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Alimentos funcionales: mejor prevenir que curar

Implementar estos alimentos en el consumo diario mejora la salud y evita el alto costo en salud para los gobiernos.
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Nutrición
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No es solo un rumor de pasillo: algunos alimentos además de contar con sustancias nutritivas también proporcionan un beneficio específico en la salud de las personas. De ahí que el brócoli sea tan famoso estos días por prevenir el cáncer o la zanahoria las alteraciones visuales, como contaban las abuelas.

María Hernández Carrión, doctora en Ciencia, tecnología y gestión alimentaria y profesora del Departamento de Ingeniería de Alimentos de la Universidad de los Andes, especifica que este tipo de alimentos reciben el nombre de funcionales y deberían ser incorporados en la dieta del día a día.

“Los hay naturales y modificados. Lo que hace que finalmente sean funcionales es que suministren nutrientes, cuenten con propiedades socioculturales y tengan un valor añadido que beneficie la salud”, aclaró Hernández, durante una charla en el marco de la Semana del bienestar, organizada por la Decanatura de Estudiantes.

El brócoli, por ejemplo, cuenta con un componente conocido como sulforafano que es esencial para la prevención del cáncer. En el caso de la zanahoria son los carotenos y en el té, los polifenoles y catequinas, para las enfermedades coronarias y algunos tipos de cáncer. El ajo negro resulta clave en la reducción del colesterol malo.

En los años 80, ante el aumento de la esperanza de vida y el alza de costos en temas relacionados con la salud, el gobierno japonés tomó la decisión de mejorar dichos aspectos a través de los alimentos que consume la gente. Científicos, por su parte, estudian la relación entre la nutrición, la satisfacción sensorial y la fortificación, por lo que surge el concepto de FOSHU: alimento para el uso específico en la salud, por sus siglas en inglés. Es así que, con ciertos componentes, se empieza a fortalecer el arroz que consumen los japoneses.

En los 90 el concepto llega a Europa, como consecuencia de los nuevos estilos de vida asociados a los hábitos laborales, la innovación de la industria alimentaria y el aumento del poder adquisitivo.

Imagen de alimentos funcionales naturales

La investigadora resalta que razones demográficas, como el aumento en la esperanza de vida; sociales, como la preocupación por la salud o el mayor conocimiento entre la relación dieta y salud, así como el aumento de intolerancias alimentarias como la lactosa o el gluten han influido en el desarrollo de alimentos funcionales.

De ahí que se estén generando alimentos modificados en los que se adicionan, sustituyen o se concentran componentes. Ejemplo de ello, las leches con omegas 3 o jalea real que pasan de ser un alimento tradicional a uno funcional. También la sacarosa por edulcorante no calórico en mermeladas, pero también en los helados y yogures, la sustitución de la grasa por carbohidratos o fibras.

Para la elaboración de un alimento funcional, la experta señala que es importante tener en cuenta la función fisiológica que se quiere regular, cómo medir su efecto, conocer los gustos y necesidades nutricionales de la población y la biodisponibilidad, que es la cantidad del componente ingerido que alcanzará el torrente sanguíneo.

En el caso colombiano, Hernández asegura que las personas superan con creces el consumo de sodio, por lo que podría pensarse una estrategia en productos bajos en sal. O también empezar a sustituir el aceite de girasol tradicional por los de semilla de chía, sacha inchi o aguacate, además de iniciativas para disminuir el consumo de carbohidratos.

“No todos los alimentos procesados son iguales. Los funcionales resultan útiles y para eso debemos convertirnos en consumidores informados que revisamos etiquetas nutricionales y no nos dejamos llevar por la letra grande que solo hace parte del mercadeo del producto”, concluye.

Beneficios del ajo negro