Reconocer el fracaso es importante en las organizaciones
José Rodrigo Córdoba, invitado al curso Creatividad: un enfoque sistémico, de la Escuela de VeranoHacerlo es darle valor a aquellos que se atreven, explica José Rodrigo Córdoba, invitado al curso Creatividad: un enfoque sistémico, de la Escuela de Verano.
"No solo hay que valorar el éxito. También hay que valorar el intento de hacer las cosas y crear una cultura en donde el miedo a fracasar no sea el motivo. Si ese miedo se apodera de las organizaciones, no se generan ideas y nadie intenta".
Ese consejo de José Rodrigo Córdoba, profesor de la escuela de administración Royal Holloway de la Universidad de Londres, hace parte de algunos que dejó tras dictar el curso Creatividad: un enfoque sistémico, de la Escuela de Verano en la Facultad de Ingeniería.
Su precepto básico es que "el todo es más que la suma de las partes"; es decir, un sistema no se forma solo de los elementos que lo componen, sino que son importantes las interacciones que se generan entre unos y otros.
En ese sentido, hablar de creatividad implica hacer conexiones y entender que "entre todos se puede hacer algo que ninguno podría hacer solo".
Bueno, ¿y eso cómo se aplica en la vida organizacional?
José Rodrigo Córdoba: Nuestras empresas todavía se rigen por un modelo de máquina donde el paradigma es dividir el problema en partes. Entonces se rompe la comunicación horizontal y se rompe el entendimiento de una situación, de modo que también se dan soluciones por partes.
¿Si las consecuencias de no tener ese pensamiento sistémico son evidentes, por qué no es fácil asumirlo?
JRC: porque hay miedo a perder el control. Es más fácil dividir y seguir con la idea de que cada quien se encargue de su parte. El riesgo de eso es que la organización se vuelve muy inflexible y las decisiones solo se pueden tomar en comités o en los despachos de los jefes, y eso, a veces, puede ser muy tarde.
Y también está la postura del trabajador que se pregunta cuál es el incentivo para salir de sus límites de acción, para proponer, para participar en otras áreas, si al final, cuando se miden los resultados, solo se miden los de su área. Y ahí viene una contradicción típica: 'usted es libre de hacer lo que quiera pero mejor dedíquese a lo que le corresponde'. Entonces, ¿qué ganas quedan de volver a participar? Nuestras organizaciones todavía son muy medievales, y a pesar de los avances en tecnología, que permiten la comunicación horizontal, persisten los límites definidos e inamovibles.
En esos ambientes, ¿cómo se le puede dar paso a la innovación?
JRC: Hay unos autores que, siguiendo la idea del pensamiento sistémico, sostienen que la persona no es creativa por sí misma, sino que se requieren tres condiciones:
- La experiencia.
- La habilidad de resolución de problemas y de creación.
- La motivación.
Y esta última no se refiere solamente a los estímulos externos, como bonos, viajes o aumentos salariales, sino a la motivación interna de cada quien para hacer las cosas. Y eso, normalmente, es la sensación de sentirnos parte de algo importante.
Entonces, permitirle a la gente que proponga y tener en cuenta sus opiniones no solo es saludable para la empresa sino para la persona, porque siente que puede generar impacto a su alrededor.
En definitiva, si esas tres condiciones están armonizadas, hay gente feliz haciendo cosas bien hechas.
¿Y si se equivocan, si no salen tan bien hechas?
JRC: Juzgar el fracaso lo único que hace es concentrar lo que sucede en una sola persona. Pero en un sistema el fracaso es la consecuencia de muchas interacciones. Un fracaso sistémico no tiene que ver solo con el punto final sino con toda la cadena de sucesos anteriores. Si se tiene en cuenta eso, podría distribuirse mejor la responsabilidad y también el miedo a fallar.
¿Qué vale la pena tener en cuenta para estimular la creatividad?
- Darse permiso para explorar, crear, e intentar.
- Entender que cada quien es creativo a su manera.
- Darse tiempo para pensar.
- Viajar.
- Aceptar la incertidumbre.