Escuchar una moto le provocaba a Gloria* un ataque de pánico que la obligaba a enclaustrarse en su casa por varios días; sufría de dolores de cabeza y tenía una excesiva desconfianza en los extraños. Estos, entre otros síntomas, fueron causados por diferentes tipos de violencia, como abuso sexual y haber presenciado una masacre en su pueblo.  

Para tratar casos como el de Gloria, un grupo de investigadores del Laboratorio de Psicología Clínica de la Universidad de los Andes adaptó con éxito un tratamiento para víctimas del conflicto, cuyos resultados fueron publicados en la prestigiosa revista JAMA Psychiatry.  

Y es que los traumas provocados por el conflicto son heridas invisibles en las victimas, lo que dificulta que en el país reciban la atención necesaria. Este tipo de tratamientos son una solución indispensable y eficiente para evitar que se deterioren mucho más estas heridas que también deben ser tratadas. Para esto es importe que las intervenciones psicológicas estén basadas en evidencia científica.

Una característica de las víctimas de hechos violentos es que presentan múltiples diagnósticos de traumas emocionales. Leonidas Castro, profesor del Departamento de Psicología, estudiantes de la Maestría en Psicología Clínica y de la Salud, con el apoyo de investigadores de la Universidad de Boston, encontraron en el Protocolo Unificado para el tratamiento de problemas emocionales, del profesor David H. Barlow, la mejor opción para aplicarlo en el país. Se había probado su efectividad en otros contextos, pero era necesario adaptarlo a la lengua y cultura colombiana. 

La adaptación, que tomó dos años, iba mucho más allá de la traducción. Para acoplar los manuales utilizados se trabajó con víctimas y con psicólogos que habían tenido relación con ellas. Se logró así ajustar la terminología y el tipo de tareas a realizar entre sesiones. “Aquí hay personas que a veces no han completado la primaria, que no leen, no están acostumbradas a leer. Entonces lo que hicimos fue una cartilla muy gráfica, con dibujos, muy sencilla”, explica Leonidas Castro. 

Luego de su aplicación, los resultados en el grupo que recibió el tratamiento fueron significativos en estrés postraumático, ansiedad, depresión y síntomas somáticos. Al iniciar el tratamiento, 83 % de los participantes cumplían los criterios para al menos un diagnóstico y esa cifra se redujo a un 4 % al finalizar el tratamiento. 


En cifras: conozca en este especial interactivo los resultados de la investigación en los pacientes tratados 

 

Otro resultado, explica el doctor Castro, Ph.D. en Psicología Clínica, es que “no se había demostrado que funcionara para estrés postraumático". Este es el primer estudio que demuestra la efectividad del protocolo en personas con este trastorno. Esto para víctimas del conflicto, como para personas que hayan sufrido accidentes, abuso sexual o robos con la modalidad de “paseo millonario”, por ejemplo. 

Junto con Gloria, en la Unidad de Víctimas para el Conflicto colombiano hay registradas nueve millones de personas. De ellas, ocho millones han sufrido desplazamiento, lo que ha deteriorado más su estado de salud mental. Tras presentar estrés postraumático, ansiedad, depresión y problemas somáticos por los hechos vividos, el desplazamiento y las nuevas condiciones de vida se pueden volver crónicos y sumar otras condiciones como el abuso de sustancias, la violencia intrafamiliar y el suicidio si no es tratado de manera adecuada. Un tratamiento breve como el liderado por la Universidad de los Andes evita mayor deterioro de la situación. 

 

El ensayo clínico con las víctimas


Los investigadores buscaron 200 víctimas del conflicto armado. En un país con 60 años de conflicto, podría pensarse que era tarea fácil, pero no lo fue. “Tuvimos mucha dificultad –aunque parezca increíble– en conseguirlas. Desconfían porque han tenido malas experiencias”, recuerda el doctor Castro. A la desconfianza se le sumaba que es una población que cambia constantemente de residencia.  

Los participantes presentaban diagnóstico de estrés postraumático, ansiedad, depresión o trastornos somáticos. Por sorteo se dividieron entre las que recibirían el tratamiento (120) y las que quedaban en la lista de espera que no lo recibieron (80). Tuvieron de 12 a 14 sesiones y un seguimiento posterior de tres meses. 
 

"El siguiente paso se llama un estudio de diseminación. Necesitamos no solamente demostrar que es eficaz, porque si no se está aplicando, pues no nos sirve. Entonces ya tenemos todo el estudio para entrenar profesionales de salud mental en el territorio" – Leonidas Castro, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes. 



A Gloria, que recibió el tratamiento, le cambió la vida. Los síntomas somáticos se redujeron y pudo volver a su pueblo, a donde no había vuelto porque la angustia la agobiaba. Lo intentó un par de veces, pero solo después del tratamiento logró regresar. 

Con los resultados que arrojó el estudio, vienen dos etapas para las que buscan financiación: la aplicación del tratamiento en terreno, para lo que es necesario la capacitación del personal que atenderá a la población, y el refinamiento del tratamiento, buscando que se pueda incluso hacer en menos tiempo. 

Este tipo de proyectos es la forma en que la Universidad de los Andes busca contribuir a la solución de problemas de salud mental en el país.


* Los nombres y los detalles no esenciales se han modificado para proteger el anonimato. 

Escrito por:

Mauricio Laguna Cardozo

Periodista