La memoria de una enfermedad olvidada
Los estudios del Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tropical de Los Andes, creado en los años setentas, han sido trascendentales en la lucha contra el mal de Chagas.Cada año cerca seis millones de personas se contagian del mal de Chagas. De ellas, se calcula que doce mil mueren por no haber recibido el tratamiento médico adecuado. En Colombia existen por lo menos 600.000 contagios confirmados y 20 % de la población es vulnerable a contraerlo.
El mal de Chagas es una enfermedad silenciosa. Eso significa que ‘disfraza’ los síntomas hasta que el daño es irreversible, como ocurre con la presión alta o la diabetes.
Esta enfermedad tropical se transmite de distintas maneras, pero la más común es a través de la picadura del pito, el insecto portador del parásito Trypanosoma Cruzi.
Los síntomas iniciales del Chagas se pueden confundir con los de una gripa simple porque incluyen fiebre, malestar y pequeñas zonas enrojecidas en la piel que desaparecen una semana después.
Sin embargo, la evolución de la enfermedad puede no manifestarse hasta por 10 años o más, tiempo durante el cual el Chagas puede haber afectado el corazón incluso hasta causar la muerte.
“La cardiopatía chagásica es crónica, de lento desarrollo, y sus síntomas se demoran mucho en aparecer en adultos; en niños, casi siempre puede resultar fatal”, asegura Felipe Guhl, profesor emérito de la Universidad de los Andes y uno de los biólogos que más ha estudiado esta patología en el país.
Aunque el principal mecanismo de transmisión ha sido a través de los insectos portadores del parásito, se puede contagiar a través de transfusiones sanguíneas, lo cual hace que su alcance se extienda a áreas urbanas y zonas no tropicales.
Lo malo del Chagas no es tanto que sea una enfermedad silenciosa, pues es inevitable. Lo malo es que también es una enfermedad olvidada, es decir que no está entre las prioridades de los gobiernos de los 17 de países de Centro y Suramérica donde habita el pito.
“Es olvidada porque afecta principalmente a personas de baja condición socioeconómica: campesinos, personas que viven en ranchos y casas de mala calidad”, explica Guhl, director del Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tripical (Cimpat).
El pito, que habita sobre todo en las zonas selváticas, prospera en las grietas de las paredes y en los criaderos de animales domésticos. Además, puede ocultarse y reproducirse en hojas caídas y basura acumulada. El Chagas es una enfermedad que tiene que ver mucho con la pobreza. Así, no suele haber muchos laboratorios interesados en invertir en un antídoto que no generará retorno económico.
Colombia es, sin embargo, uno de los países en los que más interés ha despertado esta enfermedad.
Y lo es gracias a los estudios de la Universidad de los Andes, que iniciaron en los años setenta a partir de un convenio entre el Gobierno de Holanda y el Departamento Nacional de Planeación.
Dicho convenio dio pie a la cooperación entre el Instituto de los Trópicos de Ámsterdam (ITA) y la Universidad de los Andes. En 1970, el profesor Cornelis Johannes Marinkelle fundó el Microbiological and Parasitological Centre (MPC), que luego se convertiría en el Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tropical (Cimpat).
La creación del Cimpat permitió avances en cuanto al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad en Colombia: en 1995 el Centro, junto al Instituto Nacional de Salud, realizó una investigación con una muestra significativa de personas para saber cuántas personas mayores de 18 años habían donado sangre con el parásito.
El resultado arrojó que en zonas como los Santanderes y Arauca el 25 % de los donantes estaban contagiados del mal. Las cifras llevaron a que el Ministerio de Salud generara un decreto de obligatoriedad para tamizaje en todos los donantes a escala nacional, lo que quedó ordenado en el Decreto 1738 de 1995. El Cimpat también ha acompañado las iniciativas de cooperación entre los países andinos en torno a la enfermedad de Chagas, siendo sede, por ejemplo, de la Reunión de Enfermedades Transmitidas por Vectores del Área Andina en 1997, organizado por el Ministerio de Salud.
Entre 1999 y 2003, el Cimpat, la Universidad Industrial de Santander y el Instituto Colombiano de Medicina Tropical realizaron un estudio en veredas de 15 departamentos para caracterizar las viviendas, recolectar insectos y determinar el número de personas que estaban en riesgo de transmisión.
El resultado fue un mapa de riesgo que permitió caracterizar la situación de la enfermedad de Chagas en el país para reconocer cómo y dónde están distribuidos los insectos vectores y, sobre todo, cuál es el riesgo de transmisión. La investigación, patrocinada por el Ministerio de Salud, le entregó al gobierno un modelo epidemiológico como herramienta para que –concluye Guhl– “los escasos recursos que se destinan al control de este mal se utilicen de una manera racional y efectiva en los lugares apropiados para hacerlo”.