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Cambiar el modelo de desarrollo para no seguir destruyendo el planeta

Transformar el sistema productivo y hacer ciudades más sostenibles, entre los retos según Cristián Samper, de Wildlife Conservation Society.
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Cristián Samper
Wildlife Conservation Society
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En los últimos 50 años la población mundial se ha duplicado y para el 2050, el planeta tendrá 10.000 millones de personas. A la par de este crecimiento, solo queda un 23 por ciento del planeta intacto y en los próximos años 1 millón de especies estarán en peligro de extinción ¿Cómo seguir viviendo y alimentándonos sin destruir lo que nos queda?

Fue la pregunta que expuso Cristián Samper, director de Wildlife Conservation Society, en la primera conferencia magistral de la Cátedra abierta sobre cambio climático Nuestro Futuro del Centro de Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS), junto al rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria.

Samper, egresado de Biología de Los Andes y director de una de las ONG más reconocidas por su conservación de ecosistemas en 65 países, explicó que el gran reto es la reducción de la huella humana y que para eso debe haber un inminente cambio de conciencia.

“Debemos buscar un modelo de desarrollo diferente y apostarle a la conservación de la biodiversidad, porque cuando perdemos una especie la perdemos para siempre”, aseguró el investigador.

Fotografía de Cristián Samper y Alejandro Gaviria dando una cátedra

La disminución de la biodiversidad también coincide con el progreso material de la sociedad y esta aceleración está siendo insostenible, agregó el rector Alejandro Gaviria, quien también hizo un llamado urgente a un cambio: “La academia debe liderar esa toma de conciencia, ser parte del diálogo y contribuir al diseño de políticas públicas”.

A la conservación de la biodiversidad también se suma el reto del cambio climático que ha aumentado la temperatura promedio de los océanos, la tierra y por ende ha impactado la calidad de vida de las personas.

Transformar el sistema productivo implica aumentar la producción sin incrementar la huella, mantener la diversidad genética de los cultivos para producir variedades más resistentes al cambio y propiciar la transformación hacia energías más amigables como la solar. Frenar la deforestación contribuiría a un 20 por ciento de la solución.

En nuestras manos, explicó Samper está por ejemplo generar un cambio en las dietas para reducir la producción de proteína animal por su impacto. Y pensar en dietas más amigables de pescado y verduras.

A su vez evitar o reducir el desperdicio de alimentos. En Estados Unidos se desperdicia un 40 por ciento de los alimentos, mientras que en América Latina el porcentaje llega a un 28 por ciento.

Samper también fue enfático en que la transformación de las ciudades en ciudades sostenibles es parte de la respuesta a esta problemática mundial porque son lugares donde se podría reducir el impacto y la huella.

Un comparativo del consumo de agua entre Nueva York y Estados Unidos, demuestra que en la ciudad se consume un 74 por ciento menos.

“Hay un despertar y una conciencia entre los más jóvenes sobre lo que está sucediendo. Y es ahí cuando las universidades tienen el reto de formar una generación de líderes que nos siga guiando hacia esa transformación”, puntualizó el director de Wildlife Conservation Society.

Imagen de un auditorio con personas