En todo el mundo se está hablando sobre la sustitución de energías como el carbón y el petróleo por otras menos contaminantes, como la solar, la eólica o el hidrógeno verde. Pero Colombia debe pensar más allá del impacto ambiental y actuar respecto a los efectos económicos que traería la transición energética para las finanzas públicas, sugiere un nuevo estudio. 

El Centro Regional de Finanzas Sostenibles y la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, en equipo con la Universidad del Norte, investigaron qué tan preparado está el país para esta reconversión económica, cuando se reduciría la entrada a los municipios de fondos provenientes de regalías.  

El estudio, financiado por UKPACT, una iniciativa del Gobierno británico, entrega resultados y recomendaciones para llevar a una transición energética justa, en que no sean afectadas las poblaciones vulnerables. 


 

El cambio es para todos 


El trabajo llama la atención en que el recorte no solo afectaría a las regiones productoras, pues desde el 2012 una serie de reformas hicieron que esos ingresos llegaran a municipios no productores y con necesidades básicas insatisfechas. 

Según Andrés Álvarez, profesor de la Facultad de Economía de Los Andes y coordinador técnico de la investigación, “esos nuevos municipios receptores de regalías fragilizaron su capacidad de producción de impuestos, es decir, se aperezaron fiscalmente”. 

Por esto, el trabajo recomienda que las discusiones sobre finanzas públicas regionales estén enfocadas en la transformación económica que vendrá con las nuevas energías.  
 

 

Vea el informe completo aquí.  
 

¿En qué gastar el dinero de las regalías? 


Una muestra de que los municipios no tienen la transición en sus planes es en la forma en que gastan las regalías en momentos de escasez. El análisis hecho de la utilización de esos dineros durante la caída de precios del sector minero energético en 2015 y 2016 lo demuestra. Los municipios que recibieron regalías priorizaron durante ese periodo sectores como recreación y deporte y no otros que le pueden apoyar en esa transición como la educación, la ciencia y la tecnología.  

Esto demostraría una falta de “planificación de largo plazo que permita preparar a los municipios para una transformación económica e institucional adecuada”, dice el documento. Lo ideal sería que las regalías vayan a crear estrategias productivas que no dependan de la exportación del sector minero energético. 



Al respecto, recomiendan priorizar la transformación económica pensando en proyectos de región y no en pequeños proyectos locales. Lo ideal es que sean ambiciosos en sus planes y que involucren la capacidad institucional entre municipios y departamentos. Que los municipios con mayor capacidad involucren otros que tienen recursos limitados. 

Igualmente, resaltan la importancia de la educación del capital humano, en la que se deberían también unir esfuerzos para que sea un trabajo regional. 

Respecto a la correlación entre mano de obra y capacitación, el profesor Álvarez explica cómo las nuevas energías requerirán menos mano de obra en comparación con el carbón y que tendrán dos momentos: la construcción de la infraestructura y la operación. En el segundo, se necesitará aún menos mano de obra, aunque con mayor calificación. 
 

Vea el resumen de la investigación:

 

La lupa en La Guajira y el Cesar 

El trabajo hace además un análisis de los departamentos de La Guajira y el Cesar y las alternativas que está buscando este corredor que será afectado con la transición. “Encontramos que esta zona ha venido pensando y buscando prepararse para la transición económica que implica dejar de depender del carbón, pero esta preparación ha buscado alternativas económicas que son un salvavidas más que un verdadero cambio estructural”, dice Álvarez. 

La región busca alternativas en la agricultura, el turismo y las energías sostenibles. 

El sector agropecuario en las últimas décadas fue afectado por el auge del sector minero. Por ejemplo, en 1980 la agricultura en La Guajira aportaba el 39 % del PIB, hoy es apenas el 4,6 %. A esto hay que sumarle la baja productividad por hectárea, que es menor en varios productos con potencial en la región, si se compara con el promedio nacional. 



En el caso del turismo se requiere capacitación e infraestructura, y aplicaría igualmente la necesidad de hacer un esfuerzo regional. "No podemos malgastar los recursos poniendo a competir los centros educativos de la Guajira y el Cesar, ofreciendo los mismos programas", dice Álvarez. 

Este estudio hace parte del trabajo que realiza el Centro Regional de Finanzas Sostenibles con el patrocinio de UKPACT: “Preparando al sector público y financiero al riesgo de transición climática, creación de capacidades y llamado a la acción". Programa creado tras ver la necesidad de profundizar en el conocimiento sobre los riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático.