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Hacia una nueva filantropía

Los grandes capitales filantrópicos son un motor de la economía. Aunque no sustituyen al Estado, sí ayudan a complementarlo.
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Jeff Bezos, fundador de Amazon, donó 10.200 millones de dólares para combatir el cambio climático y ayudar a las personas afectadas por la pandemia del COVID – 19. Warren Buffett, considerado uno de los más grandes inversionistas del mundo, en el 2021 anunció que está en la mitad de su plan de donar la mayor parte de su fortuna; hasta el momento, ha dado 33 mil millones de dólares a la fundación de otro multimillonario y filántropo, Bill Gates.

Y es que en los últimos años, varios multimillonarios han donado un buen porcentaje de su capital para obras relacionadas con deporte, arte, ciencia y en gran proporción a la educación.

Para Eduardo Behrentz, vicerrector Administrativo y Financiero de la Universidad de los Andes, estas astronómicas donaciones indican los cambios y la evolución que se están dando en la filantropía.

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Otra de las señales de esta transformación es que muchos de los donantes no quieren que el dinero se quede guardado a perpetuidad. "Antes era muy común que cuando un empresario de estos donaba alguna parte de su fortuna dijera: ‘quiero que ese capital se invierta, y a la causa filantrópica vayan los intereses que genere’”, explica Behrentz.

Muchas de las necesidades sociales son urgentes y por eso la ventaja de recibir e invertir esos fondos de inmediato. En Colombia, una de las grandes preocupaciones es la movilidad social. Varias familias, por generaciones, han quedado atascadas en la trampa de la pobreza y una de las puertas de escape ha sido la educación. En ese sentido, muchos de los aportes filantrópicos han sido destinados a propiciar oportunidades para que más jóvenes accedan a educación de calidad, convirtiéndose así en impulsores de esa movilidad social. Pero aún falta mucho por hacer.

La educación mueve a la sociedad

Gracias a los aportes de grandes empresarios y miles de donantes, en la Universidad de los Andes cada año se ha logrado avanzar hacia una población de estudiantes más diversa. Mirándolo desde las condiciones socio-económicas en Colombia, en Los Andes hay estudiantes financiados de diferentes formas: con fondos del Estado, por los programas de apoyo financiero, campañas para acceder a becas y mediante préstamos en entidades bancarias.

Del total de estudiantes de la Universidad, 20 % tienen becas que reducen significativamente el costo de sus estudios, esto gracias a las donaciones que han contribuido a que ellos y sus familias cumplan sus sueños a través de la educación.

Algunos de los programas que han permitido el acceso a la educación en Los Andes son Quiero Estudiar, una beca otorgada a estudiantes con excelencia académica y necesidad económica. También está la campaña Pa´lante, realizada por cuarto año consecutivo en alianza con la W Radio, que ha apoyado regiones específicas como el Pacífico y el Caribe, y con Vamos Pa´lante, la iniciativa a la que se sumaron universidades de Bolívar, Valle, Antioquia, Tolima, Santander y el eje cafetero para becar a jóvenes que estuvieron en riesgo de deserción por razones económicas. Esta, en 2021, benefició alrededor de 1000 jóvenes.

Históricamente, Bogotá ha sido el lugar donde muchos jóvenes de todo el país buscan cursar sus estudios universitarios. La filantropía no solo los ha apoyado para tener esa oportunidad, sino también para quedarse en sus ciudades, recibiendo educación en sus sitios de origen o las capitales de departamento; apoyando la descentralización de la educación de calidad.

"Estos grandes capitales filantrópicos realmente son un motor de la economía, pero algo muy importante, esto no es para sustituir al Estado, pero sí es para complementarlo" — Eduardo Behrentz.

No es reemplazar al Estado

La lista de multimillonarios que apoyan causas sociales es grande, y aunque existen suspicacias del propósito de las donaciones, también se han reconocido los logros obtenidos. Una de las críticas que se hace es que se quiere sustituir al Estado, pero si se compara el dinero de la filantropía frente al que maneja una nación, esta cifra es minúscula. "Estos grandes capitales filantrópicos realmente son un motor de la economía, pero algo muy importante, esto no es para sustituir al Estado, pero sí es para complementarlo", afirma Eduardo Behrentz.

Señalando esta diferencia, Mathew Bishop, exeditor de The economist y coautor del libro Filantrocapitalismo: cómo los ricos pueden salvar al mundo, hace la recomendación a los filántropos que el dinero donado se invierta de forma más inteligente. Por eso recomienda que su manejo se haga como si se tratara de un negocio, siendo estratégico y eficiente.

Otro aspecto que marca a la filantropía moderna es que trabaja en equipo con instituciones especializadas, reduciendo la burocracia e invirtiendo mayor cantidad de lo donado en la obra en sí. Se puede decir que la filantropía ha evolucionado, no solo a ser una forma de devolver riqueza, sino también de invertir de forma más rápida y eficiente para ayudar a resolver los problemas que aquejan a la humanidad.