A pesar de que el Ministerio de Salud y Protección Social ha incluido el fenómeno de las mordeduras de serpientes como un evento de vigilancia epidemiológica de interés en salud pública, debido a su frecuencia y gravedad, existe la posibilidad de que las cifras presenten un subregistro.

El Grupo de Investigación en Biología Matemática y Computacional (Biomac) de Los Andes ha desarrollado modelos matemáticos que permiten validar hipótesis y hacer predicciones sobre este comportamiento epidemiológico.

De acuerdo al estudio A generalized framework for estimating snakebite underreporting using statistical models: A study in Colombia, aproximadamente el 10,19 % de los casos de mordeduras de serpientes no son reportados y las víctimas no buscan atención médica, siendo las poblaciones ubicadas en regiones del Orinoco y la Amazonía las más propensas a este subregistro y, por lo tanto, las que presentan un mayor riesgo.

El clima tropical hace que el país tenga una gran variedad de ecosistemas y climas, lo que proporciona un hábitat adecuado para la vida de serpientes venenosas. “Tenemos alrededor de 320 especies de serpientes y aproximadamente 53 son venenosas que se dividen en dos familias viperidae (vívoras) y elapidae (corales)” explica Carlos Andrés Bravo Vega, investigador del Biomac.

Ariadna Rodríguez Vargas, investigadora de animales ponzoñosos y sus venenos del Instituto Nacional de Salud, explica que las manifestaciones clínicas de los envenenamientos por víboras y corales son diferentes.

En el caso de las víboras, por ejemplo, se produce toxicidad tanto en la sangre como en los tejidos blandos, lo que se caracteriza por inflamación, edema y necrosis en el sitio de la mordedura. Además, sus toxinas son tan dañinas que consumen algunos factores de coagulación, lo que impide la detención de la hemorragia como ocurre de manera natural, por ejemplo, como cuando se produce una herida. “La necrosis se puede extender a lo largo de toda la extremidad causando que los tejidos se pudran, lo que puede desencadenar en una amputación”, afirma la invitada al la charla: La astucia conflictuada de los venenos de serpiente, organizada por el Departamento de Ingeniería Biomédica de Los Andes.

De igual manera, tras la mordedura de una víbora se pueden presentar complicaciones aún más graves como: sangrado intracerebral, sangrado pulmonar o una falla renal aguda. “ El sangrado y la lesión de los músculos hacen que se lleven moléculas muy grandes, el organismo, para tratar de compensar, busca filtrarlas por el riñón, pero su gran tamaño genera grandes daños en este órgano”, indica. 

Por el lado de las corales, según la experta, su veneno es de tipo neurotóxico. Cuando las toxinas entran al cuerpo impiden la liberación y recepción de neurotransmisores específicos, lo que significa que los nervios no pueden enviar señales a los músculos esqueléticos. “Cuando esto ocurre en el diafragma, el músculo responsable de la respiración, el resultado puede ser una falla respiratoria aguda que puede llevar a la muerte”, agrega.

Estas complicaciones pueden empeorar según el individuo que sufra el accidente.

“​​No es lo mismo que una serpiente le inocule a un jóven de 25 años 5 mililitros de veneno, que es una cantidad gigante, a que le inyecte esa misma cantidad a un bebé de 3 meses. Por distribución de superficie corporal en el bebé se distribuye más fácilmente y la mortalidad puede ser casi que inmediata”, detalla Rodríguez.  Lo mismo ocurre si la persona tiene antecedentes de alteración de la coagulación o si tiene algún tipo de comorbilidad.

 

¿Cómo actuar tras un accidente ofídico?


En caso de sufrir una mordedura de serpiente, es esencial tomar medidas inmediatas para prevenir complicaciones.

Aunque mantener la calma en una situación así puede parecer imposible, es fundamental por una razón fisiológica: “Si nos dejamos llevar por el pánico y nos agitamos al correr hacia un puesto de salud, el corazón comenzará a latir más rápido, aumentando la frecuencia cardiaca y, en consecuencia, acelerando la circulación del veneno en nuestro cuerpo”, indica la investigadora. 

Por otro lado, es importante dejar que la herida sangre, no se debe succionar el veneno o aplicar presión sobre la herida, ya que esto podría empeorar la situación y hacer que el veneno permanezca más tiempo en la zona de la herida, lo que puede generar mayores lesiones.

En cuanto al tratamiento, es posible utilizar sueros antiofídicos específicos para cada familia de serpientes venenosas.

Estos sueros se producen a partir de la extracción del veneno de la serpiente y su inyección en pequeñas dosis en un caballo u otro animal similar. El sistema inmunológico del caballo responde a la inyección, produciendo anticuerpos específicos para el veneno de la serpiente. Posteriormente, se extraen y purifican los anticuerpos del suero sanguíneo del animal, creando así el suero antiofídico que se utiliza para tratar a las personas que han sido mordidas por serpientes venenosas.

Sin embargo, la escasez de suero antiofídico en regiones apartadas ha generado que las personas no puedan recibir el tratamiento adecuado y su salud se vea gravemente comprometida. 

Usos médicos del veneno de serpiente:


El veneno de serpiente ha sido utilizado bajo la supervisión de un profesional de salud para diversos tratamientos médicos:

  • Las proteínas que contiene pueden actuar como analgésico natural para tratar el dolor. 
  • Ayuda a reducir la inflamación causada por la artritis reumatoide o el lupus. 
  • Actúa como vasodilatador, lo que significa que ensancha los vasos sanguíneos y mejora el flujo sanguíneo. Esto puede ser útil en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión y la angina de pecho.
  • Sus anticoagulantes pueden ser útiles en el tratamiento de trastornos de la coagulación como la trombosis o la embolia.
Escrito por:

Johanna Ortiz Rocha

Periodista