La educación en Colombia no ofrece mayores y mejores oportunidades para jóvenes ni contribuye a disminuir la alta desigualdad de ingresos, riqueza y oportunidades. El sistema educativo en Colombia replica y refuerza la segregación al concentrar la oferta de educación de calidad en instituciones privadas, costosas y fuera del alcance de la mayoría. Así, la mayor parte de niñas, niños y jóvenes desarrolla deficientes competencias cognitivas, ciudadanas y socioemocionales y bajo capital humano y social. Las consecuencias involucran no solamente las posibilidades, expectativas y proyectos de vida de jóvenes sino también la productividad y el potencial de desarrollo del país.

De acuerdo a la misión Internacional de Sabios, la equidad en el acceso a educación de calidad puede aumentar la productividad media y mejorar la distribución de ingresos y riqueza, lo que facilita el acceso a otros bienes y servicios. Sin embargo, esto no será posible mientras el sistema educativo en Colombia siga estando altamente segregado y no se pongan en práctica acciones concretas para que estudiantes de menores ingresos y grupos vulnerables puedan contrarrestar y superar las consecuencias de las privaciones asociadas con sus características sociodemográficas y lograr mejores desempeños académicos.  Economistas de Los Andes explican algunas políticas y programas que pueden contribuir al cierre de las brechas educativas. 

Vea completa la Nota Macroeconómica No 38 - El reto de la calidad de la educación
 

 


Si bien la política pública ha sido activa y los recursos destinados a la educación en todos los niveles, particularmente en educación básica y media en Colombia, ha aumentado, el carácter altamente segregado del sistema educativo se mantiene. Diferentes gobiernos han implementado políticas y programas para aumentar la cobertura de educación, unos enfocados en ampliar la oferta y otros en estimular la demanda. En contraste con la tendencia mundial, el gasto público en educación ha tenido una leve tendencia creciente durante el siglo XXI ubicándose alrededor de 4,5 % del PIB pero los resultados no han sido los esperados. 

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) la tasa de desempleo en personas entre 14 y 28 años se ubicó en 23,6 %. La baja participación en el mercado laboral y la alta vulnerabilidad de jóvenes es altamente preocupante. Esta situación se traduce en menores oportunidades económicas, sociales, políticas y culturales para jóvenes, lo cual obstaculiza su desarrollo y limita el papel que pueden llegar a tener en la sociedad.

El mayor gasto en educación tampoco se ha reflejado en mejoras en calidad. La calidad de la educación puede ser medida con dos pruebas estandarizadas: PISA y Saber 11. Las primeras permiten comparar a Colombia con otros países que también las presentan y las segundas dan herramientas para conocer la situación al interior del país y realizar comparaciones entre colegios, calendarios A y B y estratos socioeconómicos. 

En las pruebas PISA, Colombia ha tenido un desempeño menor en comparación con países como México o Chile. En 2018, el país alcanzó un puntaje promedio de 406 sobre 600 mientras que sus pares de la región obtuvieron 416 y 438, respectivamente. Frente al resto de países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos -OCDE- (Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Francia, entre otros),  esta brecha es aún más amplia, pues aquellos para el mismo año obtuvieron un puntaje 488. En particular, el informe de la OCDE indica que más del 70 % de jóvenes de 15 años logran al menos un nivel básico en la competencia de matemáticas en los países miembros de esta organización, que tienen un nivel de ingreso per cápita alto. En contraste, para Colombia esta cifra es, aproximadamente, de 30 %.

La desigualdad en el acceso a la educación de calidad también se refleja en los resultados de estas pruebas. Los resultados entre 2006 y 2018 muestran la creciente y persistente diferencia en resultados de estudiantes de colegios públicos y privados, con resultados significativamente mejores para estudiantes de colegios privados. Es de esperarse que quienes asisten a colegios privados cuenten con una educación de mayor calidad y en consecuencia más capital humano que se refleje en mayores ingresos en su vida laboral que quienes asisten a colegios públicos, perpetuando la brecha de desigualdad.

En Colombia las instituciones educativas privadas de alta calidad, por lo general, son altamente costosas, lo que genera una barrera de entrada para familias y personas de ingresos medios y bajos. De igual manera, el nivel de ingresos de las familias está correlacionado con el acceso a libros y a capital humano, social y cultural. En otras palabras, estudiantes provenientes de entornos con mayores ingresos tienen mayor probabilidad de desarrollar y acumular capital humano precisamente porque cuentan con recursos que facilitan el ingreso a instituciones educativas de alta calidad.

Lo expuesto hasta ahora indica que el sistema educativo público debe mejorar la calidad de la educación, pues es el vehículo para generar mayores oportunidades de desarrollo laboral y personal de jóvenes y para el cierre de las brechas de ingresos, de riqueza y de movilidad social. De acuerdo a investigadores de Los Andes las políticas y programas deben pues enfocarse tanto en los retos de corto plazo como en los de largo plazo como:

El fortalecimiento del sistema educativo público colombiano pasa por ampliar, actualizar y mejorar la infraestructura escolar. La virtualidad forzada por la pandemia de Covid-19 develó claramente las brechas en acceso a tecnología y conectividad entre las diferentes regiones del país y entre estudiantes. Se confirmó, una vez más, que estudiantes en instituciones educativas privadas de alto costo contaron con mejor acceso a tecnología y conectividad que les permitió, al menos, continuar recibiendo clases y teniendo contacto con docentes. La pandemia por Covid-19 fue, sin duda, una tragedia para la educación nacional. El cierre de instituciones educativas, así como la virtualidad forzada dejaron rezagos importantes y aumentaron las brechas académicas regionales y por calidad. La pandemia por Covid-19 impactó las tasas de deserción y repitencia en educación básica y media y profundizó la tendencia decreciente de personas matriculadas en educación superior.

El cierre prolongado de colegios y la reapertura gradual hizo que un amplio número de estudiantes estuvieran prácticamente fuera del sistema escolar o con mínima actividad académica durante buena parte del 2020 y del primer semestre del 2021. Por múltiples razones incluyendo la dotación de tecnología a escuelas y hogares, buena parte de estudiantes tuvieron poco acceso a docentes, a actividades escolares y a personas en su grupo de edad o nivel académico. 

Los efectos no solo se verán reflejados en su desarrollo cognitivo sino también en sus competencias socioemocionales, salud mental y bienestar emocional. La previsible caída en la motivación de estudiantes tiene un impacto directo sobre su capacidad de aprendizaje y de proyección a futuro y ya muestra consecuencias pues, en las zonas urbanas, 37,5 % del total de jóvenes y 40,7 % de jóvenes fuera del sistema educativo y del mercado laboral reportaron sentimientos de preocupación y nerviosismo, según datos del DANE 2021.

En el largo plazo es fundamental profundizar y atacar los factores que impactan la resiliencia académica. Concentrarse en el éxito estudiantil a través de acciones específicas ayudará a cerrar las brechas. La alta segregación entre estudiantes con condiciones socioeconómicas desiguales afecta de manera directa su desempeño académico. Estudiantes con una imagen positiva de sí y de sus capacidades, altas expectativas y entusiasmo frente a sus procesos de aprendizaje, así como el sentirse parte de la institución a la que asisten elevan significativamente los resultados académicos. 

Si las instituciones educativas tienen un buen ambiente de aprendizaje, buenos programas de manejo de abuso y acoso escolar, docentes presentes que guían y acompañan los procesos de enseñanza-aprendizaje, ajustándose a diferentes niveles de habilidad, y una cultura institucional volcada hacia la calidad, aumentará la probabilidad de tener un buen desempeño académico contrarrestando los efectos negativos asociados con situaciones socio-económicas adversas.

La situación es aún más apremiante para jóvenes en zonas de conflicto, donde se presenta mayor deserción, menor asistencia escolar, limitado acceso a educación superior, mayor incidencia de embarazo adolescente e integración al mercado laboral, casi en su totalidad informal, a edades más tempranas.Todas estas circunstancias afectan sus aspiraciones y proyectos de vida, incidiendo en su salud mental y bienestar emocional. Este efecto es aún mayor para mujeres jóvenes en zonas rurales y jóvenes pertenecientes a grupos étnicos, quienes se encuentran en esta situación requieren, además de mayor acceso a mejor educación, otros programas de apoyo y cuidado que les permitan enfrentar la maternidad y paternidad tempranas, tener educación sexual y reproductiva y atención para su salud mental y bienestar emocional. 

En la mejoría de la calidad de la educación básica y media también influye en forma importante la calidad de docentes que se vinculan a las escuelas públicas. Brutti y Sanchez (2021) muestran como los maestros que se sitúan en los deciles 6 a 10 del examen para ingresar a la carrera docente impactan positivamente el aprendizaje de los estudiantes medido a través de las pruebas Saber 11. Esto implica que el Estado debe promover e incentivar el ingreso a la carrera docente de maestros y maestras de las más altas capacidades académicas y pedagógicas, fortalecer el sistema de evaluación docente y asegurar su actualización permanente. 

La vulnerabilidad se puede contrarrestar con mejoras en el acceso a educación superior de calidad. El acceso a educación superior de calidad, pública y privada, tiene un efecto positivo y significativo sobre la probabilidad de vinculación laboral y, por lo tanto, sobre el potencial de movilidad social de estudiantes. Sin duda la pregunta sobre la financiación está en el centro del debate. encuentran efectos positivos al analizar el impacto de la educación superior pública de alta calidad sobre el acceso a la universidad, la permanencia en educación superior y el ingreso al mercado laboral. De igual manera,  encuentran resultados similares para programas de subsidio a la demanda que transfieren recursos públicos a universidades privadas como fue el caso de Ser Pilo Paga.

La acreditación de alta calidad es una manera de controlar el mercado de la educación superior garantizando mejoras tanto en infraestructura como en la calidad de estudiantes y profesores. En Colombia alrededor del 30 % de las instituciones de educación superior públicas y 1 7% de las privadas cuentan con acreditación. En consecuencia, no solo son muy pocas las personas en el país que acceden a educación superior, sino que son aún menos quienes ingresan a instituciones de educación superior con acreditación de alta calidad. 

Finalmente, más allá de las políticas y programas educativos dirigidos a mejorar la calidad de la educación pública, particularmente básica y media, se deben diseñar estrategias que fomenten la integración de estudiantes de los distintos estratos socioeconómicos y orígenes sociales y así empezar a eliminar la alta segregación que caracteriza el sistema educativo colombiano.

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Tomado de Nota Macroeconómica No.38 Facultad de Economía - Universidad de los Andes 
Autores: Jimena Hurtado y Fabio Sánchez. Agradecimientos a Laura Camila Ortiz

Referencias

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