El proceso de paz es la oportunidad para Colombia: Göran Therborn
Habló de la responsabilidad de las ciencias sociales para lograr sociedades menos desiguales.Trabajo duro, audacia y autocrítica. Estos son los tres requisitos indispensables para los científicos sociales que se enfrentan al mundo actual, lleno de cambios marcados por la individualización. El planteamiento es de Göran Therborn, sociólogo sueco y profesor emérito de sociología de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, quien visitó la Universidad de los Andes hablando de Los retos de América Latina y las ciencias sociales en el siglo XXI, a propósito del lanzamiento de las publicaciones de la Facultad de Ciencias Sociales.
Therborn, dedicado a estudiar las ciudades capitales como representación de poder, los procesos globales de desigualdad y sus comparaciones, en particular sobre las relaciones de sexo, género y familia, indicó que el papel de las ciencias sociales hoy se ha hecho más importante tras una erosión ideológica y el declive de intelectuales literarios.
Por eso, subraya, el trabajo duro debe ser más abierto y menos paradigmático. Recomienda la audacia para cuestionar el sentido común y destacar preguntas comunes con el objetivo de alcanzar horizontes lejanos. Por último sostiene que revitalizar la autocrítica es necesario pues las escuelas de pensamiento cerrado dejaron de existir.
El nuevo siglo es muy abierto Yo creo que el nuevo siglo está viendo el final de la hegemonía occidental, norteamericana y europea. También veremos la centralidad de la clase social y del movimiento laboral., dijo.
Para Therborn la apertura se evidencia en la desarticulación de las instituciones legales como la hegemonía patriarcal o sistemas opresivos como el racismo; en los cambios de la estandarización de la vida que fue parte de la sociedad industrial y que vivieron las comunidades agrarias tradicionales, y en la reorientación global del planeta, no solo geográfica, sino social; en la descomposición de la seguridad laboral, de la economía de la subsistencia estable en muchas partes del Sur, donde a cambio ha surgido lo que en el Norte se llama empleo precario, muy similar a lo que ustedes en América Latina llaman la economía informal y el empleo informal, inestable, frágil.
La visión clásica del mundo, que ha categorizado a las elites de América Latina, Norteamérica, Europa y otros lugares durante los dos últimos siglos, se está cuestionando porque no ha habido un progreso histórico, la historia no tiene una dirección, explicó.
En contraste aparece la individualización que ha polarizado el mundo y que evidencia, como nunca antes, la desigualdad, pero que muestra una interesante contradicción. Este proceso de individualización es contradictorio. Hay un camino, una ruta para avanzar y significa desarrollo de un individualismo igualitario y solidario. Y no es una utopía. En los Foros Sociales Mundiales se ven muchos jóvenes que son individualistas, con estilos de vida muy diferentes, con comportamientos corporales muy diversos, pero que están en estos foros porque son individualistas pero igualitarios, con una conciencia global, planetaria. Son individualistas solidarios. Este tipo de seres humanos existen, no es una utopía y tenemos que promoverlos.
Luego de charla, Göran Therborn, doctor en sociología de la Universidad de Lund, en Suecia, compartió algunas apreciaciones sobre América Latina, Colombia y las conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc.
En esa reorganización global, ¿hacia dónde va América Latina?
- Es muy difícil porque parece que el ciclo de más igualdad o menos desigualdad y de progreso social en la primera década de este siglo está terminando, y está marcado por la crisis económica, la caída de precios del petróleo y conflictos políticos. Esta crisis económica actual hay que manejarla, de una manera u otra, y soy bastante optimista respecto a la posibilidad de que América Latina avanzará a una sociedad menos desigual y menos violenta. Entre los años 60, 70 y 80 del siglo pasado la región vivió un periodo de dictaduras militares e intervenciones militares de los Estados Unidos, pero en la situación actual parece que esta opción no existe. Se evidencia un progreso social y el acuerdo entre Gobierno de Colombia y las Farc es un paso adelante en la región.
¿Cree que los diálogos entre Gobierno y Farc nos entregarán a los colombianos herramientas para lograr una sociedad menos desigual?
- Sí, podría ser. Colombia tiene ya experiencias urbanas extremadamente interesantes, con un urbanismo social que atrae la admiración de casi todo el mundo. En Medellín y Bogotá se ve que los problemas de desigualdad y pobreza persisten pero se han logrado grandes progresos. Con un acuerdo de paz creo que serían más las oportunidades de adelantar procesos hacia menos desigualdad. Sin embargo, a pesar de las iniciativas urbanas en algunas ciudades, promovidas por sus alcaldes, la desigualdad global no se ha reducido mucho en Colombia en estos años, diría que mucho menos que en Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, Chile. En Colombia hay ideas innovadoras, hay fuerzas progresistas que pueden cambiar la sociedad.
En ese proceso a una sociedad menos desigual, ¿cuál debe ser el aporte de la intelectualidad colombiana, a la que usted califica como viva y vibrante?
- Un reto es que los ricos paguen más impuestos para obtener recursos destinados a la inversión social. Por otra parte, a pesar de todo lo logrado, es necesario enfrentar grandes problemas: los contextos de gran pobreza en los barrios urbanos y en el campo. Todavía hay una enorme cantidad de problemas sociales y parece que no hay recursos fiscales, políticos e intelectuales suficientes para abordarlos. Estos problemas sociales siguen aumentando con la migración del campo a la ciudad, por ejemplo, y todas las grandes reformas urbanas han sido pocas frente a las olas migratorias de pobres y desplazados de la violencia. Creo que un acuerdo de paz es la gran oportunidad de Colombia para desarrollar un cambio social. No sé si será posible, pero este es el primer momento de una gran oportunidad, es decir, en la primavera de 2016, después del plebiscito para el acuerdo. Y si es positivo el plebiscito, es necesario utilizar este momento para que las fuerzas sociales progresistas demanden lo que se denomina los beneficios de la paz.