Pasar al contenido principal
Texto alternativo imagen
Noticias

Colecciones biológicas, vitales

Científicos responden a un artículo que cuestiona la recolección de especímenes
investigación biológica

Científicos de más de 60 instituciones de investigación de seis continentes, entre estas la Universidad de los Andes, han respondido a un artículo recientemente publicado en la revista Science, el cual cuestionó las prácticas actuales de recolección de especímenes científicos y abogó por el uso de alternativas no letales.

La respuesta fue liderada por Luiz Rocha, curador de ictiología de la Academia de Ciencias de California y de ella fue coautor Carlos Daniel Cadena director del Departamento de Ciencias Biológicas de Los Andes junto con varios investigadores de renombre internacional, incluyendo a E. O. Wilson de la Universidad de Harvard. En la respuesta, publicada esta semana en Science, se describe en detalle el valor de las colecciones científicas para un espectro amplio de disciplinas, incluyendo la biología de la conservación, y se enfatiza el impacto mínimo, o nulo, que la recolecta de especímenes tiene sobre las poblaciones silvestres.

En el artículo original, Avoiding (Re)extinction, (Evitar la [Re]extinción), B. A. Minteer y sus coautores adujeron que la recolecta de especímenes científicos ha tenido un efecto significativo en la extinción de especies, señalando ejemplos de aves, ranas y plantas extintas para respaldar esta idea.

Como respuesta a estos argumentos, Rocha, Cadena y sus colegas presentaron evidencia que desvirtúa las acusaciones. Por ejemplo, muchos de los 102 especímenes de alca gigante (Pinguinus impennis) que existen en colecciones científicas son esqueletos recolectados en colonias después de que la especie se había extinguido; de cualquier manera, todos los especímenes son una fracción minúscula de los millones de alcas gigantes que se sacrificaron para obtener alimento, grasa y plumas.

Del mismo modo, solo existen nueve especímenes científicos de una forma extinta de lechuza enana que habitaba en México (Micrathene whitneyi graysoni) y éstos fueron recolectados cuando esta ave aún era abundante, antes de que los efectos de la degradación del ambiente y de las especies invasoras que finalmente causaron su extinción se hubieran manifestado. La degradación y pérdida de los ambientes naturales, la extracción no sostenible y las especies invasoras son causas mucho más graves de la extinción de especies que la recolecta de unos pocos ejemplares para el estudio científico.

"La extracción de unos pocos individuos para ser depositados en colecciones científicas tiene un impacto despreciable en las poblaciones en comparación con otras fuentes de mortalidad", señaló Cadena.

"Recientemente, investigadores del instituto Smithsonian estimaron que, en un solo año, los gatos domésticos pueden matar miles de millones de aves silvestres solo en los Estados Unidos; esta cantidad de aves es infinitamente inferior a la de todas las aves que han sido coleccionadas como especímenes científicos por todos los museos de historia natural del mundo a lo largo de siglos".

En su artículo, Minteer y colaboradores recomendaron el uso de fotografías, grabaciones de audio y recolección no letal de muestras de tejido como alternativas a los métodos tradicionales de recolección de especímenes. Aunque en algunos casos estos métodos pueden ser útiles para identificar las especies, la respuesta publicada en Science señala que son insuficientes en comparación con la información que brindan los especímenes científicos completos. Además, la identificación de especies no debería ser la única razón para recolectar especímenes y con mucha frecuencia no es la más importante. Las fotografías y grabaciones de individuos representan parcialmente la existencia de individuos en un momento y lugar, pero en muchos casos no pueden capturar la información necesaria para confirmar la presencia de una especie dada, mucho menos cuando la flora y fauna son poco conocidas como en las regiones tropicales. Las fotografías y grabaciones tienen valor en muchos contextos, pero por sí mismas no pueden ser la base de estudios de biodiversidad y no pueden emplearse para comprender cómo una especie y su ecología, distribución y dinámica poblacional han cambiado en el tiempo.

El artículo de respuesta en el que participó Cadena presenta varios ejemplos del papel que las colecciones científicas han desempeñado para ayudar a comprender aspectos como los efectos del cambio climático sobre poblaciones silvestres y sobre la aparición y expansión de enfermedades emergentes. En uno de dichos análisis, los investigadores usaron especímenes científicos para comprender el fenómeno de la extinción de anfibios en el planeta que se inició en los años ochenta; gracias a este y otros trabajos se logró determinar que la causa de la desaparición de muchas especies es una enfermedad causada por un hongo microscópico. Si no hubieran existido especímenes de anfibios recolectados años antes de la aparición de ese patógeno, la causa de la extinción de los anfibios aún sería un misterio.

En la actualidad, investigaciones en las que están involucrados varios profesores y estudiantes de la Universidad de los Andes buscan frenar la expansión de este hongo y eventualmente desarrollar curas para la enfermedad que causa. Las colecciones científicas también han sido fundamentales para comprender cambios en el ambiente e identificar el impacto de actividades humanas en la biodiversidad: fue gracias al estudio de especímenes que se logró determinar que el insecticida DDT estaba teniendo efectos nocivos sobre el grosor de la cáscara de los huevos de aves rapaces en Norte América, lo que a su vez estaba causando disminuciones en el tamaño de sus poblaciones.

Este tipo de descubrimientos, dijeron los autores, es la esencia de las colecciones biológicas: pueden ser empleadas para fines que los colectores originales jamás imaginaron. Por ejemplo, en el Museo de Historia Natural Andes, de la Universidad de los Andes, actualmente se están usando métodos modernos de análisis para estudiar especímenes recolectados por Cornelis Marinkelle hace más de 50 años, cuando dichos métodos ni siquiera existían.

Con el desarrollo creciente de nuevas tecnologías, el potencial para hacer uso de los especímenes en ciencia básica y aplicada es cada vez mayor. Este potencial, combinado con las amenazas crecientes a las que se enfrentan las especies silvestres y con la necesidad de comprenderlas, sugiere que la necesidad de recolectar especímenes científicos éticamente y diseminar la información que proveen nunca ha sido mayor.

"El Museo de Historia Natural Andes es una parte integral del Departamento de Ciencias Biológicas, con colecciones de alto valor científico que apoyan actividades de investigación y docencia de profesores de la Universidad", explicó su director, Andrew Crawford.

El museo cuenta con más de 30.000 especímenes; la mitad de ellos son insectos, el grupo más diverso del planeta. Una parte importante del museo es su herbario, que alberga cerca de 7.000 especímenes botánicos producto del trabajo de campo de una generación de profesores y sus estudiantes uniandinos.

La colección de corales marinos es internacionalmente reconocida por su diversidad y calidad, incluyendo material tipo, es decir el material en el cual se basó la descripción original de una especie. En total el museo cuenta con 43 especímenes tipo en varias colecciones, incluyendo la de ranas amazónicas.

"El museo documenta no solo el mundo visible, sino también el invisible -explicó Crawford-. Tenemos un cepario de bacterias y de microhongos y un banco de muestras de tejidos biológicos congelados como fuente de información genética, la cual representa una nueva frontera de exploración de la biodiversidad colombiana".

El museo está abierto para ser visitado por investigadores de todo el mundo y se está trabajando para tener bases de datos de especímenes completas de acceso libre en Internet.

"Es importante que la sociedad reconozca el valor de las colecciones científicas para la investigación y conservación de la biodiversidad", indicó Silvia Restrepo, decana de la Facultad de Ciencias.

"El Museo de Historia Natural Andes cuenta con colecciones invaluables que debemos mantener y hacer crecer con mucha responsabilidad, especialmente en vista de la nueva legislación sobre colecciones que ayudamos a impulsar desde la Universidad junto con colegas de otras instituciones y el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial".

Restrepo también señaló que el Museo "juega un papel fundamental en la misión educativa de la Universidad en términos de la formación de estudiantes en ciencias naturales".