El papel del conocimiento tradicional de diferentes comunidades étnicas, en la búsqueda de una ciencia más diversa fue uno de los temas de la charla ¿Qué ciencia necesita Colombia?, realizada en la Universidad de los Andes. 

En este espacio de diálogo, biólogos, antropólogos, filósofos e investigadores de otras disciplinas, discutieron sobre el futuro de la ciencia y cómo integrarla con los saberes tradicionales y una ciencia más diversa en el país. La iniciativa surgió tras el debate que se ha dado por un documento del actual partido de Gobierno, donde se habla de una ciencia y tecnología hegemónica y la necesidad de la recuperación de la sabiduría de las culturas ancestrales. 

Daniel Cadena, decano de la Facultad de Ciencias de Los Andes, habló de una especie de Déjà vu con una investigación de hace 110 años, donde un grupo de norteamericanos vino a Colombia y recolectaron, probablemente acompañados por colombianos, casi 16.000 especímenes de aves, que están hoy en Nueva York. “Estoy seguro de que tuvo que haber personas locales que ayudaron de alguna forma, pero no están reconocidas explícitamente”, dijo Cadena, quien compara esa situación con la que vivió un siglo después, cuando él fue el científico que olvidó consultar una parte de la comunidad. 

Así se puso de presente la existencia de un colonialismo científico, donde no se toman en cuenta los conocimientos locales. Miembros de las comunidad académica que asistieron a la charla vieron la dificultad de integrar ese conocimiento, y lo mucho que hay que trabajar en ello. Y aunque muchos investigadores ya han incluido a las comunidades en sus trabajos, la gran pregunta es cómo involucrarlos significativamente, que se conviertan en coautores y aporten conocimiento

El papel de la antropología 

Para Mónica Espinosa, profesora del Departamento de Antropología de Los Andes, se está viviendo un momento muy importante, porque esa lucha que ha dado “la antropología durante más de 200 años, de dar ese reconocimiento [a las comunidades], por fin tiene una caja amplificadora distinta”.  

Espinosa llama la atención en que, igual que civilizaciones como la egipcia o la de algunos pueblos africanos, la colombiana también tienen tradiciones milenarias, pero no se ha conocido lo suficiente, aún quedan muchos vacíos. Así mismo, señala que las comunidades no solo deben ser objeto de estudio, ni colaborar en la creación de conocimiento de una forma marginal, sino que pueden ser interlocutores y llegar el momento en que planteen las preguntas a investigar


Al conversatorio asistieron la vicerrectora de investigación y Creación Silvia Restrepo y los decanos de la Facultad de Ciencias, Daniel Cadena; y de Ciencias Sociales, Mauricio Nieto. 

 

Para Juan Alejandro Chindoy, indígena kamëntšá y asistente posdoctoral del Departamento de Filosofía de Los Andes, la discusión que se ha despertado se trata de una oportunidad y no un intento por anular la ciencia. Para el filósofo es una sorpresa la reacción de parte de la comunidad científica, que tuvo una actitud reaccionaria con el documento que circuló en redes: “Como si se estuviera diciendo, ahora sí quitemos todos los laboratorios y vamos a contratar chamanes para que solucionen todos los problemas”, dijo Chindoy. 

Para él es el momento de preguntarse por las posturas de comunidades indígenas y afro frente a la ciencia, y del porqué hay desconfianza, pero también a darse cuenta de que la “ciencia siempre ha sido intercultural”, y hace un llamado a pensar cuáles son los obstáculos que impiden una conversación abierta. 
 

 

Las comunidades en la ciencia 

El poco entrenamiento que se le da a los estudiantes en las universidades para el trabajo con la comunidad, fue otro de los temas del conversatorio. Hay una carencia de herramientas que los lleve a estar abiertos a sus conocimientos y a buscar formas de involucralas activamente en los trabajos de investigación. 

Susana Caballero, profesora del Departamento de Ciencias Biológicas de Los Andes, destacó la importancia del trabajo conjunto y dio ejemplos en los que se ha evidenciado. Es el caso de una obra de teatro en Puerto Nariño, Amazonas, donde los niños de la comunidad enseñan a los científicos visitantes a nombrar las diferentes especies del río en su lenguaje; o en Nuquí, Chocó, donde en un trabajo de maestría, jóvenes de la comunidad fueron entrenados para tomar muestras de ADN ambiental. 

Caballero insiste en la necesidad de “pensar en maneras de trabajar juntos y de conocer uniendo saberes, uniendo maneras de acercarnos a la naturaleza”.  

De igual manera, Sonia Archila, directora del departamento de Antropología, habló de la coautoría y se pregunta si “realmente no estamos poniendo un velo sobre algo que es lo mismo que hemos hecho siempre y es utilizar a las personas para que nos informen”.  

Estas conversaciones se seguirán desarrollando en la Universidad de los Andes, con el apoyo de la Facultad de Ciencias, Ciencias Sociales y la Vicerrectoría de Investigación y Creación, para continuar debatiendo el futuro del saber en Colombia.