El camino de las mujeres en un mundo laboral machista
La brecha entre hombres y mujeres sigue siendo amplia en Colombia. Una docente de Los Andes investiga y analiza las causas de esta situación.De acuerdo con cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), entre los meses de mayo y julio del 2017, la tasa de desempleo de las mujeres colombianas fue del 12,4 %, lo que significó un aumento en comparación con el 2016, cuando este fue del 11,7 %
Esta realidad laboral se suma a la brecha salarial entre hombres y mujeres que sigue siendo muy amplia, tanto en número de empleos como en cuanto a los sueldos que se pagan.
La profesora titular de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes María Consuelo Cárdenas de Sanz de Santamaría ha venido estudiando estas diferencias y desarrollado investigaciones sobre el avance profesional de las mujeres, no solamente en Colombia, sino en otros países de América e incluso Europa. De acuerdo con su análisis adelantado durante varios años y consignado en su libro En busca del liderazgo femenino, el nuestro es uno de los lugares del mundo que se destaca por el número de mujeres en cargos directivos de empresas privadas, aunque existen factores que frenan el liderazgo femenino.
Para 2013, Colombia contaba con 38 mujeres en posiciones de poder. Y aunque la cifra ha cambiado con el correr de los años, sirve para compararla con otras naciones, como por ejemplo Alemania y Gran Bretaña, que para ese entonces tenían el mismo número, mientras que Canadá contaba con 36.
Según la investigación de la docente, los obstáculos que las mujeres deben afrontar en su proceso de desarrollo profesional tienen que ver, en primer lugar, con imaginarios sociales sobre el género. Es decir, hay una idea preconcebida de que ellas tienen algunas características que las harían menos efectivas en ciertos modelos laborales, especialmente en aquellos que involucran liderar equipos.
La autora explica que en el imaginario popular las mujeres son más comprensivas y suaves o van a dar prelación a sus asuntos familiares en lugar de a las necesidades de las empresas. Esa concepción deriva en descalificaciones y en creer que un líder es bueno en cuanto sea ‘masculino’, entendiendo eso en el sentido de que debe ser exigente y duro, mas no comprensivo y dulce.
“Este tipo de ideas pueden llevar a asumir que las mujeres ‘no se ponen la camiseta’, que no van a poder viajar, que no están disponibles en cualquier horario y, entonces, no se les dan las mismas oportunidades de ascenso. Estas creencias profundas sobre lo que corresponde a cada género se convierten con frecuencia en barreras al avance de las mujeres, sin que se reconozcan como tales”, explica la profesora Cárdenas, quien evaluó decenas de casos en Colombia y en otros países.
Tal situación ha contribuido a que se cree un fenómeno de “machismo salarial”, en el que existe la idea de que las diferencias entre géneros avalan que una mujer gane menos que un hombre. En Colombia, de acuerdo con la investigación de la profesora de Sanz de Santamaría, ellas reciben el 84 % del salario de un varón. Finalmente, la investigadora concluye que los estereotipos se cuentan entre los mayores obstáculos para las profesionales y plantea que es necesario que estos sean superados por ellas mismas haciendo “un esfuerzo de dejar de lado ciertos roles tradicionales que asumimos las mujeres de manera inconsciente y en situaciones cotidianas (por ejemplo en nuestras relaciones de pareja). Hay que asumir las responsabilidades sin aprovecharse de la supuesta debilidad o superioridad femenina”.
Testimonio de dos mujeres ejemplares
Dora Muñoz y María Victoria Riaño están al frente de compañías petroleras y cuentan cómo es ser mujer y líder en un mundo dominado por los hombres.
DORA MUÑOZ
Dora Muñoz, bogotana, única mujer en un cargo directivo en una empresa petrolera en Brasil y, también, la primera en pertenecer a la junta directiva de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet), asegura que ha vivido dificultades laborales por ser mujer. Este es su testimonio:
Como mujer el desafío ha sido muy interesante. En muchos de los proyectos en los que quería participar en mi vida profesional siempre tenía el temor de ser vetada, por ser actividades masculinas, pero uno como mujer no puede perder la esencia, lo que hace es adaptarse y transformarse. No es fácil, pero tengo claro que la ternura femenina trasciende. Para triunfar en este mundo laboral (el petrolero) es muy necesario que nos asociemos. No entre mujeres, sino entre todos, que busquemos un beneficio común. Para mí fue muy complejo porque había proyectos en los que quería participar, pero estaban diseñados para hombres. Recuerdo una anécdota que refleja los desafíos de la mujer: una vez, en un auditorio lleno, donde solo éramos tres estudiantes mujeres, el profesor me pidió que moviera una broca de perforación muy pesada, como ´castigo´ por haber entrado tarde. Les propuse a varios de mis compañeros que me ayudaran; ellos la levantaron. “La moví”, le dije. Nosotras como mujeres debemos saber que la fuerza no está en las manos, sino en la capacidad de generar cohesión, solidaridad, trabajo en equipo y compasión.
MARÍA VICTORIA RIAÑO
Administradora de Empresas de la Universidad Javeriana con estudios de posgrado en Alta Gerencia de la Universidad de Los Andes. En 1999 se vinculó a Ecopetrol. Actualmente es presidente de Equión Energía. Para ella, lo más importante es entender que el ser mujer no puede ser un obstáculo personal, y, por el contrario, deben superarse paradigmas de género y trabajar en pro de un bien conjunto. Las siguientes son sus reflexiones:
Pasé mucho tiempo de mi vida superando obstáculos como las ofertas salariales que me hacían, que eran más bajas que las de los hombres, o cuando me presentaba a un cargo y dudaban de que podría lograrlo. Uno como mujer debe saber más, demostrar más. Es más sencillo avanzar para un hombre que desempeña la misma función que uno. Tenemos que aprender a comunicar, no se trata de culpar a los otros. Hay que aprender a controlar las emociones; un hombre puede alzar la voz o dar un manotazo a la mesa y puede ser criticado, pero eso pasa. Si una mujer lo hace, la califican de neurótica. El liderazgo consiste en estar al servicio de los demás, cuidar al equipo y tener mucha conciencia de sus actos. No estoy en el puesto que ocupo para probar que soy mejor y que puedo hacer más. Estoy allí para tener éxito conjunto, que haya un impacto en la sociedad, que pueda aportar a mi equipo y a mi país. No debemos dejarnos frenar por problemas de género. Muchas veces somos nosotras mismas las que nos detenemos en esos problemas y nos ponemos límites, porque nos criaron como si fuéramos el sexo débil. Pero antes que mujeres, somos seres humanos con enormes capacidades.