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Agricultura y medio ambiente... es hora de hablar

La revolución verde de los 60 aumentó la producción de alimentos, pero ya no es sostenible. Expertos urgen por una alianza entre ambiente y agricultura.
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Parece un matrimonio con síntomas de divorcio. El problema es que una separación sería catastrófica para el país. La producción agrícola y la conservación del ambiente “duermen en la misma cama”, pero no se hablan.

 

Esa fue una de las conclusiones que expertos sacaron durante el segundo foro sobre desarrollo sostenible y ruralidad en área protegidas, organizado por la alianza Parques Nacionales Cómo Vamos.

 

Como en el matrimonio, hay contradicciones y diferencias; hay que conciliar para buscar soluciones y encontrar el beneficio común. Un desarrollo rural sostenible debe buscar lo mismo.

 

Para la exministra de agricultura, Cecilia López, en Colombia hay una contradicción que, aunque se vive en todo el mundo, es especial en el país, pues “somos la segunda potencia en biodiversidad, pero al mismo tiempo estamos entre los siete países que pueden responder a la creciente demanda de alimentos”.

 

Para la exministra falta un modelo de producción sostenible. En Colombia prevalece la producción característica de la denominada Revolución Verde, que tuvo su apogeo durante los años 60 y 80, y en la que se introdujeron nuevas variedades de semillas y técnicas para incrementar la producción de alimentos, pero no tuvo en cuenta el tema medioambiental.

 

 

 

En esto coincide Juan Camilo Cárdenas, director del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), quien ve la necesidad de una reinvención del modelo tecnológico de la producción agrícola, que "se base en la biodiversidad para producir más y mejor comida para la demanda del mundo, que sigue requiriendo muchísima producción de alimentos”.

 

El panorama es que en la relación agro y ambiente no se están escuchando y se han señalado mutuamente entre instituciones sobre quién debe dar soluciones. Por eso los expertos coinciden que, como en las crisis de pareja, debe darse un compromiso para actuar y una comunicación urgente y con hechos.

 

 

Una relación que importa a todos

Dentro de las 23 metas del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal que se evaluará en octubre y noviembre en la COP 16 de Cali, se encuentran temas tan variados como el desarrollo tecnológico para la conservación, la desincentivación de servicios perjudiciales para la biodiversidad, garantizar la igualdad de género, entre otros. Una muestra de que los frentes para proteger y restaurar el medio ambiente son variados e involucran a diferentes sectores.

 

La preocupación con el tema de la agricultura es la falta de diálogo intersectorial.

 

A Omar Franco, director de Parques Nacionales Cómo Vamos, le preocupa que hay una política agropecuaria y ambiental “con una intencionalidad y unos propósitos”, pero con unos sectores que no se están juntando.

 

“Estamos hablando de un país que le ha dado la espalda a entender que la biodiversidad no es un tema ajeno a la productividad”, agrega Alberto Galán, director del Fondo Patrimonio Natural.
 

 

Un conocimiento que debe condensarse

Los expertos coincidieron que en el papel hay mucha información que ofrece soluciones, pero la ejecución es pobre. Señalaron la importancia del rol de las universidades que deben evitar que sus artículos científicos se queden engavetados.

 

Juan Fernando Roa, gerente general del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), indica que hay “un conocimiento que no está llegando a donde tiene que llegar, y donde todas las instituciones han tenido unas deudas de poderlo condensar”.

 

Respecto a las leyes que rigen el tema ambiental, también ven herramientas ya creadas. El problema es el incumplimiento de instrumentos fundamentales como la Constitución. Galán recuerda cómo esta contempla una función ecológica de la propiedad y cómo se debe superar la retórica y las buenas intenciones para traducirlas en políticas públicas.

 

 

La bioeconomía

Otro vacío que señaló Hernando García, director general del Instituto Alexander von Humboldt, es en el campo de la bioeconomía de los países megadiversos, como Colombia. Anota que las instituciones de investigación del Sistema Nacional Ambiental (SINA) no pueden abordar actualmente el reto de generar una bioeconomía que impacte en el producto interno bruto del país.

 

García propone crear un organismo nacional como el Instituto Coreano de Investigación en Biociencia y Biotecnología (KRIBB, por sus siglas en Ingles) que, en un país con menos biodiversidad que la colombiana, tiene una institución para investigar y desarrollar biotecnología, y que incluso ha buscado en Colombia hacer acuerdos de investigación con sus recursos.

 

“El reto de la bioeconomía es muy distinto hoy al de hace 30 años, y lo dice el director del instituto Humboldt, es una capacidad que, para la ambición y responsabilidad del país, nos sobrepasa como Instituto”, dijo García.

 

Para Mauricio Cabrera, viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, hay unos avances con algunos productos forestales no maderables, como los obtenidos por la empresa Ecoflora Cares, que obtuvo la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para exportar el pigmento Azul de Jagua como producto alimenticio. Un negocio que, según Cabrera, bordea los 700 millones de dólares.

 

 

 

La biodiversidad necesita hechos

Una de las acciones a tomar en la que coincidieron todos los expertos fue en el desmonte de los que llaman “subsidios perversos”, dados por los gobiernos nacionales o locales a sectores como el de los combustibles fósiles o fertilizantes químicos.

 

Según la OCDE, anualmente más de 500.000 millones de dólares van a apoyar la producción agrícola y gran parte de estos pueden perjudicar el medio ambiente. Su desmonte tiene un gran componente de voluntad política.

 

Un ejemplo son los fertilizantes minerales que afectan a la calidad del suelo, que pueden romper el equilibrio que hay con los microorganismos. Esto provoca una disminución de la productividad y crea una dependencia de estos productos.

 

Para Cabrera, el sistema financiero también es determinante en el apoyo de proyectos. “En conversaciones que hemos tenido con Hacienda, con la Super Intendencia Financiera, con Asobancaria, se ve la participación tan pequeña que hay de préstamos para el sector ambiental”, esto en comparación con los préstamos a sectores cuya producción tiene repercusiones en el medio ambiente, como la ganadería.

 

El divorcio entre el sector agropecuario y ambiental no es posible, por eso tiene que, activamente, buscar mejorar su relación. "Tenemos una tradición histórica de sectorialización, de separación de los sectores de la economía, que hace a veces muy difícil la articulación, pero no creo que sea imposible”, concluye Cárdenas, abogando por un modelo de desarrollo rural y agrícola sostenible con las soluciones basadas en la naturaleza.

Agricultura y ambiente AFP

AFP

Foro sobre agricultura y ambiente

Mauricio Cabrera, viceministro de Políticas y Normalización Ambiental; Sandra Valenzuela, directora ejecutiva de WWF Colombia; Cecilia López, exministra de agricultura; Juan Camilo Cárdenas, director del CODS.