En Colombia, el debate crítico se asumió como algo irrelevante en función de una idea de que tenemos verdades parciales que no necesariamente son debatidas. Ante este panorama, Juan Pablo Aranguren (foto), director académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, explica que el reto es contribuir al pensamiento crítico y al pluralismo con toda la rigurosidad académica.


Estudiar Ciencias Sociales desde el colegio ayuda a comprender un fenómeno y a construir un conocimiento que no contribuya a reproducir estructuras patriarcales, asociadas al machismo y a tener una postura intencionada antirracista. Es también tener la posibilidad de construir escenarios para pensar procesos de transformación como reducir las inequidades o la construcción de paz.


Las reflexiones se dan en el marco del primer Encuentro de prácticas significativas de enseñanza de Ciencias Sociales que convoca a profesores de educación media y superior para pensar sobre los procesos y prácticas educativas, como herramientas para contribuir al país y al mundo polarizado que habitamos.

 

¿Por qué es importante la enseñanza de las Ciencias Sociales en los colegios?

 

Uno de los ejes centrales es la formación del pensamiento crítico. Pensar críticamente, que no es criticar a las personas, está en la posibilidad de cuestionar los discursos hegemónicos. Para un ingeniero asumir un pensamiento crítico daría la posibilidad de analizar y debatir las ideas más allá de los sectarismos políticos o de una postura ideológica. Lo que queremos es que los estudiantes tengan la capacidad de debatir críticamente sus ideas con otros y eso pasa por una muy buena argumentación.


En los colegios y en las universidades vemos que el pensamiento crítico entra en una suerte de declive ante escenarios de posverdades. El debate crítico se asumió como algo irrelevante en función de una idea de que tenemos verdades parciales que no son necesarias de ser debatidas. Y es este tipo de pensamiento hoy una necesidad en las sociedades.


Otro punto es el pensamiento histórico, reconocernos como sujetos históricos. Eso lo logra la enseñanza de la historia. Cuando uno piensa en un estudiante de física, administración, se debería partir del hecho de que todo estudiante debe ser consciente de quién es como sujeto histórico, cuál es el lugar que ocupa, cuál es la historia de su propia profesión, cuál es el lugar que ocupa esa profesión en los centros de poder, en las regiones… Y el tercer elemento es cómo reconocer la diferencia: estamos en un contexto urgente de tener un mayor reconocimiento de la diversidad y esa no se logra explicándola, sino conociéndola y por eso es tan importante el trabajo de campo, ir y conocer al otro. Si viajo al Guainía me voy a dar una idea de otros sistemas de representación del mundo, en el cual me puedo reconocer. Me conozco mejor cuando conozco a otros.

 

¿Cómo nos va en el país en este aprendizaje?


Tenemos varios desafíos: el primero tiene que ver con la enseñanza de la historia, que es un eje transversal del proceso de formación. Además, en la formación en ética y ciudadanía que ha tendido a quedarse en una formación vacía, no por lo que hacen los profesores, sino por la importancia que le han dado los gobiernos. Si insistiéramos en esto, tendríamos más posibilidad de cuestionar en ciertas condiciones.


Los estudiantes no están viendo las Ciencias Sociales como un escenario que produzca rentabilidad económica. Sin embargo, han marcado un campo de vinculación laboral muy importante en el país. Podríamos decir que el país necesita más científicos sociales y eso lo vemos reflejado en empresas privadas que contratan este perfil para entender mejor a sus usuarios y la diversidad de seres humanos que conviven y para desarrollar análisis críticos. Hoy hay filósofos vinculados a programas de inteligencia artificial.


Las “fake news”, las redes sociales y sus discursos ¿Son un desafío hoy para las Ciencias Sociales?


Uno de los grandes desafíos tiene que ver con las verdades parciales, posverdades, porque hemos insistido en el reconocimiento de las verdades plurales, es decir de más verdades más allá de una única verdad occidental y moderna. Y en alguna medida podríamos decir que las Ciencias Sociales también terminaron contribuyendo en la instalación de un cierto relativismo sobre las verdades fijas y homogéneas y eso posibilitó que, de manera oportunista políticos, influenciadores promovieran una visión alternativa de la realidad, justificándola a la luz de que era su versión.


Allí uno de los retos es contribuir al pensamiento crítico y al pluralismo con toda la rigurosidad académica. Por eso es importante estudiar este campo, porque nos ayuda a comprender un fenómeno: ahí los estudiantes de colegios pueden evaluar cuál es su contribución a la construcción de verdad y es no solo en hacer afirmaciones, sino en entender cómo sucedió.

 

¿Ha habido un avance en la enseñanza en los colegios?


Los colegios han transformado la manera como se enseña en las últimas dos décadas y es el resultado de varias cosas: la primera es el uso de tecnologías digitales. Hoy los estudiantes entienden que desde sus casas pueden hacer investigación.


El segundo cambio es la pluralidad de voces que encontramos entre estudiantes de colegios. Antes hablábamos del conflicto armado en las grandes ciudades como si el conflicto no estuviera acá, hoy nuestros estudiantes también nos comparten sus propias historias de dolor y sufrimiento relacionado con el conflicto armado y la violencia social. El desafío es formar estudiantes que han sido atravesados por esas historias: voy a hablar de migración o desplazamiento, pues las historias están ahí en las aulas de clase y atraviesan las subjetividades.


Los profesores cada vez están mejor formados y cualificados. Además, están haciendo investigación en el aula. Hay profes que siguen publicando en revistas académicas, produciendo nuevo conocimiento y ese perfil ofrece un panorama de formación mucho más interesante. De ahí que requieran mayor reconocimiento de su trayectoria. Y un último elemento es que la enseñanza está cada vez más relacionada con la salud mental y el bienestar emocional. Si se produce un conocimiento reflexivo eso confronta cuál es el tipo de sociedad en la que quiero vivir y eso invita a construir mejores herramientas para promover la salud mental.
 

Fotos: Felipe Cazares.




Uno de los grandes desafíos tiene que ver con las verdades parciales, posverdades, porque hemos insistido en el reconocimiento de las verdades plurales, es decir de más verdades más allá de una única verdad occidental y moderna - Juan Pablo Aranguren, director académico de la Facultad de Ciencias Sociales. 


 


¿Cómo debe abordar la enseñanza temas como el feminismo, el racismo o la homofobia?


Ese es el desafío. Hay ciertos temas que terminan siendo polémicos, porque ciertos discursos políticos, racistas niegan o consideran estos temas adoctrinamiento y terminan invirtiendo la relación: ¿Y es que mi opinión no vale? Cuando los estudiantes construyen una opinión racista, misógina, homofóbica, justificadora de la violencia o genocidios, pues los estudiantes están en un proceso de formación y esa formación debe ser lo suficientemente buena para que tengan unos mejores argumentos para construir su opinión y que esta no violente otras maneras de existir (los seres humanos, la naturaleza, los animales). Las Ciencias Sociales son el escenario para que ese tipo de opiniones se puedan someter al análisis crítico.


¿Qué es el primer Encuentro de prácticas significativas de enseñanza de las Ciencias Sociales?


Es un espacio en el que nos propusimos reconocer las experiencias que desarrollan los profesores en Ciencias Sociales en los colegios, teniendo en cuenta que son determinantes en motivar a los jóvenes a que estudien estas ciencias. Son estas las que cobran un rol transversal en todos los procesos formativos en el colegio y algunos estudiantes se terminan conectando, porque les interesa algún tema que presentó algún profesor.


También queríamos establecer un vínculo diferente con los docentes, que nos permitiera reconocer esas buenas prácticas, destacarlas, porque a veces es más reconocida en el ámbito universitario. En este caso nos centramos en educación media, 10 y 11 y en algunos casos 12 y nos interesaba preguntarles si los docentes tenían alguna práctica significativa. Este evento es una selección de estas prácticas. Vienen docentes de la Sierra Nevada de Santa Marta, de Buenaventura, Tumaco, Atlántico, Nariño, Boyacá y otros lugares de Colombia. Sus trabajos quedarán compilados en una publicación de la Facultad de Ciencias Sociales.


Es una apuesta, además, para meternos en el corazón de los problemas metodológicos en la enseñanza de estas ciencias. ¿Cómo hablar de temas polémicos, además del conflicto armado? Temas como el género, la lucha feminista, la violencia social y política, porque además son temas que atraviesan la subjetividad del estudiante, del profesor, de las propias familias.

 

¿Qué estrategias novedosas de enseñanza se están dando en el país?


Hay distintas experiencias que serán presentadas en este encuentro: hay una reflexión tremenda centrada en lo que implica la ciudadanía crítica en un contexto polarizado, cómo hablar con niñas de colegio sobre el paro nacional y cómo esas niñas de colegio entran en una discusión con sus familias en un contexto polarizado, en un colegio en el norte de Bogotá. También hay una propuesta sobre cómo construimos una sociedad del debate: aprender a debatir en un país donde no hay un escenario para esto.


Hay trabajos ligados al trabajo en los barrios, ¿Cómo se apropia un territorio, un barrio en Bogotá?, hay una experiencia sobre cómo enseñar la historia, a través de piezas museográficas en Usme. Un profesor va a exponer sobre cómo el piropo no consentido se manifiesta como violencia sexual y cómo las redes sociales pueden usarse para construir ciudadanía, entre otras propuestas.

 

¿Las Ciencias Sociales son base para transformar el país en el que vivimos?


Si hay un área del conocimiento pertinente para formarse son estas. Cada vez más se necesitan científicos sociales para analizar el mundo en el que vivimos. El manejo de la pandemia, por ejemplo, nos mostró que no solo era suficiente tener profesionales de la salud, sino que también era importante contar con psicólogos y sociólogos que entendieran el comportamiento humano.


Estas ciencias son el escenario para pensar los procesos de transformación del mundo, las inequidades sociales, para pensar la construcción de la paz, los procesos de reparación y justicia. Fomentar la construcción de escenarios de debate crítico de las ideas sin que nos violentemos como seres humanos y donde reconozcamos la diferencia.
 



Conozca la programación del encuentro


 

Escrito por:

Lina Fernanda Sanchez Alvarado