El diseño no se limita a los productos y la arquitectura, sino que es un campo multidisciplinario que le da lugar a la innovación, el desarrollo social, el crecimiento cultural, la creación de nuevas oportunidades de negocio y la conservación medioambiental. Así lo ha entendido Japón y, en consecuencia, no solo se sitúa como uno de los países con economía más sólida, sino también como uno de los más seguros, creativos y eficientes en cuanto a energía. 

La relevancia que tiene esa disciplina en el bienestar de la sociedad causó que el país oriental creara los Good Design Award, en 1957. Estos se reconocen como uno de los cuatro premios de diseño más importantes del mundo y han cumplido con visibilizar las invenciones de alto impacto, resolver problemas globales y generar riqueza en todos los ámbitos. 

A partir de los lazos de cooperación, Japón —por intermedio del Instituto Japonés de Promoción del Diseño (JDP)— propuso introducir los “Good Design Award” en Colombia y presentó el proyecto en la Universidad de Los Andes. La iniciativa contó con el apoyo del Centro del Japón de Uniandes, iNNpulsa Colombia, la Asociación para Becas Técnicas en el Extranjero (AOTS), el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI), la Organización de Comercio Exterior de Japón (JETRO) y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. 

Según los organizadores, el objetivo de vincular a Colombia como primer país colaborador en América Latina es ampliar la sociedad comercial y contribuir al progreso. “La cooperación con la nación colombiana es el primer paso porque esperamos impulsar el desarrollo industrial, económico y la resolución de problemas sociales. El poder del diseño se puede aprovechar para compartir el valor entre productores y consumidores”, afirma Masatoshi Sugiura, director general de política comercial internacional del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón. 
 

De izquierda a derecha: Kana Otsubo, Akiko Watanabe, Nobuko Tanaka.

Masao Yamakoshi y Makoto Hirairi durante la presentación de Good Design Award.



Ante ese escenario, a Colombia le surge la posibilidad de explorar diseños que fomenten la transformación digital, satisfagan las necesidades más esenciales que las personas tienen en la actualidad y mitiguen el cambio climático. Además, que ayuden a que las empresas interactúen con nuevas tecnologías que potencien su crecimiento.
 
“Para el país esta oferta es muy importante porque menos del 1 % de nuestras empresas innovan y ese tema sigue siendo para un grupo reducido. Pero, con estos premios, es viable asumir un concepto de diseño que transforme vidas, sea colaborativo e implique a la mayor cantidad de entidades posibles”, explica Sandra Villalobos, ejecutiva de presidencia de iNNpulsa Colombia. 

Este primer acercamiento también es beneficioso para el resto de América Latina debido a que, por las ventajas de Good Design Award, los demás países pueden ser futuros aliados. De esa manera, la región prosperaría al resolver la dificultad de limitar el diseño, a crear políticas industriales y lo comenzaría a incluir en el aumento del bienestar social. 

Para Akiko Watanabe, gerente del programa Good Design Award y de Masao Yamakoshi, jefe del equipo creativo de Mitsubishi Research Institute, lo ideal es avanzar al nivel de Japón y varios países europeos. Pues, tanto la nación oriental como Dinamarca, Holanda y la región escandinava, emplean el diseño para atender temas de salud mental, reducir las emisiones de CO₂, cuidar los datos personales de la sociedad, consolidar una economía circular y fabricar hogares que se ajusten a los estilos de vida de las familias.