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Diego Iván Lucumí, académico afrocolombiano del año

Fue elegido por el diario El Espectador y la Fundación Color de Colombia. Coordina la maestría de Salud Pública de Los Andes y lidera investigaciones en prevención de enfermedades cardiovasculares.
Diego Iván Lucumí
Salud Pública
Afrocolombiano
hipertensión
El Espectador

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad en Colombia y en el mundo y la hipertensión es el factor de riesgo más importante para estas enfermedades. Es precisamente la hipertensión, la que ha llamado la atención del investigador Diego Iván Lucumí, quien, desde su doctorado en Salud Pública de la Universidad de Michigan, ha estudiado los determinantes sociales e inequidades en el control de la hipertensión arterial en Colombia.

Gracias a su trabajo y aportes al país en este campo, en diciembre pasado recibió el galardón como el Afrocolombiano del Año en la categoría Academia, reconocimiento que otorga el diario El Espectador y la Fundación Color de Colombia.

Para Lucumí, profesor asociado de la Escuela de Gobierno y coordinador de la Maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes, el premio, que muestra cómo la población negra contribuye al país desde diferentes espacios, también busca dar un mensaje muy particular a la población afro de que 'sí es posible'.

“Claro que hay limitaciones y barreras y se debe trabajar para romperlas para que personas como yo no seamos la excepción, pero que de alguna manera sirvamos como una fuente de ejemplo o motivación para otra gente”, dice.

Esta es la octava versión de la distinción Afrocolombianos del Año que reconoce el aporte de la población negra al desarrollo de Colombia en 13 categorías. El jurado estuvo compuesto por Fidel Cano, director de El Espectador; Fernando Carrillo, procurador General de la Nación; Cecilia María Vélez, exministra de Educación; Paula Moreno, exministra de Cultura; Pedro Medellín, columnista de El País y Semana; Élber Gutiérrez, jefe de redacción de El Espectador; y Daniel Mera, director ejecutivo de la Fundación Color de Colombia y columnista de El Espectador. El público en general fue el octavo jurado que pudo votar a través de Facebook.

Controlar la hipertensión, un reto en Colombia

En Colombia, uno de cada cuatro adultos tiene hipertensión, pero la mayoría no lo sabe (solamente 1 de cada 3). De las personas que son diagnosticadas, casi 75 % logra un tratamiento, pero de estos, solo una tercera parte logra estar en control, dice el médico y magíster en Salud Pública. Para entender los factores sociales que puedan explicar el que las personas tengan controlada la hipertensión, inició un proyecto hace tres años con el Departamento de Psicología de Los Andes, la Universidad Tecnológica del Chocó y la Universidad de Antioquia, en el marco del Programa de Investigación en Comportamientos y Educación en Salud (PICES), una red académica compuesta por cinco universidades.

Se trata de un estudio longitudinal en donde se sigue a 260 pacientes de Quibdó, Medellín y Bogotá, que busca explicar “la relación que hay en el control de la hipertensión con factores sociales como su nivel educativo, tipo de trabajo, roles de género o raza, por ejemplo”.

El objetivo final es generar orientaciones en política pública para mejorar los indicadores de control de la enfermedad en el país. “Si estamos viendo que el nivel educativo juega un papel importante en el control de la hipertensión, por ejemplo, la política pública podría orientarse a desarrollar acciones en esa línea; cómo la educación está jugando un papel allí, por qué y qué debemos hacer para mejorar eso”, agrega.

Los aspectos sociales relacionados con la hipertensión deberían, entonces, ser tenidos en cuenta dentro de los programas que se desarrollan para su control.

¿Vivir en Quibdó puede incidir en la generación de la hipertensión?

Esa es otra de las preguntas de la investigación del profesor Lucumí, quien busca entender el papel de los factores sociales, como el desplazamiento forzado y el estrés que este genera, por ejemplo, con la creación de condiciones propicias para el desarrollo de esta enfermedad.

El tema ha sido de su interés desde 2012 cuando realizó su tesis doctoral y hoy sigue vigente a través de la iniciativa ‘Abordando los determinantes sociales de la hipertensión en Quibdó (ADSHQ)’, investigación adelantada desde la Escuela de Gobierno de Los Andes en colaboración con la Universidad Tecnológica del Chocó y una coalición de organizaciones locales.

En efecto, en un primer estudio cualitativo se pudieron identificar tres principales factores sociales que podrían explicar el desarrollo de la hipertensión en la ciudad chocoana: el desempleo, la poca planificación urbana de la ciudad y el desplazamiento forzado.

Según el investigador, el desplazamiento se conecta con la hipertensión de diferentes formas. Por ejemplo, “los recursos que recibe una persona desplazada son escasos. Tienen que comprar lo más barato, que no necesariamente es lo más saludable. Igualmente, estas personas provenientes de las zonas rurales que tenían todo lo del pancoger llegan a un sitio donde necesitan dinero para comprar lo del día a día, lo cual genera estrés, factor de riesgo en el aumento de la tensión arterial”.

Lo que este estudio permite evidenciar es que más allá de los factores tradicionales y más próximos al problema de la hipertensión hay factores sociales más estructurales y distantes, que se deben entender e intervenir para la prevención efectiva de esta condición. En esto se centra el trabajo que se realiza en la iniciativa ADSHQ.

El siguiente paso es buscar alternativas para resolver el problema. Para esto, próximamente se entregarán los resultados de una encuesta poblacional aplicada en Quibdó y realizada con el apoyo de la Iniciativa Global en Salud del Sistema de Salud de Henry Ford en Estados Unidos. También se realizará una serie de foros sobre los resultados de esta encuesta con participación de la comunidad y tomadores de decisiones para lograr un mayor reconocimiento social del problema.

Al final de 2018, se espera contar con un plan de acción de cinco a diez años que permita plantear soluciones a partir de esta construcción colectiva y de la evidencia recogida, asegura el médico.

Diego Iván Lucumí es un poco de todas partes. Su familia paterna es caucana y la materna chocoana. Él nació en Jamundí, Valle del Cauca, pero en sus primeros años de vida se crió en Quibdó. Creció en Silvania, Cundinamarca, y estudió medicina en Bogotá. Luego, realizó un magíster en Salud Pública, en Cali, y el doctorado en esa misma área en la Universidad de Michigan en Estados Unidos.

Desde hace cuatro años se vinculó a la Universidad de los Andes. Primero como profesor de cátedra en el Departamento de Psicología y luego como profesor y coordinador de la Maestría en Salud Pública de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo.

Dentro de sus próximos retos está la acreditación internacional de la Maestría en Salud Pública, que se brinda en conjunto con la Facultad de Medicina. “Buscamos formar salubristas capaces de entender la compleja realidad del país en términos de salud pública y de usar la evidencia para intervenirla y resolver esos desafíos”, asegura Lucumí.

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