“Volver para no perder nuestro toque humano”
Laboratorios, talleres y clases se reactivan con la presencialidad. Recuperar la confianza, clave para la vida universitaria.Jenny Barrera y Paula Rodríguez sintieron que recuperaron su vida en el campus. Jenny entre probetas, microscopios y café, el tema de su tesis de maestría en Ingeniería Química. Mientras que Paula, de overol, volvió a tener contacto con la arcilla y el taller de cerámica que la enamoró mientras estudiaba Psicología.
“Recuerdo que en marzo de 2020 vine a trabajar en el taller, era un viernes. Luego cayó la pandemia y no volví a ver a nadie. Hice algunas cosas en la casa, pero no era lo mismo”, cuenta Paula, una de las primeras en regresar al campus en la tercera semana de febrero de este año, tras el plan de retorno gradual de la comunidad a la Universidad.
Todo lo que debe saber para el regreso al campus
Jenny no oculta la dicha de volver. Muchas de sus clases de maestría tuvieron que ser virtuales, pero ahora con bata puesta avanza en su proyecto de investigación. Al menos cambio de vista, dice entre risas y agrega que ha podido organizar mejor su horario y los tiempos de estudio.
En la entrada del edificio Alberto Lleras Camargo (Ll), Alejandro Gaviria, con el tapabocas bien puesto, charla con los estudiantes. El rector asegura que será un proceso gradual, fundamental para recuperar la confianza y de a poco la vida universitaria. “Agradezco que la comunidad haya escuchado nuestro llamado”, añade.
Mientras tanto, un grupo de estudiantes de primer semestre de Medicina revisan, emocionados, los carnés que acaban de imprimirles. Juan Pablo Cantor, uno de ellos, dice que entró sin conocer a nadie y que en estos primeros días ya se habla con varios compañeros de estudio. “Vendré a tomar cuatro materias presenciales lo que me pone contento. Creo que venir nos ayuda a no perder ese toque de humanidad”, afirma.
El plan de Andrés Vega, y el de sus amigos de Economía, fue estudiar juntos con la distancia correspondiente y en la terraza del edificio Mario Laserna. Cada uno con su computador tomaba clase y luego se reunirían a adelantar trabajos, como en los viejos tiempos. Para él es importante recuperar los hábitos de estudio y el aprendizaje colaborativo.
El trabajo en equipo y presencial ha sido enriquecedor también para Juana Lopera, de la oficina de Admisiones, “es emocionante volver a ver a las personas con las que trabajas y conversar así nos toque distanciados y con tapabocas”. Han sido más de 15 años de trabajo en Los Andes, en los que Juana nunca había dejado tanto tiempo sin ir al campus, por eso el regreso fue una buena noticia para ella.
Vigilantes activos para controlar el ingreso y el personal de aseo en el mantenimiento de cada rincón, han sido fundamentales para el regreso a las instalaciones. Karina Ricaurte, directora de Gestión Humana, explica que todas las medidas de bioseguridad están listas, lo que les permitirá a administrativos, estudiantes y profesores sentirse seguros y confiados para desarrollar sus labores, bajo todos los estándares.
Se puede decir que en el campus soplan vientos de alegría y tranquilidad.
Sofía Echeverry, por ejemplo, no deja de sonreír. Para su octavo semestre de arte realmente es un nuevo respirar poder tomar clases de grabado de metal de forma presencial. El lunes arrancando semana fue de las primeras en llegar con el overol puesto y con su bloc de hojas de dibujo. Lo mismo le pasó a Cristian García, técnico del taller de cerámica, que no ve la hora de que arranquen las clases presenciales y de sentir de nuevo la arcilla en sus manos, mientras comparte con futuros artistas.