Ingreso Básico Garantizado, ¿es el momento de implementarlo?
Implementarlo sería un paso gigantesco en la protección de las personas vulnerables, objetivo primordial de un sistema de IBG.Economistas de Los Andes analizan las ventajas del Ingreso Básico Garantizado, cómo debe ser su implementación, su costo y la forma de financiarlo.
El choque económico generado por la pandemia ha puesto al descubierto la inexistencia de una red de protección social eficaz para proteger a los más vulnerables. Para enfrentarlo, el Gobierno tuvo que implementar transferencias de urgencia para aliviar la presión sobre estos hogares que vieron desaparecer sus ingresos como consecuencia del confinamiento inicial. Es el momento de debatir si deberían traducirse en un programa permanente que garantice un ingreso básico a las familias vulnerables del país y que los asegure frente a futuros choques.
Beneficios generales del IBG
La adopción del Ingreso Básico Garantizado (IBG) además de proveer los medios de subsistencia para satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos, tiene otros beneficios sobre el conjunto de la economía. Por ejemplo:
- Actuaría como un estabilizador ante choques económicos y funcionaría como un seguro de desempleo al mantener una cierta capacidad adquisitiva en las personas que pierdan su empleo durante las recesiones.
- Disminuiría la presión de inmigración hacia zonas urbanas por parte de familias que derivan su sustento de actividades rurales, al garantizarles una mínima capacidad adquisitiva en su lugar de origen.
- Permitiría a quienes buscan un empleo grarantizar una supervivencia mínima durante su proceso. Aumentando el poder de negociación para obtener salarios justos.
De hecho, las consecuencias positivas podrían ir más allá si acompañamos este programa con reformas más profundas. Por ejemplo, el IBG para los adultos mayores funcionaría como una pensión mínima y disminuiría el monto de las cotizaciones necesarias para acceder a una pensión, tanto las que realiza el individuo como las de su empleador.
¿Cómo diseñar el IBG?
Un posible modelo de IBG es aquel en que las transferencias del gobierno complementan el ingreso obtenido por cada ciudadano en edad de trabajar para garantizar un mínimo de condiciones de vida. Si una persona se encuentra desempleada o no participa en el mercado laboral, la transferencia se haría por la totalidad del ingreso básico. Por el contrario, si un trabajador obtiene ingresos mayores al básico, no recibiría ninguna transferencia. Un IBG con estas características focalizaría las transferencias a los realmente vulnerables.
Para definir el monto necesario para complementar los ingresos de cada persona hasta el ingreso básico, todos los adultos tendrían que declarar sus ingresos y patrimonio a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN). Esta declaración se usaría como referente para determinar las transferencias necesarias y así todos los miembros de la familia logren acceder al IBG.
Estas transferencias tendrían entonces en cuenta la composición del hogar y serían más altas en hogares con más niños. Podrían, además, acompañar la focalización de políticas específicas para la primera infancia y los jóvenes.
A diferencia de un potencial Ingreso Básico Universal, el IBG propuesto podría diseñarse como una transferencia condicionada como las ya existentes, con la condición de que los niños y jóvenes del hogar sigan en sus procesos formativos, por ejemplo, y que las personas desempleadas estén vinculadas a los programas públicos de apoyo en la búsqueda de empleo.
¿Cuánto cuesta y cómo se puede financiar el IBG?
Suponiendo que el mínimo vital es equivalente al nivel de línea de pobreza, es decir aproximadamente $280.000 pesos mensuales por persona, el IBG correspondería el monto necesario para alcanzar esa cifra. Con datos de mayo de 2020, mes con mayor desocupación de la historia (22.5 millones de personas inactivas o desempleadas), y de mantenerse esa cifra durante el resto del año, el costo anual de las transferencias sería de 7,5% del PIB.1
La implementación de este sistema debe acompañarse de una reforma tributaria para lograr una redistribución efectiva, que hoy no existe.
Conclusiones:
Una reforma comprensiva como la descrita tendría enormes beneficios para la economía, en lo estructural y para la recuperación de la actual crisis. Sería un paso gigantesco en la protección de las personas vulnerables, objetivo primordial de un sistema de IBG.
Por supuesto, hay objeciones a una reforma comprensiva como la descrita. Por una parte, se ha sugerido que un ingreso garantizado puede desincentivar la búsqueda de empleo en personas que dejan de necesitarlo. Pero la evidencia actual, si bien limitada, sugiere que, por el contrario, redunda en mayor empleabilidad y en empleos de mayor calidad.
1 Este costo total supone que las personas empleadas obtienen ingresos por encima de la línea de pobreza, un supuesto típicamente cierto incluso para aquellos que trabajan parcialmente, y que los desempleados o inactivos no reciben ingreso alguno.
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Autores:
Grupo de Investigación en Macroeconomía de la Facultad de Economía Universidad de los Andes.
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