"¡Somos igualitos... seas grande o chiquito, niñita o niñito!", cantan Pancho y Lola, los inseparables amigos que combinan la dulzura y la diversión y que junto a los famosos Elmo y Abelardo han hecho parte importante de la infancia de miles de personas en el mundo con Plaza Sésamo. Esta vez los amigos de la pantalla, que llevan 53 años usando el poder de los medios de comunicación y el entretenimiento para cerrar brechas de aprendizaje, se trasladan a los salones de clase para mitigar los sesgos y estereotipos hacia niños migrantes. 

Actualmente Sesame Workshop, organización que produce el programa, trabaja en un nuevo proyecto llamado Hola Sésamo: Inclusión y pertenencia para niños en movimiento, que cuenta con apoyo de la Fundación Hilton y con el que se busca llevar la pedagogía infantil más allá de la televisión. Sésamo toca temas difíciles como son la discriminación racial, la migración, el encarcelamiento o los riesgos medio ambientales y cómo se pueden prevenir. 



 

Entre sus proyectos más relevantes están las estrategias montadas para Siria, Jordania, el Líbano, Irak, Bangladesh y los rohinyá en temas migratorios. Ahora buscan hacerlo con Colombia y Venezuela, teniendo en cuenta que el  35 % de la población migrante venezolana está en Colombia a causa de la crisis socioeconómica que se vive en el vecino país. 

Andrés Molano, doctor en educación de la Universidad de Harvard y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, lleva 4 años acompañando las estrategias educativas que construyen los currículos en temas migratorios o coyunturales de cada región. “Hace falta desarrollar características locales para entender el fenómeno migratorio en Colombia. Si bien a la fecha no existe evidencia de que los niños tengan sesgos marcados con niños de otras nacionalidades, sí hay una clara diferenciación que hacen los adultos que los rodean”, afirma Molano.

Profesores, padres e incluso los gobernantes son quienes a veces introducen los sesgos y estereotipos culturales que toca combatir. Para el experto, las herramientas pedagógicas que se crean en Sesame Workshop están diseñadas tanto para las niñas y los niños migrantes como para los locales, así se trabaja en doble vía. 

En contextos de rápida transformación social como se vive en Colombia por la ola migratoria venezolana y donde hay más de 130.000 niños venezolanos matriculados en instituciones educativas, según reportes de UNICEF, es muy importante acompañar a los niños en la experiencia de observar, escuchar y vivir una serie de acontecimientos en los que muchas veces el sistema no está preparado para ayudarles a sobrellevar los choques culturales, así lo expresa Carolina Casas, directora regional de educación para Sesame Workshop Latinoamérica. 

 



La construcción del currículo educativo se enfoca en la creación de material o elementos fundamentales que puedan trasmitir mensajes complejos a los niños y niñas. Es por eso, que desde la Facultad de Educación y bajo el liderazgo de Andrés Molano, se evalúa el efecto del contenido en el desarrollo de los niños y la percepción que tienen frente a los cambios culturales. 

Si bien esta es una problemática que ha ocurrido por años, la pandemia incrementó los vacíos educativos. Expertos como Molano afirman que “los centros y colegios de desarrollo infantil estuvieron cerrados por mucho tiempo y esto afectó a la población”, pues todo lo que los adultos hacen en casa, repercute en la educación de los menores que conviven diariamente con ellos. 

Bajo esta iniciativa representantes a nivel regional de las secretarias de educación, líderes de organizaciones que trabajan con refugiados y docentes, entre otros, se reunieron para un taller en el marco de esta investigación.

Se compartieron ideas y experiencias que son el insumo para diseñar estrategias de calidad que pueden materializarse en productos educativos enfocados en los niños como son los libros, los juegos, el material didáctico y los programas de radio o televisión. El objetivo es común: hacer alianzas con la primera infancia para ayudarles a navegar su realidad de la mano de El Conde Contar, Óscar el gruñón o Elmo, otros de los amigos de Plaza Sésamo.

 

Escrito por:

Ana Maria Forero Perez