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Camila Gómez Montes, bióloga de la Universidad de los Andes

Camila Gómez Montes, bióloga de Uniandes, junto con investigadores de la ONG Selva, les pusieron radiotransmisores a aves migratorias que llegan a Colombia.
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Entre el 18 y el 25 de abril de 2015, Camila Gómez Montes, bióloga de la Universidad de los Andes, junto con investigadores de la ONG Selva, anillaron y les pusieron radiotransmisores a 36 Catharus minimus, aves migratorias que llegan a Colombia entre marzo, abril y mayo para alimentarse antes de seguir su camino. Días después recibieron noticias: uno de estos pequeños pájaros ya había arribado a Norte América. Los dejó atónitos. Por los datos, dicen que probablemente el ave voló sin parar 3.250 kilómetros en 3 días. Esta es la primera vez que se recogen datos de este tipo en el país.

De los 36 Catharus marcados, 14 llegaron a Indiana, en Estados Unidos. Un porcentaje alto en los seguimientos de aves de larga distancia. La mayoría de ellos atravesaron más de 3.000 km entre la Sierra Nevada de Santa Marta hasta el sur de Indiana y solo tardaron cerca de 15 días.

La científica bogotana Camila Gómez Montes recuerda que fueron las temporadas de vacaciones en la finca de su abuelo manizaleño las que la atrajeron hacia la biología. Comenzó su carrera y cada vez que estudiaba un tema nuevo —vertebrados, invertebrados, lo que fuera— resultaba enamorada. Sin embargo, al momento de hacer su tesis, debía tomar una decisión, pues no podía escogerlo todo. Fue así como en 2013 la estudiante de doctorado en Ciencias Biológicas comenzó a investigar al Vireo de San Andrés, ave endémica de Colombia. “En ese momento me encontré con una organización que dedicaba a las aves migratorias y nos cruzábamos mucho porque la isla es muy pequeña para estudiar pajaritos. Así comencé a interesarme por ese tipo de aves”, cuenta Camila.

Trabajó allí hasta el 2007 y luego de conocer al que ahora es su esposo, también biólogo, decidieron crear Selva, la ONG con la que este año instalaron las dos primeras torres de control de aves migratorias en Colombia, con las que se recogen los datos de los Catharus. “Selva nació después de una experiencia de investigación en Belice (extremo noroeste de Centroamérica) y hace cinco años comenzamos a trabajar con nuestra ONG en Cruzando el Caribe, un proyecto de aves migratorias en la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Darién, los dos puntos más grandes de entrada y salida de aves en el país”, afirma Camila.

Examinar el comportamiento de aves migratorias neotropicales, aumentar el conocimiento del terreno predilecto por ellas para cuidarlo y garantizar que no desaparezcan es el objetivo de Selva y de sus investigadores con Cruzando el Caribe. La riqueza de hábitats de la Sierra Nevada de Santa Marta y del Darién los convirtieron en la sede de estos pequeños que buscan pasar la temporada de invierno en Sur América. “Cuidar estos lugares y las especies que viven aquí es cuidar más del 10 % de las aves del mundo”, recalca Camila.