Durante la pandemia, la vida de niños y adolescentes se vio limitada por el confinamiento. Aquellos días de incertidumbre y preocupación llevaron a que los más jóvenes encontrarán en internet la posibilidad de socializar, entretenerse y aprender. A su vez, el uso excesivo de los dispositivos tecnológicos propició comportamientos adictivos que preocupan a padres y expertos en salud. 

No es un secreto que los cambios abruptos en los hábitos, causados por el COVID-19, afectaron significativamente a los jóvenes: niveles altos de estrés, ansiedad y depresión, por ejemplo. Tampoco se puede negar que los expertos, antes de la crisis sanitaria, advertían sobre estos problemas de salud mental.

En Colombia, según la Encuesta de Salud Mental del Ministerio de Salud y Protección Social, en 2015 se evidenció que el 52,2 % de los jóvenes encuestados, entre 12 y 17 años, presentaba entre uno o dos síntomas de ansiedad.

En efecto, hoy en día la población juvenil es propensa a presentar problemas mentales y adicciones conductuales por el consumo desmedido de videojuegos, redes sociales, internet, bebidas energizantes, cigarrillos electrónicos, incluso su salud se encuentra en riesgo dado que muchos se han obsesionado con el ejercicio físico, lo cual acompañan de anabólicos y esteroides. 

Para el profesor German Casas, médico especialista en psiquiatría, este tipo de adicciones a temprana edad pueden pasar desapercibidas, lo que provocaría problemas más serios con el paso del tiempo: “Constantemente se habla del consumo problemático de sustancias, pero no nos damos cuenta de que la adicción a las drogas en la adolescencia o en la adultez comienza con este tipo de comportamientos que no son percibidos actualmente y también son conductas adictivas”. 

Así mismo, pueden ocasionar problemas de sueño, sedentarismo, falta de concentración, alteraciones en la locomoción, retrasos en el aprendizaje y habilidades sociales, dependencia emocional, entre otras consecuencias según el tipo de adicción.

La crianza de esta nueva generación se ha convertido en un reto para muchos padres. De acuerdo con el profesor Casas, se evidencia que una de las problemáticas que influye en el comportamiento de niños y jóvenes es la soledad, “Hay una gran brecha generacional entre padres e hijos, y estas poblaciones jóvenes están creciendo a la deriva por no contar con la presencia cercana de sus familiares”. 

Al mismo tiempo, el experto afirma que el interés de los padres de dotar a sus hijos con distintas competencias y desarrollar al máximo su intelecto puede convertir a un niño en un futuro adicto, “La mayoría de personas que consultan, en la adultez temprana o en la adolescencia tardía, problemas de adicción graves han tenido pródromos (personalidades previas en la infancia)”. Por tal razón, un acertado proceso de crianza puede contribuir a la prevención de trastornos.

Para tratar los comportamientos adictivos que presentan los jóvenes de hoy, la Facultad de Medicina y Departamento de Psiquiatría de la Fundación Santa Fe organiza el V Simposio de salud mental en niños y adolescentes; que cuenta con la participación de especialistas, quienes abordarán diversas situaciones que pueden generarse en el hogar, en instituciones educativas, entre otros escenarios. Además, comentarán sobre los programas de salud pública, “Es una discusión que interesa muchísimo a padres de familia, profesores, psicólogos escolares y, por supuesto, al personal de la salud, —comenta el doctor Casas—. Son temas que pueden ser tabú, pero que son comportamientos predictivos que pueden pasar a otro tipo de adicciones”. 

En el evento, que se realizará el 3 y 4 de marzo de manera presencial y virtual, se hará un sentido homenaje al profesor Roberto Chaskel, especialista en psiquiatría infantil y adolescentes; en memoria a su trabajo dedicado a la salud mental. 

La prevención y las intervenciones tempranas en salud mental de niños y adolescentes permitirá lograr una vida sana en la adultez, así lo asegura el profesor Casas que, a su vez, hace énfasis en la importancia de atacar los problemas cuando empiezan a manifestarse, “No hay salud sin salud mental. Estamos de acuerdo con las recomendaciones que ha dicho la OMS de que los servicios de salud mental deben ser prestados donde la gente está y cuando los problemas empiezan, no tenemos que esperar a que la gente sea hospitalizada con temas graves, ojalá se pudieran intervenir tempranamente y ojalá se puedan intervenir en la infancia”.