Durante cuatro años como decana de la Facultad de Ingeniería, Rubby Casallas ha enfrentado varios desafíos. En medio de la pandemia, asumió como primera mujer en un cargo liderado por hombres en más de siete décadas de historia de la Universidad de los Andes; y lanzó las primeras maestrías virtuales, ante el escepticismo de muchos de que la calidad de la educación se perdería en la virtualidad.  

A pesar de tener una agenda sumamente apretada, dicta clase porque no quiere dejar de enseñar. Utiliza la plataforma Slack para comunicarse exclusivamente con los estudiantes del curso de Desarrollo de Software, pues ellos son la prioridad y quiere evitar que los numerosos correos que recibe al día se mezclen con los de sus clases.

Su conexión con la Universidad de los Andes inició a los 10 años. Acompañaba a su tía a los laboratorios de bacteriología en el antiguo edificio B. Luego, entró a estudiar ingeniería de sistemas y computación y realizó su especialización en Sistemas de Información en la Organización.

Le apuesta ahora son los nuevos programas de pregrado en Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos, este último en colaboración con otras facultades.

Sin duda, Rubby Casallas ha sido testigo de la evolución de Uniandes y es una autoridad para hablar de transformación de la educación mediante el uso de las nuevas tecnologías. 


¿Cómo visualiza la transformación de la educación con el auge de la inteligencia artificial? 

Sin lugar a dudas, la inteligencia artificial representa uno de los retos más inminentes en el ámbito educativo, tanto para estudiantes como para profesores. La dinámica entre ambos debe evolucionar y este cambio no es sencillo. El profesor debe adoptar un enfoque diferente para captar la atención de los estudiantes.

El aspecto más crítico es la necesidad de repensar las evaluaciones, muchas de las metodologías de evaluación actuales han perdido su relevancia y sentido, por lo que es imperativo buscar alternativas que estén en línea con las nuevas tecnologías y formas de aprendizaje. 

Actualmente, trabajamos en el proyecto que hemos llamado ‘Inteligencia Aumentada’, un esfuerzo colaborativo de la Facultad que involucra a profesores y a un grupo de estudiantes para desarrollar herramientas especializadas que asistan en tareas académicas y administrativas como la enseñanza, el aprendizaje, scouting, mercadeo e investigación. Es importante reconocer que no es una solución milagrosa ni reemplazará completamente al humano. 

¿Usted considera que debería prohibirse el uso de la IA en los salones de clase? 
  
No fue necesario prohibir a los estudiantes el uso de correctores ortográficos en Word y lo mismo aplica para los asistentes de IA. Lo esencial es que utilicemos y enseñemos a usar estas herramientas de manera ética y responsable. Creo que parte de los problemas que hemos tenido hasta ahora es que se intenta usar como si fuera un Google avanzado, es decir, solo se hace una búsqueda y se espera una respuesta. Su empleo es mucho más interesante cuando se utiliza como asistente que complementa nuestro trabajo a través de un diálogo interactivo. 

El pensamiento crítico sigue siendo un pilar fundamental, especialmente para los ‘primíparos’. Nuestro objetivo es combatir el facilismo e incentivar el debate entre los estudiantes. Por ejemplo, este semestre estamos promoviendo aún más la enseñanza de la ingeniería a través de ejemplos prácticos, como visitas a empresas o comunidades para entender los problemas reales y proponer soluciones.

¿Cuál ha sido uno de los sus grandes retos como decana? 

El lanzamiento de las maestrías virtuales ha sido uno de los desafíos más significativos que he enfrentado, incluso lo asumí antes de ser decana. Me involucré en el proyecto de la primera maestría virtual en 2019. 

Fue una lucha convencer a colegas y a la institución de que la calidad de la educación virtual podía ser excepcional. El reto más grande fue cambiar esa percepción, pero fuimos la primera universidad de habla hispana en América Latina en asociarse con Coursera para ofrecer una maestría formal. 

La Maestría en Ingeniería de Software, mi especialidad, fue el programa pionero. La producción de videos fue una aventura. Durante la pandemia tuve que grabarme sola sin el equipo adecuado, improvisaba con pilas de libros como trípode y tenía que lidiar con los ladridos de mi perro. Con el tiempo logramos mejorar la calidad -cuando se terminaron las cuarentenas- y un camarógrafo pudo venir a mi casa. 

Hoy tenemos cinco maestrías virtuales: Ingeniería de Software; Inteligencia Analítica para la Toma de Decisiones; Inteligencia Artificial; Gerencia de la Ingeniería; y en Gerencia de Tecnologías de la Información. Hemos otorgado alrededor de 300 títulos en Ingeniería de Software y Analítica; contamos con aproximadamente 730 alumnos en nuestras maestrías (incluye algunos estudiantes internacionales), que representan el 45 % de la población total de los posgrados de la Facultad.

¿Cómo pudo demostrar que la virtualidad mantendría el sello de calidad de otros programas? 

Nuestro componente diferenciador es el seguimiento de los profesores y el feedback a los estudiantes. Cada semana se organizan encuentros sincrónicos que permiten ver detalladamente el progreso de los estudiantes. Contamos con recursos didácticos diversos y enriquecedores que abarcan videos concisos, entrevistas con expertos de la industria, infografías, análisis de casos y proyectos prácticos. El compromiso con cada estudiante es que se sienta acompañado y apoyado. 

¿Cómo percibe la evolución de la educación desde que era estudiante hasta ahora en su labor como decana? 

Aunque no sé si debería decir que éramos más juiciosos, al menos éramos más obedientes. La mayoría de los cursos seguían un enfoque de aprendizaje invertido. Preparábamos la clase, estudiábamos y leíamos, y luego en el salón eran los profesores los que nos preguntaban y planteaban ejercicios. 

En el panorama educativo actual, se observa una tendencia creciente entre los estudiantes menos motivados, pareciera que la motivación intrínseca que antes era más evidente, ahora se ha disipado. En mi caso particular, que me fuera bien era la única opción ‘o me iba bien o me iba bien’; me encantaba la Universidad. Los profesores, ahora, enfrentan un gran desafío, ya que su rol trasciende la mera enseñanza. Existe una necesidad de redoblar nuestros esfuerzos para inyectar entusiasmo, fomentar el deseo de aprender y de aprovechar cada momento dentro del aula.  



¿Qué ofrece la Facultad para mantenerse actualizado como profesional, en una época en que la tecnología avanza rápidamente? 

En la educación continua hemos triplicado nuestra oferta. Tenemos una mayor cantidad de cursos y opciones que permiten tomar módulos pequeños, como microcredenciales o insignias, hasta cursos completos. Esto hace que la educación sea más flexible y apilable. Ahora certificamos competencias, no solo asistencia.  

Trabajamos en atraer estudiantes internacionales. Por ejemplo, vienen de Perú, Ecuador y El Salvador a participar en actividades académicas. Este año planeamos tener once misiones académicas, que incluyen estudiantes de Panamá, El Salvador, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana y Perú. Además, estamos lanzando una campaña más amplia para ofrecerles la posibilidad de tomar cursos de nuestras maestrías durante el pregrado, lo que les permitirá avanzar en sus estudios de manera más integrada. 

Además, tenemos el Master Track, que les permite completar un semestre de la maestría y obtener un certificado especial. 

¿Qué medidas se han tomado para incorporar a más mujeres en el campo de la ingeniería?

Desde primaria, tenemos colegios que nos visitan. Es muy bonito verlos trabajar con robots, drones, impresoras 3D y una cantidad de cosas que nunca habían imaginado hacer.

Una de las iniciativas en las que estamos trabajando es con CREA, nuestro laboratorio en asociación con SLB (anteriormente Schlumberger). Nuestro objetivo es atraer a niños y niñas desde muy pequeños, pero en particular a las niñas, para que aprendan que hacer cosas ingenieriles o científicas puede ser muy divertido y motivador. Esta es nuestra principal estrategia. Sin embargo, no veremos los frutos de inmediato. Cuando una chica llega a noveno grado, muchas veces ya ha decidido que no quiere estudiar ingeniería, incluso si no está completamente segura. En ese punto, convencerla es muy difícil. Por eso creemos que las estrategias deben enfocarse en los niños más pequeños.


¿Cuál ha sido su mayor logro como decana?

El mayor logro, que no es solo mío, es la creación de la Vicedecanatura de Asuntos Estudiantiles, que surgió con el propósito de velar por el bienestar integral de los estudiantes en aspectos como salud física, mental y desempeño académico. Antes, delegábamos estas responsabilidades a la Decanatura de Estudiantes, pero consideré necesario un enfoque más específico y dedicado.

Hoy, el bienestar de nuestros estudiantes es una preocupación mayor, especialmente después de la pandemia, cuando nos enfrentamos a una población estudiantil con necesidades y desafíos complejos. Esto implica, además, un cambio en la mentalidad de los profesores, quienes debemos brindar un apoyo más integral a los estudiantes. 

¿Qué proyectos vienen para la Facultad?

Estamos trabajando en muchos proyectos, pero quiero destacar el lanzamiento de nuevos programas de pregrado en Ciencia de Datos, en colaboración con otras facultades, y otro es el pregrado en Inteligencia Artificial. Sus lanzamientos dependerán de los procesos de aprobación.
 



 

Escrito por:

Johanna Ortiz Rocha

Periodista