Cierre de colegios: rezago escolar y riesgo de deserción
Los efectos en niños, niñas y adolescentes son devastadores. Estudio de la Facultad de Economía y la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo.El cierre de colegios tiene efectos devastadores para los niños, niñas y adolescentes. Esto implica rezago académico y de socialización. Economistas de Los Andes proponen una serie de medidas que podrían implementar el Ministerio de Educación Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las Secretarías de Educación, para niveles de educación inicial, básica y media.
Con el anuncio del primer caso de COVID-19 en Colombia, en marzo de 2020, el Gobierno nacional decidió cerrar las instituciones de educación públicas y privadas, como medida de salud pública que dio lugar a un modelo de “educación en casa”.
Y así sucedió en otros países del mundo. La diferencia con Europa y Asia, por ejemplo, está en que sus instituciones educativas retomaron clases presenciales tras uno o dos meses de cierre, mientras que Colombia y otros países de América Latina superan los 150 días con colegios cerrados.
Aunque en junio el Ministerio de Educación Nacional planteó un retorno alternado a clases desde el primero de agosto, que dejaba a discreción de las Entidades Territoriales la decisión de abrir o no las puertas de los centros educativos, 62 de 96 secretarías de Educación del país (el 65%) anunciaron que no se acogerían a la opción y algunas secretarías de Educación, como Barranquilla y Medellín, anunciaron que los colegios oficiales no volverán de manera presencial en lo que resta del año.
Por su parte, Bogotá anunció que implementará un piloto de reapertura de los colegios a partir del 18 de octubre. Fecode, el sindicato de docentes del país, anunció que no apoya el modelo de alternancia y no asistirán a las clases presenciales en lo que resta del año. Todo esto puede cambiar en los próximos días, pero es difícil predecir que habrá una apertura generalizada de colegios en el país antes del fin de 2020. Esto significa que muchos estudiantes en el país podrán completar al final del año 9 meses sin asistir presencialmente al colegio y que muchos de ellos no volverán a las aulas hasta el próximo año.
El cierre de colegios tiene efectos devastadores para los niños, niñas y adolescentes. Todos los estudiantes se enfrentarán a una pérdida de aprendizaje lo cual llevará a un mayor rezago escolar y un mayor riesgo de deserción. Por ejemplo, experiencias de crisis de salud anteriores, como en el caso de la epidemia de Ébola en África muestran que aumentará la deserción estudiantil incluso si los estudiantes retornan eventualmente a las escuelas.
El riesgo es mucho mayor en los niños que vienen de hogares más vulnerables y que no cuentan con apoyo para estudiar, bien sea a través de la ayuda directa de los padres o con herramientas tecnológicas y de conectividad que permitieran continuar con sus procesos de aprendizaje. Para muchos estudiantes también significa la interrupción de servicios esenciales como la alimentación o la protección ante riesgos de maltrato. Esta situación, sumada al estrés familiar por la crisis sanitarita y económica, significa mayor riesgo de problemas de salud mental tanto para los niños, niñas y adolescentes, como para sus cuidadores y otros adultos en las familias.
El estudio desrrollado por la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo y la Facultad de Economía, las dos de la Universidad de los Andes, sugiere medidas para que los costos del cierre se mitiguen y el tránsito hacia la normalidad pueda ser efectivo lo antes posible y de manera descentralizada, dependiendo de los contextos y características de cada municipio y región. La apertura de los centros educativos no debe estar sujeta a negociación o a debate; la discusión debe girar en torno a los protocolos para el retorno a los colegios y Centros de Desarrollo Infantil (CDI) protegiendo a los más vulnerables frente al virus.
Todo lo anterior resalta que el regreso a las instituciones educativas y Centros de Desarrollo Infantil (CDI) debe ser una prioridad de política pública. Mientras tanto, para mitigar los efectos de la pandemia en las desigualdades asociadas a la interrupción de la educación es necesario tomar acciones en al menos cinco frentes:
1. Asegurar que las estrategias de educación a distancia lleguen de manera universal y permitan mantener los procesos de aprendizaje mientras sea necesario:
Los estudiantes de hogares más vulnerables deben contar con tecnología necesaria para la educación a distancia, acceso a herramientas tecnológicas, conexión a Internet. Se debe diseñar una estrategia pedagógica que asegure el aprendizaje de ciertas áreas prioritarias (lenguaje, matemáticas, pensamiento científico) para todos los estudiantes. Esto implica asegurar contenidos para diferentes modalidades (digital, impreso, radio y televisión).
2. Reconocer que las estrategias de aprendizaje virtual no son apropiadas para la primera infancia y poner en marcha medidas alternativas a la virtualidad en este nivel educativo:
Es necesario avanzar en una estrategia integral que se enfoque en las necesidades y particularidades de la primera infancia. Esto incluye garantizar el acceso a los paquetes de nutrición, permitir el acceso a los servicios de salud y vacunación, fomentar la estimulación temprana y el juego entre las familias y cuidadores principales con los niños y niñas menores de 5 años y ampliar el acceso a parques y espacios al aire libre para los niños y niñas.
3. Preparar al sistema educativo para la reapertura de colegios cuando las condiciones sanitarias lo permitan, basados en a evidencia y en la experiencia de los países que ya lo están haciendo:
Revisar experiencias de otros países y lineamientos de organizaciones como Unicef: uso de tapabocas, lavado de manos, distanciamiento físico y otras medidas para evitar aglomeraciones (como eventos, restricción de en trada a los adultos, y horarios escalonados de entrada y salida), y seguimiento a síntomas. Otras estrategias que se han considerado es usar espacios abiertos para la realización de actividades académicas. El modelo actual es el de la alternancia que propone colegios ocupados limitando su ocupación para asegurar la posibilidad de la distancia física y en donde los estudiantes toman turnos para asistir al colegio.
4. Responder a las necesidades socio-emocionales de los estudiantes durante y después del confinamiento:
Acercar la oferta de atención para problemas de salud mental a las instituciones educativas (de todos los niveles) del país de forma que los distintos profesionales que interactúan con niños, niñas, adolescentes y sus cuidadores puedan dirigirlos a estos servicios cuando detectan que estos y sus familias están en dificultades emocionales.
5. Responder a las necesidades de aprendizaje de estudiantes a quienes la anormalidad educativa de la pandemia afecte de forma particular (estrategias remediales, y lineamientos sobre currículo)
Una alternativa es contratar tutores que acompañen a estudiantes con estas necesidades, de igual manera reajustar el calendario escolar de forma que en el 2021 se pueda disponer de tiempo para apoyar a estudiantes que tengan vacíos académicos.
Esta investigación pretende contribuir a la situación actual con recomendaciones de política que complementarían los esfuerzos que el Ministerio de Educación Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las secretarías de Educación han implementado desde el comienzo de la crisis sanitaria mundial.
Autores:
Esta nota se elaboró gracias a un trabajo conjunto entre la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo y la Facultad de Economía. Participaron: Sandra García, Darío Maldonado, Andrés Moya y Catherine Rodríguez.
Nota Macroeconómica No.24 Facultad de Economía - Universidad de los Andes.