Por Ángela Serrano Zapata, profesora del Departamento de Sociología.

Artículo de la Revista Imprenta

 Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de los Andes


“No hacen caso”, dijo Carlos mientras yo tomaba la foto de un cultivo de palma de aceite con maíz sembrado entre hileras de palmas. Se refería a la resistencia de productores de palma de aceite al implementar las recomendaciones agronómicas de las grandes empresas que compran sus cosechas. Estas recomendaciones incluyen sembrar monocultivos, es decir, cultivos de una sola especie de plantas. Carlos trabaja para una de las empresas productoras de aceite de palma más grandes de Colombia y su trabajo es asegurar que las personas productoras sigan sus lineamientos agronómicos, incluyendo sembrar la palma en monocultivo.


Este lineamiento es común en la industria y ha dado forma a 25 millones de hectáreas de palma de aceite en el mundo sembradas como monocultivos (1). Sin embargo, también ha sido cuestionado por múltiples investigaciones en agroecología, que sugieren que los monocultivos son ineficientes y destructivos (2). Entonces, si este tipo de cultivos son ineficientes y destructivos ¿por qué es tan común que la palma de aceite -y la mayoría de los cultivos industriales del mundo- esté sembrada en monocultivos?


En mi investigación he encontrado que una razón importante es que los monocultivos facilitan a las empresas el control de tierras y trabajadores. Al mismo tiempo, este tipo de cultivos aumentan los riesgos de plagas que dañan los cultivos, y generan mayores dificultades de recuperación para productores a pequeña escala. Por lo tanto, los monocultivos producen e intensifican desigualdades económicas en el campo, a favor de grandes productores.


Estas desigualdades en Colombia no son menores. Por ejemplo, el 1 % de las fincas más grandes concentran el 81 % de la tierra (3). Como explicaré en este texto, uno de los factores que contribuye a este nivel de desigualdad es la prevalencia de monocultivos compuestos por plantas genéticamente homogéneas. Es decir que uno de los factores que produce los altos niveles de desigualdad social en el campo colombiano es la configuración física de la naturaleza.


Llegar a esta conclusión supone un reto: usar perspectivas teóricas que puedan trascender la aparente división entre naturaleza y sociedad. Una de ellas es la ecología-mundo. Esta perspectiva conceptualiza la naturaleza y la sociedad como partes -inseparables- de la red de la vida y señala que las desigualdades sociales operan a través de las transformaciones ambientales hechas por quienes buscan acumular riqueza (4). Dicha perspectiva permite estudiar las transformaciones materiales a los cultivos de palma y su relación con desigualdades entre productores agrarios.


La palma de aceite es originaria de África Occidental. Allí, y en África Central, hoy hay alrededor de tres millones de hectáreas de palma de aceite organizadas en policultivos, es decir con palmas intercalados con otros cultivos comestibles. Por miles de años, este tipo de ecosistemas diversos ha sido una fuente de sustento y comercio local para diferentes comunidades, y particularmente para el pueblo Yoruba en el occidente de África (5).

 


En contraste, el 89 % del área de cultivos de palma de aceite en el mundo está sembrada en monocultivos. Esta forma de cultivo surgió a partir de plantaciones imperiales a finales del siglo XIX en África y el Sudeste Asiático. En estas plantaciones agrónomos de institutos europeos destinados a la agricultura colonial transformaron los cultivos de palma de dos maneras: organizando las plantas en monocultivos y seleccionando semillas. Los monocultivos coloniales buscaban un control administrativo centralizado sobre tierras y trabajadores. La selección de semillas, por su parte, buscaba maximizar productividad y consistió en producir semillas comerciales a partir de unas pocas palmas del jardín botánico de Bogor en Indonesia (6). Esto generó que las plantaciones de palma hoy tengan alta homogeneidad genética y vulnerabilidad a plagas.


El legado de las plantaciones coloniales fue el que moldeó la industria en Colombia. Inversionistas privados y gremios con financiación estatal establecieron las primeras plantaciones comerciales palma. En la década de 1950, el gobierno de Rojas Pinilla contrató una consultoría de Maurice Ferrand, exempleado del instituto francés de investigación en oleaginosas en África, que eventualmente definió las condiciones bajo las que los siguientes gobiernos promovieron este cultivo (7). Las primeras semillas fueron importadas de la United Fruit Company en Honduras, cuyo linaje venía de las palmas del jardín Botánico de Bogor antes mencionadas (8).


Hoy, el 67 % de los cultivos de palma en Colombia son pequeños, miden 20 hectáreas o menos (9). De ellas y ellos, algunos entraron a participar en la industria con apoyo de empresas de palma, que exigen seguir estrictamente sus requerimientos agronómicos. Otras lo hicieron con apoyo del Programa de desarrollo y paz del Magdalena Medio, que ofrece mayor autonomía relativa para que las personas productoras tomen decisiones sobre sus propios cultivos. Esto incluye conservar cultivos diversos, con yuca, plátano o cacao, por ejemplo, alrededor de la palma.


De las 600 mil hectáreas de palma sembradas en el país, el 15 % han sido arrasadas por una plaga llamada “pudrición de cogollo” (10). Si bien esta plaga ha afectado casi todas las plantaciones del país, ha tenido efectos diferenciados para productores. En el municipio de Puerto Wilches, Santander, donde cultivos a pequeña escala colindan con grandes plantaciones, el 87 % de los cultivos fueron afectados (11). En contraste, en San Vicente de Chucurí, ubicado a unos 20 km en línea recta, la afectación fue inferior al 30 % (12). Esta diferencia coincide con las investigaciones en agroecología que señalan que los monocultivos son más susceptibles a plagas.


Otro contraste importante es la capacidad de diferentes productores para recuperar su cultivo tras una plaga. Las y los productores con cultivos aledaños a grandes plantaciones no solo perdieron una mayor proporción de su cultivo; además, tuvieron mayores dificultades para pagar los costos de erradicarlo y empezar de nuevo. Muchos recibieron avisos de embargo, migraron, vendieron su tierra a precios bajos o están tratando de venderla. Para los grandes productores la historia ha sido distinta. Aunque sus cultivos fueron severamente afectados por la pudrición de cogollo, su acceso a capital fuera de la plantación les permitió hacer las inversiones necesarias para recuperarla.


Estas diferencias muestran que el legado de las transformaciones coloniales en la palma produce e intensifica desigualdades en el campo hoy. Esta inequitativa distribución de riesgos y beneficios ha intensificado las desigualdades entre productores a pequeña y gran escala en Colombia, y ha producido nuevas desigualdades entre productores a pequeña escala con diferentes prácticas de cultivo. Los altos niveles de desigualdad en el campo colombiano son producidos a través de las transformaciones físicas de los monocultivos. Mientras tanto, quienes siembran policultivos no solo “no hacen caso” a las empresas de palma, sino que mitigan de manera efectiva los riesgos inherentes a los monocultivos.

 

* Imprenta es un espacio de encuentro y comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales. Es también un medio de difusión de las diversas formas en que enfrentamos los grandes desafíos de las ciencias sociales, dirigido a públicos no especializados. Esta publicación se producirá de forma semestral en formato impreso y contará con una versión digital, convirtiéndola en un repositorio de la diversidad disciplinar con la que cuenta la Facultad de Ciencias Sociales. Imprenta propicia diálogos e interacciones entre distintas unidades académicas y disciplinas, a la vez que constituye un medio para visibilizar nuestro trabajo fuera de la Facultad y de la Universidad.

 

1. Organización de las Naciones Unidad para la agricultura y la alimentación, “Faostat,” Crops and livestock products- oil palm fruit area harvested, 2021; R.H.V. Corley and P.B. Tinker, The Oil Palm (West Sussex, UK: Wiley-Blackwell, 2016).
2. Ivette Perfecto y John Vandermeer, “The Agroecological Matrix as Alternative to the Land-Sparing/ Agriculture Intensification Model,” Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America 107, no. 13 (2010): 5786–91.
3. Oxfam, “A Snapshot of Inequality: What the Latese Agricultural Census Reveals about Land Distribution in Colombia,” consultado junio 23, 2022, https://www. oxfam.org/en/research/snapshot-inequality.
4. Jason Moore, Capitalism in the Web of Life: Ecology and the Accumulation of Capital (Verso, 2015).
5. Janice Henderson y Daphne J. Osborne, “The Oil Palm in All Our Lives: How This Came About,” Endeavour 24, no. 2 (2000): 63–68; R.H.V. Corley y P.B. Tinker, The Oil Palm (West Sussex, UK: Wiley-Blackwell, 2016).
6. Corley y Tinker, The Oil Palm.
7. Ingrid Díaz Moreno, “Palma, Estado y Región En Los Llanos Colombianos (1960-2015),” en Extractivismos y Posconflicto En Colombia: Retos Para La Paz Territorial, ed. Sergio Coronado y Astrid Ulloa (Bogota: Universidad Nacional de Colombia y Cinep, 2016), 167–200.
8. Corley y Tinker, The Oil Palm.
9. Fedepalma, “Censo Nacional de Palma de Aceite Colombia” (Bogota, 2011), http://sispaweb.fedepalma. org/sispaweb/default.aspx?Control=Pages/censo2011.
10. Greicy Andrea Sarria Villa et al., “Pudrición Del Cogollo: Avances, Retos y Oportunidades En El Manejo Integrado de Esta Enfermedad,” Palmas 37, no. 4 (2016): 91–107.
11. Fundación Fruto Social de la Palma, “Articular esfuerzos, capacidades y estrategias para el manejo y control sanitario de la pudrición del cogollo – pc y de insectos asociados al cultivo de la palma de aceite en predios de pequeños y medianos palmicultores afiliados a ASOPALCENTRAL, en Puerto Wilches” (Bucaramanga, 2015).
12. Angela Serrano Zapata, “The Power of Oil Palm: Violence, Inequality and Alternatives in Colombia” (The University of Wisconsin-Madison, 2021).”mendeley”:{“formattedCitation”:”Angela Serrano Zapata, “The Power of Oil Palm: Violence, Inequality and Alternatives in Colombia” (The University of WisconsinMadison, 2021