecto académico, pero a la vez le permitió estar muy pendiente de Vanessa y de Emilia, su primogénita: “Contar con trabajo y estudio virtual en una gran universidad ha significado mucho para mí. Pude disfrutar el embarazo de mi esposa, sin tener que separarnos”, cuenta emocionado. 

Después de tanto estudio y de superar retos llegó el día del grado. El 14 de abril de 2023, Roberto estuvo de frente, en persona, con sus compañeros y profesores. Esos con los que seguramente construirá alianzas o creará proyectos. Esos que siempre había visto solo a través de una pantalla. De hecho, ese día pisó por primera vez el campus de la Universidad.  

“¡Acá estamos compañeros, lo hemos logrado! Rompimos paradigmas, cambiamos procesos, aprendimos sobre la marcha, nos adaptamos y adoptamos estas nuevas formas de vivir y comunicarnos”, concluyó en la ceremonia que lo certificó como magíster en Ingeniería de Software. 

Roberto Carreño y su esposa Vanessa Carrasco durante la ceremonia de graduación.

Fotos: Daniel Álvarez

 

Ceremonia de grado de la primera cohorte de estudiantes de la Maestría en Ingeniería de Software. 

Ceremonia de grado de la primera cohorte de estudiantes de la Maestría en Ingeniería de Software. 

Roberto Pablo Carreño durante el discurso de grado

Ceremonia de grado de la primera cohorte de estudiantes de la Maestría en Ingeniería de Software. 
Roberto Pablo Carreño durante el discurso de grado
Escrito por:

Johanna Ortiz Rocha

Periodista