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Estatuas que caen: una disputa sobre la memoria

Con las últimas acciones, el pueblo indígena Misak busca reivindicar su memoria ancestral. Una reflexión sobre los símbolos históricos.
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Fotos: Felipe Cazares.

¿Qué tipo de memoria se ha impuesto? ¿Quién decidió que esa era la memoria? ¿Se puede disputar la memoria? Son algunos de los interrogantes que abre la doctora en Antropología y profesora de la Universidad de los Andes, Alhena Caicedo, en una reflexión en torno al derribamiento de estatuas de personajes de la Colonia que ha hecho el pueblo Misak en diferentes ciudades de Colombia.

En su análisis, Caicedo plantea que hay una disputa sobre los símbolos históricos y sobre la memoria que se quiere tener. “Nuestra memoria fue saqueada en ese proceso que se llamó conquista, que para nosotros se trató de una imposición, de una invasión. Por eso buscamos reivindicarla”, defiende Francia Elena Yalanda, indígena Misak, durante un conversatorio del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider).

En palabras de Yalanda, las imágenes que reproducen las estatuas traen dolor y tristeza para el pueblo Misak. Por eso explica que parte de sus luchas se han concentrado en repensar el pasado, porque de este también depende el futuro, considerando que el tiempo para los grupos indígenas no es lineal, sino circular.

Derribar estatuas se convierte en un acto simbólico para deshacer lazos de terraje y latifundios. Cuando se logra esa ruptura, se genera un proceso interno de recuperación identitaria. Volver a recuperar la raíz, para recuperarlo todo, explica la investigadora Caicedo.

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Y es que hay una disputa de fondo sobre los lugares de memoria, frente a historias que no son oficiales. La memoria se construye, no es fija y coincide con un proceso de paz que ha permitido un ejercicio de recuperación de ciertas luchas. Una mirada al pasado deja ver una Constitución del 91, que reconoció una deuda histórica con los pueblos originarios y que hace un llamado a reconocer la diversidad cultural y étnica.

¿Se está pensando la memoria de una forma diferente? Colombia no es el único caso y este tipo de actos simbólicos también vienen ocurriendo en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. En Bolivia, por ejemplo, un grupo de activistas de Mujeres Creando vistió la estatua de Isabel la Católica con prendas típicas de las cholas o mujeres indígenas andinas. “La chola ha ingresado en la sociedad paceña y no gracias a su patrón o al Estado, sino a pesar de estos y todo el racismo desplegado contra ellas”, contó a Verne, María Galindo de este colectivo.

En el caso del pueblo Misak, El Morro, donde se tumbó la estatua de Sebastián de Belalcazar, es precisamente un espacio en el que se ha encontrado hallazgos prehispánicos importantes. Francia Yalanda asegura que la memoria originaria fue vandalizada durante la Colonia. “Por eso esas imágenes no nos representan”, explica.

Esta mujer Misak agrega, además, que la lucha nunca ha sido en contra del pueblo, sino en la defensa del agua, la tierra, el aire y, por supuesto, la memoria histórica ancestral.

Algo está cambiando socialmente, porque hay una interpelación directa a la sociedad sobre ¿Cuál es el lugar de lo simbólico? ¿Cuáles son los símbolos que quisiéramos ver como representativos? En una profundización de la democracia, sostiene la investigadora Caicedo, se debe pensar la memoria y hacer un reconocimiento de un mayor número de voces de lo que es Colombia.