La decisión de la Corte Constitucional de incluir la categoría “no binario”, en los marcadores de sexo de los documentos de identidad se trata de una victoria que abre la posibilidad a identidades de género diferentes. “Sin duda es un avance, pero no la etapa final, sino el inicio de un debate”, señala Sergio Montero, profesor del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo, Cider.

Montero hace parte de Cider X, una iniciativa que visibiliza y divulga temas relacionados con temas LGBTIQ+. Y que, junto a investigadores, profesores y estudiantes de otros departamentos de la Universidad, hicieron parte de un concepto técnico que emitió la institución previa a la decisión final de la Corte.


La categoría no binaria habla de una apuesta social y política de cómo quieren ser percibidos un grupo de personas en la sociedad. Se trata, cuenta el profesor Jose Fernando Serrano, del Departamento de Lenguas y Cultura, de una forma de cuestionar el peso y la forma tradicional de entender el género. Es decir, personas que no se reconocen ni como hombres ni como mujeres.


Es un término paraguas que acoge distintas identidades, que se alejan del sistema binario. Juliana Jaramillo, historiadora y estudiante del Doctorado en Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo, del Cider, explica que un estudio en el Reino Unido había identificado más de 30 categorías lejos del binarismo.


La inclusión de una tercera categoría deja ver una Corte que reflexiona sobre un asunto que no solo impacta proyectos de vida individuales, sino que tiene una visión más amplia, con dimensiones sociales y jurídicas. El investigador Serrano explica que en el uso de la categoría de género de dos maneras (hombre y mujer), se dan una serie de violencias institucionales. Un ejemplo de esto es un hecho tan cotidiano como cuando la Policía pide la cédula de ciudadanía y el aspecto de la persona no coincide con el sexo que está escrito.

 

La comunidad internacional y sus organismos han hecho pronunciamientos al respecto desde la segunda década de este siglo. Jaramillo explica que organizaciones como la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH) han remarcado en que la identidad de género es un derecho fundamental. También se ha dejado claro que los estados no deberían usar el género como un requisito para otorgar derechos.

 

 

Precisamente en el concepto técnico, emitido por expertos de la Universidad de los Andes se recomendaba “avanzar hacia la disminución de la relevancia del género como fuente de desigualdad y subordinación”. En específico se sugería eliminar total o parcialmente la categoría legal del género en los documentos de identidad. No obstante, sí debería ser una información relevante para cuestiones de política pública, “porque se debe registrar las desigualdades y brechas”, complementa Montero.

 

Detrás de estas conquistas en el mundo y en Colombia está el movimiento social LGBTIQ+ , pero también organizaciones académicas. Sin embargo, cada país ha tenido procesos y caminos diferentes en el reconocimiento de un tercer género. En Nepal, por ejemplo, uno de los primeros países del mundo donde se dio este cambio, responde a historias políticas y culturales muy diferentes a las de nuestro contexto. Mientras que en otros lugares el movimiento intersex ha tenido mucho protagonismo por sus cuestionamientos en temas médicos y legales.

 

La sentencia asegura que el término no binario no es una camisa de fuerza, pues ahora vendrá un proceso de regulación donde se abrirá una concertación y se discutirá cuál podría ser el marcador más apropiado. Con esto también se vienen una serie de retos para el país y una serie de preguntas que serán necesarias resolver y que abren un debate: ¿Estamos hablando de un tercer sexo o un tercer género? ¿es necesario marcar el sexo o el género para marcar la existencia jurídica de las personas?
 

Consulte el concepto técnico emitido por la Universidad de los Andes

Escrito por:

Lina Fernanda Sanchez Alvarado