El frío en el segundo sótano del edificio Aulas de la Universidad de los Andes penetra en los huesos.

Al abrir la puerta, Adriana saluda a don Carlos, el más viejo, a don Enrique 'el hombre nuclear' y a la señora Luz, la nueva huésped. Están acostados sobre una bandeja de hierro y cubiertos por una bolsa antifluidos marcada con una etiqueta plastificada que cuelga de la cremallera del forro que los arropa.  

Ellos son tres de los quince cadáveres utilizados en las clases de anatomía de la Facultad de Medicina. "¿Con quién están trabajando hoy?", les pregunta Adriana Ortiz a los estudiantes para identificar al difunto. Así tienen siempre presente que van a aprender de alguien que es más que un cuerpo sin vida. “Son personas que también merecen respeto”, dice Adriana mientras empuja una camilla por los pasillos de la morgue.



“Ha sido una experiencia extraordinaria, me ha enseñado mucho; me quitó el temor de enfrentarme a la muerte”, expresa ella, quien de la mano de Roberto Rueda, coordinador del Laboratorio de Anatomía, y de su colega Álvaro García, aprendió que los cuerpos que custodian deben tener un nombre y una historia que contar. 

Adri, como le dicen sus compañeros, se graduó como auxiliar de Enfermería por Competencias de la Escuela de Salud San Pedro Claver y trabajó en uno de los laboratorios de la Universidad Nacional de Colombia, allí estaba pendiente de  moscas, ratones y otros especímenes utilizados con fines científicos. 

Hace tres años decidió cambiar a esos animales por cadáveres y esqueletos humanos. Así que asumió este nuevo reto profesional en Los Andes y fue contratada como técnico del Laboratorio de Anatomía. 

¿Está segura de irse a trabajar con muertos? ¿cómo puede?, le cuestionaron muchos que no entendían su decisión. También Miguel, su esposo, y sus tres hijos: Mauricio, Nicoll y Sofía, asombrados cuando se enteraron del nuevo trabajo. “Mami, cómo puedes hacer eso”, le decían.   

Pero nada la detuvo. Su objetivo era seguir creciendo como profesional y ser ese gran ejemplo para sus pequeños que le demuestran siempre su admiración y la esperan en casa después de la jornada laboral. 

Viste traje azul antifluido, una bata y guantes para alistar las mesas de trabajo con cerebros, pulmones, estómagos, entre otros órganos. Sumado a esto prepara los cuerpos completos para la manipulación y aprendizaje de los estudiantes. 



Esporádicamente, Adriana recibe los cuerpos que son donados o aquellos que jamás fueron reclamados. Unos decidieron en vida ser material de estudio en pro de la ciencia y otros fueron habitantes de calle que requieren de un largo proceso dactilar para ser identificados. Entre otras de sus labores están, además, los trámites administrativos para que la Universidad pueda custodiarlos y la preservación química de cada uno. 

Con difrentes tipos de químicos y una sustancia líquida creada para la conservación de los cadáveres, patentada por la Universidad en 2021, llamada solución Uniandina (una esencia de citronella, glicerina, cloruro de benzalconio, agua y alcohol), la auxiliar de enfermería empapa constantemente las toallas, envuelve los cadáveres y humedece los tejidos para su preservación y/o plastinación. Pero ella no solo los protege, también se encarga de administrar y controlar las drogas que se deben utilizar en cada procedimiento.


  
El Laboratorio cuenta con zonas especiales para disecar cuerpos y practicar procedimientos quirúrgicos. En este recóndito lugar, el profesor Rueda le ha enseñado a Adriana diversas maneras de aprovechar los insumos al máximo. Por ejemplo, a hacer esqueletos con algunos fetos que poco usaban y que hoy son expuestos en el museo del laboratorio, junto a otros tejidos orgánicos que le aportan a la investigación científica. 

Adri se enfrentó a sus temores. Si bien, su trabajo es excepcional, asume con entereza ser un puente entre la ciencia y los difuntos. Recalca que está orgullosa de su trabajo. De darle vida al laboratorio en donde habitan los muertos.  


En imágenes: un día de trabajo con Adriana Ortiz en el Laboratorio de Anatomía.

Adriana Ortiz

Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio

Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio

Adriana en el museo

Adriana en el museo de anatomía

Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio

Adriana Ortiz
Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio
Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio
Adriana en el museo
Adriana en el museo de anatomía
Adriana y estudiantes de medicina en el laboratorio
Escrito por:

Ana Maria Forero Perez