Cuatro alternativas para cultivar en la ciudad
A través de la iniciativa Agrolab, Los Andes explora vías para garantizar la seguridad alimentaria en las urbes.Unos 2.000 millones de personas en el mundo experimentan algún nivel de inseguridad alimentaria, una problemática que afecta en mayor medida a las mujeres, especialmente en regiones como América Latina, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019, de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
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De ahí que la agricultura urbana resulte como una respuesta para el autoabastecimiento de las ciudades y garantice la sostenibilidad.
“Cultivar en las ciudades será un modelo que predominará en los próximos años y que en momentos como el que estamos viviendo (la pandemia del COVID-19) nos serviría para abastecernos y tener certeza de la procedencia de los alimentos”, explica Freddy Zapata, profesor de la Facultad de Arquitectura y Diseño, de la Universidad de los Andes.
Este investigador, junto a varios estudiantes de la Facultad y de la Vicerrectoría de Investigación y Creación, adelanta un proyecto de laboratorio vivo llamado Agrolab, que explora, experimenta y evalúa formas de siembra en las ciudades.
Se ha innovado, por ejemplo, en los modelos arquitectónicos de las huertas, pero también se busca que las diferentes facultades de la Universidad hagan nuevas propuestas para seguir aportando a las comunidades.
Agrolab se instaló en las terrazas del Edificio Aulas de la Universidad y actualmente cultiva hortalizas y vegetales, a través de cuatro alternativas:
1. Método tradicional: Se trata de la siembra en materas. La persona debe estar pendiente día a día del riego y el cuidado del cultivo.
2. Hidroponía: Con canales que permiten la acumulación de agua se adelanta un riego programado, que le da al cultivo de plantas soluciones minerales sin el uso de tierra. Así se garantiza que no aparezcan insectos ni plagas.
3. Acuaponía: En esta técnica se utilizan sensores que permiten la recirculación y oxigenación del agua. También se incluyen peces que generan nitritos/nitratos para alimentar las plantas, que luego purifican el agua y devuelven la energía a los peces. Este método permite el ahorro del 90% de los recursos hídricos.
4. Farmbot: Se trata de una máquina de agricultura robotizada con rieles y automatizaciones para la siembra. Permite el control de malezas, riego de agua automático, informe de los cultivos que ya se pueden cosechar y una menor intervención del ser humano.
En un proyecto con agricultores de Boyacá, la Facultad de Administración destacó el impacto económico positivo de sembrar en casa: resaltando el ahorro económico que generaría para cientos de familias.
El experto, Freddy Zapata, asegura que para la implementación de huertas solo se necesitan materas y semillas, además de algunas conexiones eléctricas o hidráulicas. “También se implementan prácticas que no afectan el suelo ni los ambientes naturales, disminuyendo el impacto ambiental”, agrega.
De la primera siembra en la terraza del edificio Aulas de la Universidad, en marzo de este año, se donaron cientos de hortalizas con la que se hicieron cerca de 270 platos de ensalada para la cocina comunitaria del Proyecto Fenicia, en medio de la pandemia.
Sembrar en comunidad, de acuerdo con algunos profesores de la Facultad de Ciencias Sociales, también promueve el diálogo, la empatía y las emociones para trabajar y avanzar en conjunto. Además de generar bienestar, afianzar la conexión con la naturaleza y el cuidado de la salud de los seres humanos.
La Universidad de los Andes desarrolla este artículo respondiendo a la coyuntura por la pandemia de COVID-19. Tenga en cuenta la fecha de publicación para entender el contexto de su contenido. No olvide consultar los análisis mas recientes sobre COVID-19 en nuestro especial.