El salto hacia el ciberespacio
Los Andes protagonizó uno de los capítulos más importantes en la historia contemporánea del país: la llegada de Internet a Colombia.Enredados entre el fútbol, el narcotráfico y la política. Así vivían los colombianos a finales de los 80. El regreso de la Selección a un mundial, las barbaries de Pablo Escobar y las elecciones presidenciales de 1990 vestían las páginas de los diarios nacionales.
En medio de esta turbulencia mediática, que atosigaba al país entero, un equipo de investigadores y académicos gestaba un trascendental salto tecnológico.
Era 1986. Mientras la Universidad de los Andes instauraba el Programa Hermes, que permitía a sus dependencias acceso gratuito a la computación y alfabetización en nuevas tecnologías a la comunidad uniandina, el Centro de Cómputo se abastecía con un robusto sistema tecnológico y fue allí en donde se consolidó, en 1988, la Red de la Universidad de los Andes (RDUA), una red interna que conectaba a algunos edificios de la institución. Fue tan exitosa que en un par de años logró expandir su alcance a la Biblioteca Luis Ángel Arango, algo inusual para la época.
“Logramos que muchas universidades se conectaran a Los Andes a través de redes públicas y telefónicas con algo denominado ‘pares aislados’; es decir, colocamos un cable de una universidad a otra y, a través de nosotros, las universidades accedían a la biblioteca. Ese fue el primer paso”, recuerda orgulloso Hugo Sin Triana, encargado de hilvanar la estrategia que abrió la puerta para que Internet llegara al país.
Académicos y administrativos articularon esfuerzos para encontrar alternativas de interconexión mundial. La inquietud surgió del profesor de Antropología Carlos Uribe, quien le propuso a Iván Trujillo, director Administrativo de Los Andes, afiliarse a Bitnet, una antigua red internacional de computadores creada en Estados Unidos, antecesora de Internet, utilizada entre instituciones académicas del mundo para compartir información mediante correo electrónico y otros servicios interactivos.
Aunque lograrlo no era fácil, la experiencia e infraestructura tecnológica que emergía en Los Andes era idónea para enfrentar el desafío. “Esa primera conexión la hicimos en 1989 con velocidad de 9,6 kilobits, un millón de veces más lenta que ahora que hablamos de gigabits, pero era suficiente para enlazarnos con la Universidad de Columbia”, cuenta Sin, ingeniero de sistemas, especialista en telemática, informática y telecomunicaciones de Los Andes.
Este interés por conquistar el ciberespacio dio lugar al nacimiento de la Red Universitaria Nacional de Colombia (Runcol), un grupo de universidades que se lanzaron a explorar entre redes de interconectividad digital para traspasar fronteras. Se unieron la Universidad Nacional, la Universidad del Valle, la Universidad del Norte y la Universidad Industrial de Santander y Eafit, apoyadas por la empresa estatal de telecomunicaciones Telecom y el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes), y se designó a Los Andes como nodo principal para realizar pruebas de conexión a Bitnet.
En ese entonces los procesos de conexión eran extremadamente costosos. Un canal de 9,6 kb por segundo costaba cerca de 10.000 dólares mensuales, suma impagable para las universidades. No obstante, lograron un acuerdo con Telecom para costear una parte en especie, con cursos y consultorías, y la otra en dinero.
Con la llegada de Bitnet II, en 1991, las direcciones IP (identificador único de elementos conectados a la red) que utilizaba Los Andes fueron liberadas porque pertenecían a la Universidad de Columbia. Con ello, empeñado en su travesía interconectada, Sin inició el trámite para la asignación de unas nuevas ante el Internet Network Information Center (InterNIC), organismo responsable de los nombres de dominios y direcciones IP.
“Yo registré el dominio ‘.co’ y lo administré durante nueve años, hasta que me retiré de la Universidad”, señala sobre este salto que posicionaba a la Universidad de los Andes como pionera en la conexión a Internet y, además, como institución encargada de administrar el ‘.co’ a lo largo de 18 años, después de los cuales, en 2010, pasó a manos de la empresa .CO Internet S.A.S.
Pese a estos esfuerzos, las dudas aún asaltaban a dirigentes del gobierno e incluso a propietarios de empresas, que no dimensionaban la magnitud de este adelanto tecnológico. “Parte de lo que hicimos en las universidades fue evangelizar al sector privado para dar a entender la utilidad de las redes, su potencial y cómo generar valor a las organizaciones”, destaca Sin, cuya labor alcanzó a tambalear cuando Colciencias rechazó un proyecto para financiar la conexión del país a Internet, en 1992.
Si bien la negativa opacaba el panorama, Los Andes y otras universidades persistieron en seguir el rumbo y diseñaron el llamado Backbone nacional, una especie de eje dorsal de las conexiones a Internet administrado en ese momento por la National Science Foundation, en Estados Unidos.
Con este desarrollo, un año después Hugo Sin y representantes de otros centros educativos le insistieron a Colciencias sobre las ventajas de esta tecnología para el desarrollo del país. El camino se enderezó y en 1993 la entidad estatal decidió asumir el costo inicial de la inversión. Así nació InterRed, una corporación privada conformada por delegados del Icfes, Colciencias, Eafit, la Universidad del Valle la Universidad Nacional entre otras instituciones de educación y se adquirieron equipos que se instalaron en el Centro de Cómputo de la Universidad de los Andes, dirigido en ese entonces por Fernando Salcedo Gómez, en donde se contrató personal calificado para cristalizar la anhelada conexión. La misma National Science Foundation donó un enrutador exclusivo para Latinoamérica, ubicado en Homestead, Florida.
Después de tanto trabajo, paciencia y persistencia, el 4 de junio de 1994 Colombia le abrió las puertas a Internet. La señal llegó desde Florida (EU) al centro de operaciones de Impsat, en el cerro de Suba; de allí, al edificio Colpatria y, finalmente, viajó a la Universidad de los Andes: “La velocidad era mayor. Pasamos de 9,6 kb a 64 kb. La comunicación no era necesariamente con Telecom, pues había otras alternativas y los costos eran más razonables”, asegura Sin, el primer internauta colombiano, quien a sus 55 años, reconoce que profetizar la vertiginosa evolución de las comunicaciones con la llegada del World Wide Web (WWW), y luego con la web 2.0, era imposible. “Fue un cambio significativo. Pasamos de ser consumidores a productores de contenido; y eso, entre otras cosas, gracias al desarrollo de las redes sociales. Yo creo que nadie se imaginó un Facebook o cosas por el estilo”.
Hoy, la Universidad dispone de GRIDS Uniandes, una poderosa infraestructura computacional que permite el procesamiento de información de datos que no se pueden ejecutar en equipos convencionales, iniciada en el Departamento de Física y administrado por la Dirección de Servicios de Información y Tecnología (DSIT). Por su parte, el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación ofrece un programa de pregrado, siete de maestría en áreas de tecnología e información y un doctorado. Además, cuenta con seis laboratorios especializados, un datacenter, tres salas de cómputo, tres grupos de investigación avalados por Colciencias, tecnología de punta y equipos e infraestructura para desarrollar proyectos en visualización y procesamiento de datos, robótica, sistemas autónomos, entre otras áreas.
En 2017:
- 98 % de los municipios colombianos ya estaban conectados a Internet.
- 47 zonas apartadas cuentan con red de alta velocidad. En 21 municipios localizados allí ya hay Internet inalámbrico.
- 772 municipios cuentan con 4G.
- 64 % de hogares tienen acceso a Internet.
- 72 % de hogares tienen al menos un celular inteligente. Entre estos, 89 % están conectados a Internet.
Este es uno de los hitos que ha marcado la historia de la Universidad de los Andes y que han contribuido al desarrollo del país.