Los científicos del mundo se propusieron en 2018 hacer un catálogo con el ADN de 1.8 millones de plantas, animales, hongos y vida eucariota. El plan es utilizarlo en problemas globales como la pérdida de biodiversidad o la adaptación de los cultivos al cambio climático. Esa es la meta del Earth BioGenome project (EBP) o el proyecto del BioGenoma de la Tierra.  

El 17 de enero de 2022, el proyecto inició una nueva etapa con la publicación de diez artículos en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, que hablan de la planeación, avances y pasos a seguir. Uno de estos se enfoca exclusivamente en el trabajo que se está haciendo en Colombia. Fue elaborado, junto con otros científicos, por Silvia Restrepo, vicerrectora de Investigación y Creación, y Andrew Crawford, profesor del Departamento de Ciencias Biológicas, los dos de la Universidad de los Andes. 

El artículo colombiano es el único de los diez que habla del plan que tiene un país específico. Para el profesor Crawford, dicho artículo se incluyó en la publicación por el trabajo conjunto que se está dando entre Gobierno, academia y sector privado. Hay que sumarle a esto la exuberante biodiversidad en Colombia y la posibilidad de llegar a varios territorios a donde era difícil acceder por el conflicto armado. 

Los otros autores del artículo son: Arturo Luna-Tapia, del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación de Colombia; Federica Di Palma y Joseph E. A. Huddart, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de East Anglia, Reino Unido. 

El EBP es un reto monumental, por lo que se han unido 5.000 científicos y técnicos de 44 instituciones de todo el mundo en 22 países. 


El EBP Colombia 


Silvia Restrepo y Federica Di Palma fueron miembros de la Misión de Sabios que convocó el Gobierno en el 2019. Esta comisión hizo recomendaciones como que la bioeconomía contribuyera al menos al 10% del Producto Interno Bruto para 2030. Con el lanzamiento posterior de la Estrategia Nacional de Bioeconomía y la unión de Colombia al proyecto EBP, este último se convierte en impulsor de la meta propuesta por la Misión. 

“El EBP Colombia aporta muchísimo, porque la base para una bioeconomía es el conocimiento de lo que tenemos en biodiversidad”, dijo Silvia Restrepo. “Solo conociendo los recursos que tenemos podemos encontrar oportunidades económicas, utilizando sosteniblemente esos recursos”. 

En el país ya hay proyectos avanzando con algunas especies, como el de GROW-Colombia, que secuencia el cacao y el oso andino (Tremarctos ornatus). Igualmente becas de investigación colombianas están aportando hallazgos. El plan es seguir uniendo y formalizando el proyecto EBP en el país, para hacer “frente a los numerosos desafíos sociales, ambientales y económicos, incluyendo el conflicto, la desigualdad, la pobreza y la baja productividad agrícola”, plantea el artículo. 
 

La ironía del planeta 


El EBP es un proyecto en el que, por ejemplo, un par de países ricos no pueden comenzar a hacer el mapeo del genoma por la cantidad de trabajo o porque la mayor biodiversidad está en los trópicos, irónicamente, en países que no tienen los recursos económicos para llevar a cabo estos estudios. 

Por eso el proyecto incluye un tema ético, en donde los países con la tecnología y los que tienen las especies puedan colaborar y compartir los beneficios de la información. “No es solo decir: dame un tejido, un pedazo de hígado de tu ave y lo mandamos a Inglaterra y chao”, dice Crawford que participó en otros dos de los artículos publicados. 

El proyecto EBP inició en 2018 y ha tenido tres años de preparación en los que elaboró estándares, se organizaron equipos en países y regiones y se formaron comités éticos, de equidad, diversidad,  inclusión, entre otros. El objetivo de la primera fase, hasta 2023, es producir genomas de referencia de unas 9.400 familias taxonómicas. 

Su sede administrativa es el centro de genoma de la Universidad de California en Davis, Estados Unidos.