Nunca es tarde para aprender: la educación en la vejez
José Gustavo López, de 83 años, estudia inglés desde hace tres. Él es un reflejo de la creciente necesidad de transformar la educación para que más personas sigan aprendiendo a lo largo de la vida.“Antes veía a un extranjero, más que todo americano, y me achicaba. Ahora, me encanta decir: ’Hello, how do you feel?’, y así empiezo a hacerle la charla”.
José Gustavo López cumplió 83 años este 2024. Estudia inglés y tiene claro que nunca es tarde para aprender.
Aunque no logró terminar la primaria, se formó en soldadura y metalurgia. Es aficionado al cine, sobre todo a las películas de vaqueros. Tal vez fue ese gusto de niño el que lo motivó a querer entender lo que se decía en esas historias de ficción ‘gringas’.
“Siempre quise aprender inglés porque me gustaban las películas del viejo oeste y quería entenderlas”, comenta.
Luego de cumplir los 20, se compró una camioneta para hacer trasteos, y en su tiempo libre, mientras esperaba algún servicio, la convertía en su aula. Con un par de libros sobre el asiento, pasaba horas estudiando, y cuando subía algún cliente extranjero, no dudaba en practicar su inglés, improvisando conversaciones mientras recorrían las calles.
Después de varios años, a sus 79, don José decidió que era momento de formalizar su aprendizaje. Ingresó al curso de inglés We Learn Together, que el Programa Progresa Fenicia ofrece a la comunidad vecina de la Universidad de los Andes. “No me importa estudiar con jóvenes de 45 años, porque puedo tener una educación más organizada que cuando lo hacía por mi cuenta”, asegura con entusiasmo.
El caso de José refleja la creciente necesidad de transformar la educación para que acompañe a más personas a lo largo de la vida.
La vejez; una oportunidad
Se estima que para 2050, 22 % de la población global tendrá más de 60 años. Esto significa que superará por primera vez a la población de entre 10 y 24 años. Este cambio demográfico plantea desafíos importantes para las sociedades, que deben dar mejores oportunidades de educación a las personas de la tercera edad y mantenerlos activos, afirmó Juliana Gómez Corredor, profesora de la Facultad de Arquitectura y Diseño, durante el taller Imaginando Futuros de Educación para Personas Mayores - ERA – 2048 realizado Los Andes.
Gómez, quien también es investigadora sobre vejez, sostiene que es necesario cambiar la forma en que se entiende esta etapa de la vida. Según ella, la vejez no representa el fin de la productividad, sino una fase de reinvención y crecimiento, donde la sabiduría acumulada a lo largo de los años puede tener un impacto social significativo. En lugar de considerar a la tercera edad como un periodo de aislamiento, propone verla como una oportunidad para que los adultos mayores permanezcan activos y continúen haciendo valiosas contribuciones a la sociedad.
“Estudio porque, para mí, es una terapia. Me ayuda a mantener la mente despejada y ocupada”.
José Gustavo López (83 años)
La andragogía: un enfoque para la educación en la vejez
Juliana Gómez subraya que algunos programas educativos no están basados en las necesidades e intereses de los adultos mayores. La falta de metodologías adaptadas para esta población es una barrera.
La educación tradicional está centrada en la pedagogía, que no siempre es adecuada para los mayores. En su lugar, debería adoptarse la andragogía, que reconoce las experiencias de vida y las formas de aprendizaje específicas de los adultos.
Uno de los principios clave de este método de enseñanza es la necesidad de saber por qué y para qué se está aprendiendo algo. A diferencia de los niños, que aceptan sin cuestionar el aprendizaje de temas como las tablas de multiplicar, los adultos requieren comprender la utilidad y el propósito de lo que estudian, ya que dedican tiempo y energía a este proceso.
Otro principio importante es el autoconcepto, donde los mayores asumen un rol más activo en su proceso formativo. En lugar de seguir un sistema educativo preestablecido, como sucede en la infancia, los adultos tienen la libertad de influir en aspectos como el formato y la duración de los cursos, tomando decisiones más alineadas con sus intereses y necesidades.
“En la andragogía, los profesores adoptan un rol más horizontal y colaborativo, actuando como pares que acompañan el proceso de aprendizaje, en lugar de seguir un modelo jerárquico como en la pedagogía tradicional”, agregó.
Los adultos mayores enfrentan numerosos obstáculos para continuar su educación. Uno de los principales es el edadismo (los estereotipos y prejuicios hacia las personas mayores).
Expresiones como «ya es muy tarde para estudiar» o «loro viejo no aprende a hablar» no solo reflejan una visión limitada, sino que desaniman a muchos a retomar su formación. Estos prejuicios generan dudas sobre la capacidad de los mayores para aprender, incluso entre ellos mismos.
Don José, por ejemplo, recibía críticas de sus vecinos cada vez que lo veían alistarse para ir a estudiar. Pero él persistió. No permitió que eso lo afectara. “No discuto con ellos, sería perder el tiempo. No importa la edad, lo que importa es el interés y no rendirse. El estudio es una forma de mantenerse vivo, activo y enérgico”, afirma con convicción.
"Ahora me dicen: ‘Pero usted tiene un inglés del Far West’".
José López
En imágenes el ‘Taller Imaginando Futuros de Educación para Personas Mayores - ERA – 2048’.
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