Que la vida de estudiante no afecte sus hábitos
Poca disponibilidad de tiempo para sentarse a comer, factores que pueden afectar la salud.Una cosa es tener la información, y otra es apropiarse de ella e incorporarla para vivir mejor. Esa es la diferencia entre comer y comer bien.
La vida universitaria implica múltiples compromisos y poca disponibilidad de tiempo para sentarse a comer con calma, por eso los hábitos alimenticios tienden a desmejorarse al llegar a esa etapa.
Y hay varios problemas con eso. El primero es que aquellos hábitos que se adquieren al final de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta son los que más arraigados se quedan durante el resto de la vida. Y el segundo es que la alimentación determina, en buena medida, la calidad de vida y la salud de una persona. De modo que si comemos mal, tarde o temprano el cuerpo lo va a manifestar.
Por eso es tan importante "crear la conciencia de que comer mal es fácil pero muy dañino", señala Carlos Mendivil, PhD en Nutrición de la Universidad de Harvard, quien invita a los estudiantes a esforzarse durante su época universitaria por crear buenos hábitos.
En esa medida, recomienda hacer tiempo en la agenda para comer y si es necesario levantarse antes para darse un desayuno completo, hacerlo. "No se puede sacrificar la salud", señala.
Incluso, a aquellos que se han acostumbrado a salir de su casa sin comer nada, los invita a probar lo contrario. "El primer día será difícil, al comienzo el cuerpo lo rechazará, pero pasados unos días ya se convertirá en una sana costumbre", explica.
Un desayuno completo debería incluir 5 cosas:
- Fruta
- Un lácteo caliente
- Un carbohidrato
- Una proteína
- Una bebida fría sin calorías
En cuanto al almuerzo:
- Un carbohidrato
- Una porción de carne magra
- Verdura (cuanta más pueda, mejor)
- Una bebida fría sin calorías
- Una bebida caliente o postre
Entre comidas se recomienda evitar los carbohidratos y consumir bebidas sin calorías.
Curiosidades sobre la alimentación
La saciedad no solamente está dada por la cantidad de alimentos o calorías que se consuman. También tiene que ver con la textura, el olor, el sabor, la temperatura y el ejercicio de masticarlos. Por eso fracasan las dietas que usan batidos para reemplazar los alimentos, que si bien tienen los nutrientes necesarios, no satisfacen las otras necesidades.
Es preferible comer la fruta entera, que tomar su jugo. Por ejemplo, una naranja aporta unas 48 calorías, pero tiene fibra y da la sensación de consumir un alimento sólido. En cambio, un vaso de jugo de naranja tiene 196 calorías (porque se hace de unas cuatro naranjas), no aporta fibra ni satisface la necesidad sensorial de masticación.
La satisfacción que produce el consumo de carbohidratos es una cuestión biológica que viene de miles de millones de años atrás, cuando el hombre no conocía la agricultura y lo único que consumía era carne, verduras y frutas. En aquel entonces eran tan escasos los carbohidratos que el cuerpo los perseguía ansiosamente. Desde entonces el cuerpo no ha cambiado, aunque nuestra facilidad para conseguir alimentos sí.
Entre las harinas hay una escala en la que las que más llenan menos engordan, así:
- Arroz
- Yuca
- Plátano
- Pasta
- Papa
La razón está dada por el proceso de hidratación que sufren al cocinarse. Entre más se hidratan (como el arroz, la yuca y el plátano) menos engordan.