¿Chiste o violencia?
¿Por qué se nos dificulta reconocer la violencia en los chistes? Expertos del Dpto. de Psicología analizan el daño que causa el chiste sarcástico.Por:
Elvia Vargas Trujillo
Angela María Rojas
Marta Carolina Ibarra
Grupo de investigación Familia & Sexualidad
Departamento de Psicología
Universidad de los Andes
Hoy nos interpelaron algunos de los integrantes más jóvenes de nuestro equipo de trabajo por la posición del grupo frente al tema del día en los medios de comunicación: El caso de Carolina Sanín, en el que también han resultado implicadas otras personas, que como estudiantes o docentes de la Universidad, se han atrevido a manifestar su postura en contra de la violencia basada en el género y el manejo que se le ha dado en las redes sociales y en las interacciones cotidianas.
Queremos hacer pública nuestra respuesta, porque, como docentes, tenemos la obligación ética de aportar a la comprensión de las situaciones que afectan el bienestar de la población, con el conocimiento que acumulamos a lo largo de nuestra trayectoria académica.
Todos los comentarios que circulan en los medios a propósito de este asunto pueden dar lugar a múltiples análisis, opiniones, incluso estudios científicos. Pero en esta nota sólo queremos referirnos al que hace referencia al chiste como una expresión sarcástica inofensiva.
Comencemos entonces por precisar el significado de los términos que se usan para explicar el comportamiento que está en discusión. Para tal fin proponemos recurrir al diccionario de la Real Academia Española:
Chiste
1. m. Dicho u ocurrencia agudo y gracioso.
2. m. Dibujo de intención humorística, caricaturesca o crítica, con texto o sin él, referido generalmente a temas de actualidad.
3. m. Suceso gracioso y festivo.
4. m. Chanza, burla, broma. Hacer chiste de algo.
Sarcasmo
1. m. Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.
Inofensivo, va
1. adj. Incapaz de ofender.
2. adj. Que no puede causar daño ni molestia.
Estas definiciones nos permiten concluir que un chiste sarcástico siempre es cruel, maltrata a la persona objeto del mensaje y, por lo tanto, es ofensivo.
La pregunta es: ¿Por qué se nos dificulta reconocer el daño que ocasionamos con los chistes que hacemos? ¿Por qué nos parece que los chistes sarcásticos que incluyen mensajes sexistas, homofóbicos, clasistas, racistas son inofensivos? Estas preguntas han sido abordadas en diferentes estudios de las ciencias sociales; vamos a presentar algunos de los hallazgos que, a nuestro juicio, deben ser motivo de reflexión en nuestro contexto, no sólo el universitario, también en el entorno familiar, escolar, mediático, social y político.
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Impacto de los chistes de humor negro
Se ha encontrado que asumir que los chistes sarcásticos son sólo eso, expresiones humorísticas, puede tener efectos nefastos en las relaciones intergrupales, entre las que se destacan la discriminación y la vulneración de los derechos humanos2. También se ha encontrado que los incidentes que involucran comentarios chistosos, sarcásticos, que degradan a las mujeres y a las personas LGBTI son una de las formas más comunes de discriminación en diferentes ámbitos.
Específicamente, para el caso de la Universidad de los Andes que nos ocupa en este texto, los chistes sarcásticos sexistas se definen como una forma de humor que, con base en estereotipos de género, denigran, descalifican, degradan, oprimen y objetivizan a la mujer3.
Se ha encontrado que el problema con esta modalidad de sexismo es que la ambigüedad que genera el humor dificulta el reconocimiento del mensaje sexista, por lo que se reduce la posibilidad de que la persona objeto del chiste exprese en forma clara, abierta y directa su desacuerdo con ese tipo de expresiones.
Los chistes sarcásticos tienden a generar reacciones como las que se han manifestado frente al caso de nuestra comunidad uniandina, en el sentido de que uno no debe tomar en serio ese tipo de mensajes y que, por lo tanto, la confrontación es innecesaria. La falta de confrontación dificulta que se reconozcan esas formas de comunicación como ofensivas, prejuiciosas, inequitativas, discriminatorias y violentas.
Las investigaciones también señalan que estos chistes, al igual que reírse con ellos, replicarlos y considerar que son inofensivos, fomentan la tolerancia a las normas sociales de género sexistas.
También existe evidencia de que las personas que toleran este tipo de conductas y se adscriben a normas de género sexistas tienen mayores dificultades para reconocer el sexismo en sus interacciones. Es más, los datos indican que las personas que respaldan ese tipo de mensajes tienen más dificultades para reconocer cuándo están siendo víctimas de acoso sexual, discriminación u otras formas de violencia que se fundamentan en las normas sociales de género sexistas. Asimismo, se ha encontrado que en el ámbito universitario la forma más frecuente de discriminación hacia personas LGBTI es precisamente a través de los chistes homofóbicos4.
Los chistes sarcásticos que aluden a las características de grupos tradicionalmente discriminados también revelan la posición que la sociedad les atribuye a sus miembros en razón de su sexo, orientación sexual, género, identidad étnica, entre muchos otros motivos. Cuando las personas crecen en ese tipo de sociedades, son incapaces de ver la estigmatización que se perpetúa con ese tipo de chistes y son proclives a marginar, limitar la expresión de la autenticidad del otro, restringir las posibilidades de participación y, por lo tanto, a la vulneración de los derechos humanos.
En síntesis, tomar en serio los chistes con connotaciones sexistas u homofóbicas es fundamental para comenzar a trasformar las normas sociales que sustentan la violencia basada en el género5. La expresión del sexismo y de la homofobia bajo el velo del humor hace que sea uno de los medios más efectivos para promover y mantener el prejuicio sexual, por una parte, porque dificulta su reconocimiento y obstaculiza la confrontación y, por otra, porque aumenta la tolerancia a la ocurrencia de este tipo de mensajes denigrantes en el futuro.
Finalmente, recordemos que "los chistes sirven para comunicar a otros quiénes somos y quiénes creemos que son los otros en los contextos en los que interactuamos"6. También es importante reconocer que el buen sentido del humor, ese que nos hace reír sin recurrir a la degradación de otro ser humano, es un factor de protección que promueve el bienestar físico, psicológico y social7. Ese tipo de humor es el que debemos apoyar.
* 1Esta versión final recoge las observaciones que hicieron al texto preliminar Diana María Agudelo y Enrique Chaux, profesores del Departamento de Psicología.
Notas al pie:
2 Hodson, G. y MacInnis, C.C. (2016). Derogating humor as a delegitimization strategy in intergroup contexts.Translational Issues in Psychological Science, 2(1), 63-74.
3 Mallett, R.K., Ford, T.E. & Woodzicka, J.A. (2016). What Did He Mean by that? Humor Decreases Attributions of Sexism and Confrontation of Sexist Jokes. Sex Roles, 75: 272. doi:10.1007/s11199-016-0605-2
4 Jewell, L. M. y Morrison, M. A. (2010). ‘‘But there’s a million jokes about everybody ... ’’: Prevalence of, and reasons for, directing negative behaviors toward gay men on a Canadian university campus. Journal of Interpersonal Violence, 25, 2094–2112
5 Bemiller, M.L. y Schneider, R.Z. (2010). It's not just a joke, Sociological Spectrum, 30:4, 459-479, DOI: 10.1080/02732171003641040.
6 Lynch, O.H. (2002). Humourous Communication: Finding a Place for Humor in Communication Research. Communication Theory, 12:423–445.
7 Bennett, M. P., & Lengacher, C. (2009). Humor and Laughter May Influence Health IV. Humor and Immune Function. Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine?: eCAM, 6(2), 159–164. https://www.hindawi.com/journals/ecam/2009/143853/abs/