Carta de Alejandro Gaviria a la comunidad uniandina
"Me voy con tristeza, con la conciencia de que mi labor (aunque intensa) quedó trunca, pero sobre todo con gratitud".Bogotá, 27 de agosto de 2021
Apreciada comunidad,
Escribo este mensaje para despedirme, para confirmar lo que ya los medios, en un frenesí extraño, apabullante, han mencionado varias veces. Después de muchas conversaciones, de pensarlo varias veces, decidí entrar en la carrera (o la disputa) por la Presidencia de Colombia. No fue algo que imaginé o pensé cuando estudié en la Universidad, ni cuando fui Decano, ni cuando asumí la Rectoría. Tomo la decisión porque creo que puedo aportar a la democracia en una coyuntura crítica.
Me voy con tristeza, con la conciencia de que mi labor (aunque intensa) quedó trunca, pero sobre todo con gratitud. Gratitud con los directivos por la confianza, con los decanos y vicerrectores por el apoyo constante, con los profesores y trabajadores administrativos por el compromiso y afecto, y con los estudiantes por el cariño y la comprensión. Han sido dos años difíciles, de retos inmensos, pero estoy convencido de que nuestra comunidad ha salido fortalecida de la pandemia, y de que la Universidad de los Andes está en su mejor momento y tiene un futuro asegurado, un plan estratégico (que construimos juntos) consensuado y preciso.
No quiero entrar en justificaciones tortuosas. Entiendo que mi decisión es problemática. Solo quisiera señalar una continuidad, una forma de coherencia que, en este momento, en medio de todo, de mis emociones cruzadas, me tranquiliza. Desde el primer día como Rector señalé la necesidad de una universidad activista. Repetí muchas veces la idea de que nuestra responsabilidad esencial era transformar la sociedad, conectarnos más, ser agentes de cambio. He entendido el legado de los fundadores de nuestra Universidad como una invitación a aprovechar lo mejor de la ciencia y la cultura, lo mejor del conocimiento humano, para transformar la sociedad. Me voy de la Universidad, pero me llevo conmigo ese legado, esa idea, ese ímpetu transformador.
Muchas veces, en los discursos de grado, tanto mi antecesor como yo, señalamos la importancia de ingresar a la vida pública, de aportarle a la sociedad desde el Estado, de no resignarse ni caer en el nihilismo o la indignación. Decidí, de manera extrema, practicar lo que hemos predicado con insistencia. También he abogado por el pensamiento crítico, por el escepticismo y la necesidad de un debate razonado y respetuoso. Así mismo, me llevo esos valores, esos principios necesarios en este momento de desconfianza, desánimo y amenazas a la democracia.
Quiero mucho a la Universidad. Aquí ha transcurrido buena parte de mi vida profesional. Aquí están mis amigos y maestros. Aquí están mis afectos. Soy y seguiré siendo Uniandino. Eso me da fuerzas para lo que viene. Espero no defraudarlos. Muchas gracias.
Un abrazo a todos, de todo corazón.
Alejandro