‘En busca del Origen’, de Felipe Guhl, una coedición entre Villegas Editores, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, y Ediciones Uniandes. 
 

Hablar de la evolución es hablar de Charles Darwin. Así lo es, por lo menos, para la mayoría de las personas, quienes asocian directamente este término con el gran científico británico del siglo XIX, quien lo mencionó por primera vez en su célebre obra El origen de las especies, que salió de las imprentas en 1859. 

En este trabajo Darwin describe la evolución de las especies, una idea que derrumbó la concepción, principalmente religiosa, de que todas las plantas y animales habían permanecido iguales a lo largo de la historia del planeta Tierra. 

Lo que muy pocas personas alejadas de los círculos científicos saben es que, contemporáneo a Darwin, vivió otro naturalista, también británico, que postuló la misma idea y remitió a Darwin, desde la isla de Ternate (Indonesia), una carta exponiendo no solamente un perfecto resumen de su teoría, sino proponiendo, además, el mecanismo de la selección natural, según el cual, las especies que mejor se adaptan a los cambios de su entorno son las que sobreviven, en detrimento de aquellas que no lo logran. Este ingrediente adicional fue el detonante para que Darwin publicara su obra de manera acelerada. Aquel hombre fue Alfred Russel Wallace. 

Wallace nació en Llanbadoc, Kensington Cottage (Gales), en enero de 1823. Aunque buena parte de su vida la dedicó a diversos trabajos, que fueron desde relojero, pasando por profesor de dibujo, cartografía y agrimensura, hasta ingeniero civil en la construcción de ferrocarriles, Wallace tuvo la oportunidad de acercarse a la ciencia de diferentes maneras, como cuando viajó a París junto con su hermana y conoció las colecciones de vegetales y animales del Jardín de las Plantas. 

Alfred Russel Wallace justo antes de comenzar su viaje por el Amazonas en 1848 – Museo de Historia Natural de Londres.

 

En 1848 partió desde el puerto de Liverpool rumbo a Brasil junto con su buen amigo Henry Bates, con el objetivo de recolectar insectos que pudieran ser subastados en Londres. El viaje, motivado por las expediciones de otros científicos contemporáneos, como Humboldt, y el mismo Darwin, duró cuatro años, tras los cuales, Wallace decidió regresar a su país. 

Sin embargo, cuando el retorno a casa apenas empezaba, la embarcación en la que iban se incendió en medio del Atlántico. Desde un bote salvavidas Wallace vio hundir sus ejemplares, vivos y muertos, de animales y plantas preparados con tanto esmero durante tantos años; sus notas, dibujos y diarios de campo también se hundieron, perdiendo todas las colecciones que pretendía llevar a Londres. Wallace y el resto de la tripulación fueron rescatados después de diez días a la deriva. El naturalista solo pudo rescatar algunos de sus cuadernos de apuntes e ilustraciones.  

Ahora, 168 años después, la aventura de Wallace por el Amazonas ha sido revivida por Felipe Guhl Nannetti, profesor emérito de la Facultad de Ciencias de la Universidad de los Andes, en el libro ‘En busca del Origen’, una coedición entre Villegas Editores, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, y Ediciones Uniandes. 
 

Felipe Guhl Nannetti, profesor emérito de la Facultad de Ciencias de la Universidad de los Andes.
 

“Quise escribir sobre Wallace como una forma de reivindicación de su figura para la ciencia. Además de un gran explorador, Wallace fue un naturalista con una visión más holística y, hoy sabemos, es el padre de la biogeografía; él fue mucho más allá, planteando ideas como la biología filosófica”, explica, en entrevista, Guhl. 

De acuerdo con el autor, quien aprovechó su semestre sabático de la universidad, en 2016, para recrear la ruta de Wallace navegando más de dos mil kilómetros por los ríos Vaupés y Negro, las expediciones del británico tienen un valor agregado, al haberlas llevado a cabo sin contar con grandes fuentes de financiación y sin mayores pretensiones.  

“Aunque existe mucha información sobre los trabajos de Wallace en el archipiélago malayo, que fue donde él consolidó sus ideas evolucionistas, hay muy poco sobre sus investigaciones en el Amazonas, que fueron el preámbulo de su formación. Y esta fue una de mis motivaciones para escribir ‘En busca del Origen’”, Agrega Guhl.  

El lanzamiento de 'En busca del origen' será el próximo 14 de marzo, a las 5:00 p. m., en el Edificio Santo Domingo, de la Universidad de los Andes. Ese día habrá un conversatorio entre Felipe Guhl, Silvia Restrepo, Mauricio Nieto y Daniel Cadena. A partir de ese día se exhibirá una exposición en la que el autor presentará imágenes de su expedición y algunos de los objetos que utilizó en la travesía amazónica. La exposición estará abierta al público hasta el 26 de marzo. 

Los interesados en adquirir el libro pueden hacerlo aquí. En e-book aquí

 



El nacimiento del libro: entrevista con Felipe Guhl 

 

 

¿Qué diferencias hubo entre su viaje y el de Wallace? 

Además de la duración, que fue considerablemente más corta en mi travesía, de cuatro semanas, frente a los cuatro años de Wallace, existen muchas diferencias, pero creo que son las similitudes las que resultan realmente sorprendentes. En varios parajes, las malokas y las poblaciones de los indígenas siguen siendo iguales a las que dibujó Wallace. Lo mismo con los utensilios y los petroglifos que detectó Wallace, y que aún están en sus lugares. Una diferencia clara es el desarrollo que han vivido algunos lugares, principalmente, en el lado brasilero, como Manaos, que pasó de ser un caserío a convertirse en el principal centro urbano del Amazonas.  
  

¿Qué fue lo más desafiante al escribir el libro? 

Creía estar razonablemente familiarizado con la historia de la exploración, un campo sobre el que he investigado y que me ha apasionado a lo largo del tiempo, pero estudiar con detenimiento a Wallace capturó mi atención como modelo ejemplar para inspirar al lector sobre la importancia de la observación de diversos fenómenos naturales, el rigor científico y el pensamiento crítico y honesto. 

Dibujo original realizado por Wallace de Leopoldinia Passaba – Sociedad Linneana de Londres / Leopoldinia Passaba Foto: Felipe Guhl. 

 

El mayor desafío fue lograr reunir información sobre los 4 años de permanencia de Wallace en el Amazonas, teniendo en cuenta el desafortunado episodio de la pérdida total de sus colecciones cuando el barco en el que viajaba de regreso a Londres se incendia en altamar: animales vivos y muertos, plantas, utensilios indígenas, dibujos, notas de campo etc.  
  

¿Cuál es, en su opinión, el principal aporte de la obra? 

Lo que he querido resaltar en el libro es la permanencia de Wallace durante cuatro años y sus expediciones continuas a lo largo y ancho de la Amazonia, recolectando y registrando toda clase de insectos, peces, aves y palmas, dibujando y describiendo metódicamente cada uno de los ejemplares, elaborando mapas, midiendo alturas y escribiendo en sus notas de campo y en su diario todos los detalles de sus exploraciones; anotando también en sus escritos juicios éticos y estéticos sobre los nativos de la región que serían, para él, pacíficos y hospitalarios, pero también sujetos a los vicios de la civilización. 

Las sagradas cascadas del Yuriparí - Foto:Juan Felipe Guhl.

 

Con el escaso material recuperado en el momento del naufragio, Wallace comenzó a delinear los principios biogeográficos basados en la distribución de mamíferos e insectos, y a entender el origen y la evolución de las especies. Hago especial énfasis en cómo su permanencia en el Amazonas sirvió como preámbulo a su madurez científica y a la postulación de sus teorías. El propósito de este libro es presentar al lector la vida y obra de un naturalista y explorador intrépido, un hombre honesto y despreocupado por figurar en círculos sociales, un científico riguroso y un gran humanista, que llevó una vida austera e hizo su viaje al Amazonas en condiciones muy difíciles, y que financió sus investigaciones mediante la venta de parte de sus colecciones. Sin duda, sirve como ejemplo para las generaciones de jóvenes biólogos. 
  

¿Qué fue lo más sorprendente de ese viaje por el Amazonas? 

La expedición comenzó el 4 de abril de 2016, misma época del año en la que Wallace inició su recorrido de 2.175 kilómetros. La navegación por los ríos Vaupés y Negro, desde el mítico Yuruparí hasta Manaos, duró cuatro semanas en compañía de otros cuatro tripulantes. 

El propósito de la expedición era cotejar la información de los diarios de viaje, los mapas y dibujos de Wallace, con la propia experiencia, experimentando los raudales, visitando los poblados y a los pobladores descritos por el naturalista, observando los enormes cambios ocurridos a través del tiempo, pero al mismo tiempo registrando las costumbres de algunos habitantes nativos que aún conservan las mismas tradiciones registradas por Wallace. 
 

Integrantes de la Expedición Wallace. De izquierda a derecha: Janis Lazdins, Gaudencio Braga, Ofelia de Braga, Felipe Guhl y Fio. 
 

Una consecuencia de este estudio es la comprobación de cómo la permanencia de Wallace durante cuatro años en las selvas amazónicas sirvió como preámbulo a la formulación de las leyes que regulan el cambio orgánico, lo que hoy conocemos como evolución. Además de formular conceptos que rigen la biología moderna, como la biogeografía, el mimetismo y el origen mismo de las especies. 
  

¿Cree que, en la actualidad, siguen existiendo otros Wallace, científicos con grandes aportes que quedan en el olvido por culpa del prestigio de sus colegas? 

Creo que mucha información y aportes científicos valiosos han quedado en el olvido porque los colegas de países en donde hay más oportunidades y financiación para el desarrollo de la ciencia pueden adelantar sus investigaciones con mayor celeridad y pueden publicar sus resultados en revistas indexadas de muy alto nivel y elevados costos, cosa que está muy restringida en otras latitudes.  

La comunidad científica mundial, en la actualidad, está sujeta a las directrices de las agencias financiadoras, lo cual hace que la investigación, que no es otra cosa que un ejercicio del libre pensamiento, se vea restringida a obtener resultados en campos muy específicos. 
  

¿Cree que la Evolución sería interpretada de otra manera si los planteamientos de Wallace hubieran gozado de la popularidad que alcanzaron los de Darwin? 

En absoluto. Se complementaron totalmente. No podemos quitarle ningún mérito a Darwin. Durante más de veinte años estuvo escribiendo y desarrollando la idea; era un escritor lento, reflexivo, que se negaba rotundamente a avanzar en sus hipótesis sin tener el máximo número de evidencias que las sustentasen. Además, sabía que sus ideas sobre el origen de las especies, en general, y del hombre, en particular, suscitarían una gran controversia en la sociedad victoriana, y no quería dar argumentos para las críticas que de seguro llegarían. Sus observaciones le indicaban claramente que las especies evolucionaban, se transmutaban en nuevas especies, pero no estaba seguro de cuál podía ser el mecanismo que hacía posible el cambio. 

Heliconius erato (Linnaeus, 1758). Museo de Historia Natural de Londres. 

 

Wallace propuso una teoría que explicaba el origen de las especies por la acción de la selección natural y los mecanismos que actúan detrás del cambio de las especies. Recordemos que Wallace llegó a plantear sus concepciones evolucionistas no desde la analogía con la selección artificial de animales domésticos, como Darwin, sino desde sus observaciones en la distribución natural de vegetales y animales, resultados que había comunicado a Darwin.  

Sea como fuere, el aporte de Wallace fue fundamental para consolidar la teoría de la evolución de Darwin por medio de la selección natural.  Las circunstancias de la época y la idiosincrasia personal de cada uno hicieron que Darwin pasara a la historia por la puerta grande y que, en cambio, el nombre de Alfred Russel Wallace quedara relegado en un segundo plano. Sin embargo, la amistad entre los dos naturalistas perduró por muchos años, y Wallace fue uno de los grandes defensores de las ideas de Darwin. Tanto es así que, en los años 1930, cuando resurgieron las ideas de la evolución con la fuerza que hoy poseen, ‘Darwinismo’ (1889) escrito por el propio Wallace, era la versión más reciente y completa escrita sobre el evolucionismo. Aunque Darwin se refería siempre a mi teoría, Wallace, con su modestia y caballerosidad habitual lo apoyaba: es suya y solo suya. 
  

¿Las gestas de Wallace y Darwin aún son posibles en la biología contemporánea? 

Durante el transcurso del tiempo de Wallace/Darwin a hoy han ocurrido muchísimos cambios de toda índole, lo cual hace imposible encontrar en la actualidad naturalistas como Wallace. Recolectar especímenes como lo hizo Wallace en su momento, hoy en día, es impensable; afortunadamente existen regulaciones en todos los países muy bien establecidas que castigan la captura de animales y plantas y el uso inadecuado al acceso a recursos genéticos. Equipos y sofisticados instrumentos y técnicas como el GPS, el uso de DNA barcodingy todo tipo instrumentos y técnicas modernas como drones, ayudas satelitales, bioinformática, secuenciación, sofisticados etc., permiten hoy hacer análisis muy precisos de la fauna y la flora 

Los tiempos han cambiado mucho. Gestas similares a las de Wallace y Darwin creo que no se repetirán. Ellos sentaron las bases para que la biología moderna pudiera avanzar. La biología contemporánea ahora está centrada en el desciframiento de los genomas de todos los seres vivos, incluyendo el hombre; la bioinformática, que aborda el mundo de la ingeniería genética y la biotecnología, sus aplicaciones sanitarias y la irrupción de la medicina evolutiva en la salud humana, entre otras. 
  

Wallace estuvo en Colombia. ¿Qué destacaría del paso del científico por nuestro país? 

Wallace fue un visionario que, gracias a su capacidad de observación y perseverancia, pudo levantar un inventario minucioso de la avifauna de la Amazonia y predecir hace más de 150 años la riqueza y diversidad biológica de la región ; después de permanecer varias semanas en territorio colombiano afirma que, probablemente, ningún país del mundo contiene una variedad mayor de aves que el valle del Amazonas, y no vacila al predecir que cualquier coleccionista que trabaje asiduamente durante cinco o seis años más, podrá obtener casi un millar de tipos diferentes. Una visión futurista, respaldada hoy por los adelantos de la biología moderna, que nos permiten saber que Colombia ocupa el honroso lugar de ser el país con mayor diversidad de aves en el mundo, con alrededor de 1.876 especies. 

 

Las manchas rojas que aparecen en el mapa, dibujadas por Wallace, muestran la ubicación de bosques de piassaba en el “Distrito Amazónico”. 

 

Fueron varias las incursiones de Wallace en territorio colombiano, principalmente por el río Vaupés, llegando hasta las cascadas del sagrado mito del Yuruparí, un territorio desconocido y muy diferente al Río Negro, con el ánimo de encontrar nuevas especies de aves y también de observar sus gentes y costumbres. También incursiona en otras áreas llegando hasta la Piedra del Cocuy, la mide y describe y permanece una larga temporada en Javita en la frontera colombo-venezolana, después de haber investigado el canal de Casiquiare.  
  

Las imágenes e ilustraciones son uno de los ingredientes más llamativos del libro. ¿Qué es lo más significativo de este repertorio gráfico? 

Las ilustraciones dibujadas por Camila Pizano, en efecto, son un ingrediente adicional en el libro, que atrae al lector para una mejor comprensión de lo que significa la biogeografía. 

Embarcaciones frecuentes en el río Negro. Figura: Camila Pizano. 

 

Recordemos que Wallace financió sus viajes vendiendo colecciones de animales al Museo Británico, de tal forma que aves muy atractivas como el gallito de roca o el ave sombrilla se resaltan en el libro. 

El repertorio gráfico muestra la riqueza de la fauna y flora del Amazonas y la manera como se distribuyen las especies de acuerdo con las condiciones y oferta de los ecosistemas. 

Escrito por:

Facultad de Ciencias