El papa Francisco recibió a profesor de Los Andes y su programa Aulas en Paz
Relato del investigador Enrique Chaux sobre su breve encuentro con el Sumo Pontífice en Villavicencio.Por Enrique Chaux
Profesor titular del Departamento de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales
El viernes pasado estuve en Villavicencio por una oportunidad única: tendría una reunión muy corta para presentarle al Papa Francisco nuestro programa Aulas en Paz. Este es un programa de educación para la convivencia y prevención para la agresión y la violencia que desarrollamos con mi grupo de investigación en los Andes hace 12 años y que en estos años hemos logrado llevar, junto con la organización Convivencia Productiva y con el apoyo de varias organizaciones, instituciones y empresas a casi 300 colegios en Colombia y también a algunos colegios de México y Chile. La reunión fue programada por la Fundación Telefónica, quienes actualmente financian Aulas en Paz*. Fui con el presidente mundial de la Fundación (César Alierta), el presidente de Telefónica Colombia (Alfonso Gómez), y un niño (Diego Alejandro) y una niña (Jessica) de Madrid, Cundinamarca, quienes participaron en Aulas en Paz el año pasado.
Nos habían dicho que tendríamos 5 minutos, pero quizás la reunión se podría alargar, quizás a 10. Yo me había preparado para explicarle Aulas en Paz en 3 minutos y lo había practicado varias veces. Los niños, Diego y Jessica, también se habían preparado mucho. Diego se había puesto la tarea de releerse toda la cartilla de 5º de primaria de Aulas en Paz y había pensado en preguntas para él. Me dijo que le quería preguntar ¿por qué había escogido el nombre de Francisco?, quizás ¿porque quería ser como Francisco de Asís?
Sólo dos grupos teníamos programada reunión con el Papa: representantes de las víctimas de la avalancha de Mocoa y nosotros.
Nos llevaron a la parte de atrás del escenario. Desde allí veíamos la impresionante cantidad de personas que habían llegado a ver al Papa, supuestamente 650 mil personas. Miles habían pasado la noche allí. Impresionante. Luego fue la misa y allí nos pusieron al lado derecho del Papa, con un grupo grande de sacerdotes, como 100. Fue raro, yo me sentía como en la canción de Plaza Sésamo: ¡Uno de estos tipos, no es como los otros, es diferente de todos los demás!
De nuevo fue impresionante ver desde allá arriba la devoción de la gente. Me impactó especialmente escuchar a 650 mil personas rezando simultáneamente El Padrenuestro. El fragmento de evangelio que leyeron era sobre la genealogía de Jesús, y explicaba la línea de descendencia directa desde Abraham hasta San José, mencionando 40 personas: ¡Todos hombres!
De vez en cuando se mencionaba algún nombre de mujer, diciendo “cuya madre fue…”. Y ya. Como si por pura casualidad, la conexión entre Abraham y José hubiera sido solamente por los padres, no por las madres.
Por pura curiosidad, acabo de calcular la probabilidad de que la conexión entre una persona y un antepasado 40 generaciones atrás sea solamente por los padres. Es una probabilidad de uno en un billón (es decir, ¡Uno en un millón de millones!) Para mi sorpresa, el Papa se refirió a la falta de mujeres en la genealogía y mencionó que “todavía arrastramos estilos patriarcales y machistas”.
Es claramente un Papa que quiere enviar un fuerte mensaje sobre la necesidad de cambiar prácticas excluyentes en el mundo. Y también me quedó claro que se enfrenta a una labor gigante. Allí mismo tenía un ejemplo evidente: 100 sacerdotes allí a su lado, todos hombres. Todavía ninguna mujer puede oficiar. Las monjas estaban con el público, 200 metros abajo.
Justo antes de que terminara la misa, vinieron a llamarnos y nos llevaron al lugar por donde saldría el Papa. Allí ya me empecé a dar cuenta de que mi reunión sería más informal de lo que había esperado. Estábamos ubicados en el camino entre el escenario y el papa-móvil. Y cuando llegó el Papa a nuestro grupo, todo fue muy rápido. César Alierta le dijo: “él es el creador del programa del que te he hablado, Aulas en Paz”. El Papa me estaba cogiendo el brazo con sus dos manos en ese momento y levantó la mirada y me dijo: “Ah, qué bueno. ¡Muy bueno!”. Me emocionó que no parecía decirlo como formalidad, sino sinceramente y con una gran sonrisa. Luego saludó a los niños y le dije que eran de Aulas en Paz. Empecé a decir que Aulas en Paz trabajaba en enseñarles a manejar conflictos… pero en ese momento ya estaba bendiciéndolos y tuve que guardarme los otros 2 minutos y 50 segundos de mi presentación.
César Alierta me dijo que la siguiente reunión debía ser en Roma, donde podríamos tener más tiempo. Ya veremos. Por ahora, logramos entregarle una tablet con la información básica de Aulas en Paz. Yo me quedé con una medalla bendecida que me regaló y que ya sé que va para mi mamá (en Cali), unas pocas fotos y muchas reflexiones sobre una persona increíble que quiere hacer cambios en una institución de 2000 años, en un mundo todavía lleno de inequidades, agresiones, violencia, discriminaciones y maltrato de animales y de la naturaleza. Pero también la imagen de 650 mil personas diciéndose entre todos: “La paz sea contigo”.
* Los financiadores actuales de Aulas en Paz son la Fundación Harold Eder, Manuelita, Acdi Voca, la Fundación Telefónica y la Fundación Porticus.