Parece que Bogotá ya no aguanta más. Se está agotando. Soporta todos los días los estragos de la inseguridad, los colados, las multitudes en los servicios de transporte, las obras de infraestructura, los trancones…  Según el Registro Distrital Automotor (RDA), la capital cerró el 2022 con cerca de 2 millones de automóviles, camperos y camionetas registrados, distribuidos de manera proporcional de acuerdo con el último dígito de placa. 

Y se proyecta que esta cifra aumentará.
 
Medidas como el Día sin Carro y sin Moto, como el que se realiza el 2 de febrero en Bogotá, o como el Pico y Placa con más de dos décadas de historia, ayudan, sin duda, a liberar las calles de tanto carro y de paso a darle un respiro a la ciudad, distinto a lo que sucede con la paciencia de los conductores que está tan colapsada como la autopista Norte después de las 6 de la tarde. 

Esta semana, por ejemplo, los carros con placas terminadas entre 6 y 0 tuvieron que quedarse en el garaje 4 de los 5 días laborales y sus dueños se vieron obligados a acudir a diversos medios de transporte para trasladarse.

Aspectos como la contaminación, la movilidad sostenible, el uso del servicio de transporte público e incluso, una transformación cultural y de los hábitos de las personas están sobre la mesa. Expertos de Los Andes analizan. 

 

 

Una oportunidad para la movilidad sostenible

En el marco de la semana de la movilidad sostenible, la medida del ‘Día sin carro y sin moto’ tiene como fin contribuir al medio ambiente, promover el uso de transporte público, la bicicleta e incentivar a las personas a realizar actividad física. 

En esta jornada, el Distrito espera que se reduzcan las emisiones de material particulado en un 57 % y de carbono negro en un 19 %, sin embargo para Álvaro Rodríguez, profesor de la Facultad de Ingeniería esta medida no mejora considerablemente la calidad del aire, “obviamente hay menos kilometros de carros circulando y contaminando, pero no hay un aporte importante a la reducción de contaminación del aire, ya que son los buses y los camiones los que generan el material particulado que es lo que más afecta a Bogotá”. 

Para el experto en movilidad, esta jornada es una oportunidad de concientizar a los conductores de vehículos particulares a usar otras alternativas de transporte que ayuden a disminuir el tráfico urbano, “Con el número de carros nuevos que entran todos los años a las vías bogotanas vamos a terminar muy pronto en la inmovilidad, todos no podemos usar el carro al tiempo, ya ni siquiera con medidas de pico y placa vamos a lograr resolver el problema de la congestión porque como el parque automotor crece tanto, al final vamos a llegar al mismo punto que teníamos hace algunos años”, señala el profesor. 

Pese a que la rotación del nuevo pico y placa que rige en Bogotá tiene como fin mejorar la movilidad, el especialista asegura que esta no es una solución eficaz, por lo cual, sugiere generar cobros que desestimulen el uso del carro particular y que permitan subsidiar modos de transporte sostenible para que ofrezcan un servicio de calidad, “Hay 3 medidas esenciales para que las personas no usen el carro: el cobro por estacionamiento; las sobretasas a la gasolina y cobrar el parqueo en vía. Por ejemplo, si parqueas una hora para comprar algo entonces que sea gratis porque esto incentiva el comercio, si parqueas 3 horas o más, que el cobro sea alto para que no saques el carro todo el día”, afirma. 

Así mismo, el profesor Rodríguez hace énfasis en la importancia de avanzar en la construcción del Metro de Bogotá, mejorar el sistema de transporte integrado, incorporar buses eléctricos, avanzar con las bicicletas públicas y hacer más ciclorutas, “Este es el futuro de la movilidad. El que aún crea que la movilidad es transportarse en carro está en el siglo pasado”. 
 

 

El problema de la movilidad no son los carros

El 2022 finalizó con 262.595 carros nuevos matriculados en Colombia, según informó la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible (Andemos). Para Jorge Tovar, doctor en Economía  de la University of California, Berkeley, aunque las cifras aumentan, son pequeñas comparadas con países con el mismo nivel de desarrollo. “Bogotá está al nivel per cápita de países africanos, el problema no está en la cantidad de vehículos, sino en el atraso en infraestructura”, explica.

Para el economista, la ciudad con gente feliz moviéndose en bicicleta o en Transmilenio no es viable si no se crean autopistas, salidas circunvalares, conexiones amplias con los municipios aledaños que permitan que la ciudad fluya. “La ciudad tiene como medio público principal TransMilenio, que ofrece condiciones limitadas lo que ha ocasionado que la gente se vuelque a comprar moto”, asevera. El foco, dice el experto, debe estar en mejorar el servicio público.


Las restricciones como el pico y placa deben ser evaluadas para que poco a poco sean desmontadas. Las personas deben ser libres en escoger si se movilizan en carro, bicicleta, moto o transporte público, “Somos una ciudad que a pesar de restringir la movilidad de los carros particulares ocupa el quinto lugar a nivel mundial con el tráfico más congestionado”, añade.
 

 

 

Un choque para cambiar costumbres

Uno de los objetivos al decretarse el día sin carro fue impulsar la movilidad sostenible, haciendo que los ciudadanos probaran y cambiaran sus hábitos de transporte. Según el profesor de marketing y sostenibilidad de la Facultad de Administración de Los Andes, Carlos Trujillo, en las investigaciones sobre estilos de vida sostenible el transporte es lo que menos depende del individuo, pues está condicionado por el lugar de trabajo, la capacidad económica y otros factores estructurales. Por eso este día se convierte en un choque que puede llevar a la reflexión.

“Nos obliga a pensar distinto y nos lleva a plantearnos alternativas diferentes y, aunque no tenga un impacto inmediato, sí es posible que active en las personas la posibilidad de hacer las cosas distintas: pensar en vivir en otro sitio, ensayar una patineta o una bicicleta”, explica Trujillo.

Según el profesor, la población tiene preocupación por el ambiente, pero cambiar los hábitos es difícil y por eso este tipo de disrupciones pueden ser necesarios para que los replanteen y materialicen esa preocupación adoptando hábitos más sostenibles.