Amazonía: deforestación amenaza suministro de agua en la región
17 % del bosque ya está deforestado. Expertos aseguran que si no se detiene se apagaría el corazón que arroja vapor de agua al continente.Como ríos voladores se transportan desde la Amazonía las corrientes de viento encargadas de repartir la humedad en toda Suramérica. De ahí que el doctor en Ingeniería, Germán Poveda, llame al bosque tropical como el corazón que arroja vapor de agua al continente, pues de este depende el clima de la región.
“La Amazonía y los Andes conforman un sistema acoplado de interacciones mutuas, que con la deforestación viene colapsando la cascada de humedad, lo que trae implicaciones sobre el suministro de agua, incluso para ciudades como Sao Paulo o Buenos Aires y los glaciares andinos”, señaló Poveda, durante la tercera Cátedra Nuestro Futuro del Centro de Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina el Caribe (CODS), de la Universidad de los Andes.
Y es que, advierte el experto, la deforestación es una de las amenazas más grandes que tiene Colombia para su desarrollo sostenible y económico. A grandes rasgos, este fenómeno vuelve desérticas las tierras, contribuye al calentamiento global y causa la pérdida de biodiversidad. Por eso se dice que el ser humano está causando la sexta extinción masiva de especies.
De hecho, ya existe disminución de lluvias en las zonas deforestadas y gran pérdida de ecosistemas en departamentos como Caquetá y Putumayo, con el agravante de que la situación ha empeorado en el último año. Poveda además resalta que una pandemia como la que se está viviendo tiene su origen también en la deforestación.
Dejar la arrogancia de la ciencia occidental
Estamos enfermos de muchas cosas, pero especialmente de cortoplacismo, señala Alejandro Gaviria, rector de Los Andes, frente a la idea de talar los bosques para contar con resultados inmediatos en temas económicos. Poveda complementa y dice que hay que abandonar la mala ciencia económica que premia estos procesos, que desconoce el valor de los servicios ambientales, ecosistémicos y de soporte a la vida.
Firmar un acuerdo de paz con la naturaleza es necesario, al igual que dejar la arrogancia de la ciencia occidental y poner la mirada en el conocimiento ancestral indígena que lleva más de 15.000 años, detalla el investigador. Es hora también de una economía ambiental que desincentive estas prácticas y aprender a vivir en un mundo más humilde y austero.
“Tenemos que cambiar nuestra función objetivo vital por otras cualidades y capacidades. Es un llamado a cambiar esa actitud de lo que es deseable en la vida, frente a lo que significa el bienestar humano. Realmente necesitamos estar cambiando de celular, cuando uno de estos lleva 62 clases de minerales –cuestiona el doctor en Ingeniería–, ¡eso no lo aguanta el planeta!”.
Con la pandemia se han generado este tipo de reflexiones que ponen en foco el valor de la vida humana y muestran el futuro en conceptos como la bioeconomía. Germán Andrade, profesor de Los Andes, pide construir metas más ambiciosas y ser un buen antropoceno amazónico, como señales de que aún hay espacio para el optimismo.
Desde la misma perspectiva se trata de un tema de equidad intergeneracional, explica Poveda, en el que debemos preguntarnos qué planeta estamos dejando y un recordatorio permanente de que el planeta no nos pertenece.