isBARU: una apuesta por adolescentes saludables
Un estudio sobre la situación social y de salud de los jóvenes en Barú, involucra a la comunidad en su desarrollo.Un estudio sobre la situación social y de salud de los jóvenes que involucra a la comunidad en su desarrollo, está haciendo un diagnóstico de la actual situación social y de salud de uno de los destinos paradisiacos que enorgullecen a los colombianos.
Si se busca en Google la palabra Barú, el resultado arroja varias ofertas de hoteles con planes todo incluido y fotos de mar azul turquesa y arena blanca. Esto pareciera ser Barú. Pero hay mucho más. Junto a este paisaje vacacional, existen poblaciones que contrastan con la idea de playas paradisiacas: pueblos de calles destapadas, empozadas y casas con menos que lo básico. Este contraste se ha venido incrementando desde la construcción del puente vehicular que comunica a Cartagena con Barú en el año 2015. A un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad de los Andes le interesó esta parte de la península.
Dentro de los tres pueblos que tiene Barú —un corregimiento del distrito de Cartagena que alberga aproximadamente 30.000 habitantes—, los investigadores eligieron a Santa Ana. Una población de alrededor de 4.000 habitantes, a 40 minutos de la histórica capital de Bolívar, con varias necesidades básicas insatisfechas, por lo que lo primero que hicieron fue averiguar por las que eran urgentes para sus habitantes.
Eduardo Luis de la Vega, director de la Fundación Amor por Barú, que lleva más de 12 años trabajando en esta comunidad, cuenta cómo después de foros abiertos y conversaciones con los habitantes, estos manifestaron dos necesidades críticas. Primero, la salud pública, pues varios hogares carecen de acueducto y alcantarillado y en las calles es común el empozamiento de aguas. Segundo, la situación de la adolescencia en la comunidad, pues perciben un alto grado de violencia y el uso de sustancias psicoactivas.
Uniendo saberes
Con los problemas detectados, la fundación se apoyó en la Universidad de los Andes, la Universidad Internacional de Florida y la Universidad de Stanford para hacer un diagnóstico de la salud de los adolescentes en términos de violencia, actividad física, relación con el entorno construido y uso de sustancias psicoactivas. Así nació el proyecto isBARU, que es financiado por el National Institutes of Health (NIH) y apoyado por la Institución Educativa Santa Ana, donde se trabajó con 246 adolescentes matriculados.
Para obtener este diagnóstico necesitaron una perspectiva multidisciplinar y contar con expertos en sistemas complejos, en psicología, en salud pública y en medicina. Para eso integraron un equipo de investigadores en estas áreas, encabezado por Felipe Montes, del Departamento de Ingeniería Industrial, y Ana Lucía Rodríguez, estudiante doctoral del Departamento de Psicología de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
El papel de la ingeniería en isBARU está enfocado en el estudio de las interacciones de los adolescentes como un sistema complejo de la vida real, donde mediante el análisis de redes se pueden evaluar hipótesis que permitan comprender el impacto en la salud a partir de las relaciones de apoyo y adversas. “Estamos mirando cuáles son las interrelaciones entre la comunidad de Santa Ana y las dimensiones de salud pública que estamos observando”, dice Ana María Jaramillo, asistente de investigación del Departamento de Ingeniería Industrial.
Por su lado, desde la Facultad de Medicina se está explorando cuáles son los facilitadores y las barreras que existen en el ambiente construido, y que llevarían a tener hábitos saludables en el entorno escolar. Para ello se están apoyando en la metodología de ciencia ciudadana Nuestra Voz de la Universidad de Stanford. Esta metodología está permitiendo que la comunidad se vuelva coinvestigadora, pues los habitantes recolectan los datos con la aplicación móvil Discovery Tool y realizan su posterior análisis. La idea es que ellos mismos se empoderen como agentes de cambio al presentar los resultados a los tomadores de decisiones del entorno escolar.
El equipo de isBARU ya ha entregado un informe de trabajo y de estadísticas a la institución educativa y está analizando los datos. Los resultados del diagnóstico serán entregados en el año 2020 y con ellos se busca generar insumos para los tomadores de decisiones y para la Institución Educativa de Santa Ana. La información pretende “crear estrategias que disminuyan la violencia y promuevan hábitos saludables en esta población tan vulnerable”, dice Olga Lucía Sarmiento, coinvestigadora del proyecto y profesora de la Facultad de Medicina.
Con investigaciones como isBARU, Los Andes está teniendo presencia regional, aprovechando además la Sede Caribe de la Universidad, donde se ha llevado a cabo parte del trabajo de campo.
isBARU: una apuesta por adolescentes saludables
Un estudio sobre la situación social y de salud de los jóvenes en Barú, involucra a la comunidad en su desarrollo.Un estudio sobre la situación social y de salud de los jóvenes que involucra a la comunidad en su desarrollo, está haciendo un diagnóstico de la actual situación social y de salud de uno de los destinos paradisiacos que enorgullecen a los colombianos.
Si se busca en Google la palabra Barú, el resultado arroja varias ofertas de hoteles con planes todo incluido y fotos de mar azul turquesa y arena blanca. Esto pareciera ser Barú. Pero hay mucho más. Junto a este paisaje vacacional, existen poblaciones que contrastan con la idea de playas paradisiacas: pueblos de calles destapadas, empozadas y casas con menos que lo básico. Este contraste se ha venido incrementando desde la construcción del puente vehicular que comunica a Cartagena con Barú en el año 2015. A un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad de los Andes le interesó esta parte de la península.
Dentro de los tres pueblos que tiene Barú —un corregimiento del distrito de Cartagena que alberga aproximadamente 30.000 habitantes—, los investigadores eligieron a Santa Ana. Una población de alrededor de 4.000 habitantes, a 40 minutos de la histórica capital de Bolívar, con varias necesidades básicas insatisfechas, por lo que lo primero que hicieron fue averiguar por las que eran urgentes para sus habitantes.
Eduardo Luis de la Vega, director de la Fundación Amor por Barú, que lleva más de 12 años trabajando en esta comunidad, cuenta cómo después de foros abiertos y conversaciones con los habitantes, estos manifestaron dos necesidades críticas. Primero, la salud pública, pues varios hogares carecen de acueducto y alcantarillado y en las calles es común el empozamiento de aguas. Segundo, la situación de la adolescencia en la comunidad, pues perciben un alto grado de violencia y el uso de sustancias psicoactivas.
Uniendo saberes
Con los problemas detectados, la fundación se apoyó en la Universidad de los Andes, la Universidad Internacional de Florida y la Universidad de Stanford para hacer un diagnóstico de la salud de los adolescentes en términos de violencia, actividad física, relación con el entorno construido y uso de sustancias psicoactivas. Así nació el proyecto isBARU, que es financiado por el National Institutes of Health (NIH) y apoyado por la Institución Educativa Santa Ana, donde se trabajó con 246 adolescentes matriculados.
Para obtener este diagnóstico necesitaron una perspectiva multidisciplinar y contar con expertos en sistemas complejos, en psicología, en salud pública y en medicina. Para eso integraron un equipo de investigadores en estas áreas, encabezado por Felipe Montes, del Departamento de Ingeniería Industrial, y Ana Lucía Rodríguez, estudiante doctoral del Departamento de Psicología de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
El papel de la ingeniería en isBARU está enfocado en el estudio de las interacciones de los adolescentes como un sistema complejo de la vida real, donde mediante el análisis de redes se pueden evaluar hipótesis que permitan comprender el impacto en la salud a partir de las relaciones de apoyo y adversas. “Estamos mirando cuáles son las interrelaciones entre la comunidad de Santa Ana y las dimensiones de salud pública que estamos observando”, dice Ana María Jaramillo, asistente de investigación del Departamento de Ingeniería Industrial.
Por su lado, desde la Facultad de Medicina se está explorando cuáles son los facilitadores y las barreras que existen en el ambiente construido, y que llevarían a tener hábitos saludables en el entorno escolar. Para ello se están apoyando en la metodología de ciencia ciudadana Nuestra Voz de la Universidad de Stanford. Esta metodología está permitiendo que la comunidad se vuelva coinvestigadora, pues los habitantes recolectan los datos con la aplicación móvil Discovery Tool y realizan su posterior análisis. La idea es que ellos mismos se empoderen como agentes de cambio al presentar los resultados a los tomadores de decisiones del entorno escolar.
El equipo de isBARU ya ha entregado un informe de trabajo y de estadísticas a la institución educativa y está analizando los datos. Los resultados del diagnóstico serán entregados en el año 2020 y con ellos se busca generar insumos para los tomadores de decisiones y para la Institución Educativa de Santa Ana. La información pretende “crear estrategias que disminuyan la violencia y promuevan hábitos saludables en esta población tan vulnerable”, dice Olga Lucía Sarmiento, coinvestigadora del proyecto y profesora de la Facultad de Medicina.
Con investigaciones como isBARU, Los Andes está teniendo presencia regional, aprovechando además la Sede Caribe de la Universidad, donde se ha llevado a cabo parte del trabajo de campo.