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Inteligencia artificial para la protección del Amazonas

Tras dos años de su lanzamiento, “Guacamaya” ha permitido a los científicos reducir el tiempo de procesamiento de datos biológicos y analizar millones de imágenes en segundos.

A dos años de su lanzamiento, “Guacamaya” ha transformado la investigación y conservación ambiental mediante el uso de inteligencia artificial para estudiar la biodiversidad amazónica. Esta tecnología permite procesar información en una décima parte del tiempo en comparación con el análisis manual y se perfila como una fuente invaluable de datos para la protección del ecosistema.
 

“El proyecto se ha enfocado en tres áreas principales de investigación para monitorear y proteger la Amazonía: análisis de cámaras trampa, bioacústica y monitoreo de imágenes satelitales”, señaló Pablo Arbeláez, director del Centro de Investigación y Formación en Inteligencia Artificial (CinfonIA) de la Universidad de los Andes, durante su presentación en la COP16. 
 

En el análisis de datos de las cámaras trampa instaladas en la selva para estudiar el comportamiento de las especies, el Proyecto Guacamaya ha logrado avances significativos. El equipo ha desarrollado modelos que están disponibles para el público, y estas herramientas ya han sido descargadas más de 30 mil veces por ONG y grupos de conservación de todo el mundo, quienes las utilizan para estudiar una amplia variedad de especies y ecosistemas. “Uno de los grandes beneficios de la inteligencia artificial es que los métodos que desarrollamos para la Amazonía pueden adaptarse a otras regiones y aplicarse a problemas similares en lugares como África o Asia”, destacó Arbeláez. 
 

En colaboración con el Instituto Sinchi y el Instituto Humboldt, el enfoque en bioacústica permite analizar los sonidos naturales de la Amazonía para identificar y monitorear la fauna local, así como evaluar la salud del ecosistema y su respuesta al estrés ambiental.
 

Por último, el monitoreo de imágenes satelitales, desarrollado en colaboración con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) y el Instituto Sinchi, utiliza datos de estas entidades para identificar de forma automatizada las zonas de deforestación y clasificar los distintos tipos de bosques. “Esta tecnología ofrece un análisis detallado y en tiempo real de la cobertura forestal. Además, el modelo detecta áreas con aumentos en la pérdida de bosque y emite alertas para que las autoridades puedan tomar decisiones informadas de manera oportuna”, agregó Andrés Hernández, investigador de Los Andes. 
 

Cámaras trampa instaladas en la selva para estudiar el comportamiento de las especies, (Proyecto Guacamaya)

Cámaras trampa del Proyecto Guacamaya

Expansión del proyecto a nivel regional y global



Los modelos pueden ser aplicados a otros países de la región amazónica. “El Ministerio de Medio Ambiente del Perú, entre otros gobiernos, ha mostrado interés en unirse al proyecto. Esperamos que esta iniciativa, que comenzó en Colombia, se extienda a toda la región amazónica”, añade Hernández. Este enfoque colaborativo permite que la inteligencia artificial se adapte a diversos ecosistemas, facilitando la conservación de la biodiversidad en múltiples frentes. 
 

Guacamaya es el resultado de una sólida alianza entre Microsoft, AI for Good y la Universidad de los Andes. Esta colaboración estratégica maximiza el potencial de la tecnología para proteger el Amazonas y otros ecosistemas críticos a nivel global, demostrando cómo la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta esencial para el futuro de la conservación ambiental. 

 
“Estos resultados deben estar disponibles para la comunidad científica, de modo que todos puedan aprovechar esta información y entender qué está sucediendo en un ecosistema tan crucial como el bioma amazónico”, resaltó Andrés Mauricio Rengifo, director de asuntos corporativos externos para Microsoft Suramérica. 

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