Amberes: un sello de calidad editorial de hace 500 años
A mediados del milenio pasado, esta región de Europa era reconocida por la calidad de su producción editorial.Apetecido por los más reconocidos artistas españoles de la época e imitado por falsificadores, a mediados del milenio pasado existió en Europa una región reconocida por la calidad de su producción editorial: Amberes. Parte de estas obras, caracterizadas por la pulcritud y perfección de cada trazo, es conservada en bibliotecas públicas y privadas en Bogotá y se encuentra representada en el libro El Sello de Amberes: Libros Flamencos en Santa Fé, siglos XVI y XVII, de la historiadora belga Muriel Laurent.
Publicaciones como la Biblia Sacra (1583), El Atlas del orbe de la tierra (1602) – el primer atlas moderno de Abraham Ortelius –, el manual de catecismo Itinerario para parochos de indios – del obispo de Quito Alonso de la Peña –, y Vida y hechos del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha (en una edición de 1673 con múltiples ilustraciones), dan fe de la riqueza y diversidad cultural que llegaron a la Nueva Granada y se encuentran plasmados en el libro junto a una narración sobre la región, esta industria y su importancia en la evangelización y sustento del Imperio español; los significados de las imágenes y quiénes fueron los propietarios de los libros y los usos que les dieron. Parte de las obras también se encuentran exhibidas en las exposiciones físicas y virtuales de las bibliotecas públicas Nacional y Luis Ángel Arango.
"Muchos de los autores españoles de la época, como Miguel de Cervantes o Francisco de Quevedo, querían que alguna edición de sus libros fuera publicadas en Amberes por la calidad reconocida de la impresión del texto y de los grabados que lo acompañaban", afirma Laurent, profesora del Departamento de Historia, quien dedicó cerca de un semestre junto a Daniel Montilla al estudio y análisis de las amplias colecciones de libros que llegaron a Santafé entre 1530 y 1714 y son conservadas por las bibliotecas Nacional, Luis Ángel Arango, del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y del Seminario Conciliar de Bogotá.
Amberes es una región ubicada en parte de las actuales Bélgica y Luxemburgo. Formaba parte de los Países Bajos españoles entre los siglos XVI y XVII, época en que se destacó como un importante centro cultural y comercial de Europa. Allí floreció su industria tipográfica de la mano de familias de impresores y editores como Cristóbal Plantino – quizás el más importante y cuyo sello perduró durante varias generaciones –, los Nucio, Steelsio y Verdussen.
Como las provincias del sur de los Países Bajos se mantuvieron fieles al rey de España y al catolicismo, las casas editoriales jugaron un papel fundamental en la evangelización, la administración colonial y la educación.
“Estamos frente a la empresa de un imperio cristiano mediante el cual se jugó, en los siglos XVI y XVII, la globalización del pensamiento europeo y el mestizaje cultural”, se explica en la introducción del libro.
Detalle del libro Theatrum orbis terrarum de Abraham Ortelius, el primer atlas moderno y una de las publicaciones más importante de la Officina Plantiniana. Las imágenes a color corresponden a una edición de 1609, mientras que la que está en blanco y negro data de 1602. Esta obra se caracterizó porque "incluía por primera vez en un mismo formato y a un precio accesible, todos los mapas de la Tierra conocida", se explica en el libro.
Por esa razón, y aunque las temáticas de las obras eran diversas (como botánica, medicina, geografía, cartografía, geometría, astronomía y humanismo) y en una gran variedad de idiomas (latín, español, francés, hebreo, griego y flamenco), la mayor parte de la producción era religiosa y estaba avalada por la Iglesia, por lo cual sus sellos eran falsificados para evadir el control de la Inquisición.
De igual manera, en las colecciones estudiadas fueron encontradas imitaciones que llegaron hasta las bibliotecas del Nuevo Mundo, y fueron conservadas como originales: "Por las falsificaciones se puede comprender que el sello de Amberes era muy atractivo. Existe un libro de Fernandez de Piedrahíta que es muy conocido en América, que se atribuye a la casa Verdussen y asegura en su portada que fue publicado en Amberes, pero en verdad es de Sevilla – relata Laurent –. Los expertos lo reconocieron como una falsificación por la calidad de su impresión, entre otras cosas".
Además, las obras denotan un intercambio cultural entre las colonias y España: no todas tuvieron su origen en el Viejo Mundo, sino que se conservan publicaciones con temáticas americanas. De igual manera, muchos ejemplares son piezas históricas que cuentan cómo fue su circulación, quiénes los usaron y cuáles eran sus intereses (por medio de firmas y notas manuscritas sobre los libros, por ejemplo): "Vimos que quienes lo usaron fueron hombres en particular, muchos de ellos frailes o profesores universitarios. No encontré marcas de mujeres ni de monjas, por ejemplo".
El libro, en últimas, es un esfuerzo de las universidades de Los Andes y del Rosario, las bibliotecas Nacional y Luis Ángel Arango, el Seminario Conciliar de Bogotá, la embajada del Reino de Bélgica en Bogotá y el Museo Plantin-Moretus (Amberes) por reconocer y atesorar el patrimonio bibliográfico compartido e impulsar, de alguna manera, investigaciones sobre estas publicaciones poco estudiadas.