Clase a la casa: Ecología política con ojos feministas
En este capítulo se abre un diálogo sobre el género como un articulador del orden social y ambiental y una forma de sacudir lógicas de dominación.Diana Ojeda, geógrafa feminista, ecóloga política y profesora del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider), se sumergió en las plantaciones de palma en los Montes de María para explorar el despojo. Una investigación colaborativa que le ha permitido reconocer que todo lo que ocurre con el medio ambiente no es ajeno a dinámicas sociales, políticas o culturales.
Se trata de un trabajo en el marco de la ecología política, que a través del feminismo le ha permitido resaltar la mirada y la perspectiva de las mujeres. Ojeda es la invitada de un nuevo capítulo del podcast Clase a la casa, a propósito de la Convención Nacional Feminista que se desarrolló en abril y que convocó a mujeres de todas las regiones.
En este episodio también participaron Tatiana Andia, directora de la Escuela de Posgrados de la Facultad de Ciencias Sociales y Ana María Otero-Cleves, profesora del Departamento de Historia.
Sobre la mesa se puso el tema del género como un articulador poderoso del orden social y ambiental, que sacude las lógicas extractivistas, militaristas y muchas formas de dominación.
El trabajo del despojo en los Montes de María implicó para la investigadora entender que el mismo no era solo el momento del robo de la tierra, sino que tiene muchas escalas y tiempos. Verlo como un asalto a la reproducción social que atraviesa también la capacidad de sostener la vida, una buena vida.
Y es que, aunque el cuidado y la reproducción social parezcan no tener valor, es precisamente ese lugar desde donde se pueden transformar las cosas, cuenta la geógrafa. Es el espacio poderoso donde se puede subvertir la lógica.
La mirada feminista le ha permitido a Ojeda encontrar cómo la violencia sexual que han sufrido las mujeres en estos territorios no empezó con la presencia de paramilitares, sino que se trataba de una historia larga que hace parte de un continuo de violencias que han vivido en sus casas, en su comunidad y en los movimientos.
A través de las filas de cultivos de palmas de aceite, la mirada de Ojeda también ha podido indagar en los regímenes de trabajo que implica para estas mujeres las plantaciones, la lógica entre empleadas y patrones e, incluso, las lógicas de militarización.
Además de los efectos de vivir y trabajar con los cultivos de palma y con industrias que contaminan las aguas. Una realidad que tiene impacto en los cuerpos de las mujeres y que ya está generando problemas reproductivos, digestivos y dérmicos.
¿Cómo buscarles una salida a estas problemáticas, a esta desigualdad? Se pregunta la profesora Tatiana Andia. A lo que Ojeda contesta que uno puede darse el lujo del pesimismo, pero no quedarse ahí, sino actuar, generar acciones:
“El cuidado es revolucionario. Finalmente es lo único que tenemos y eso quedó evidente en esta pandemia. El sistema patriarcal capitalista no espera que nos cuidemos, que nos sigamos juntando. De ahí que sea importante el trabajo colaborativo, lanzarnos a armar parches para encontrar esa energía transformadora”, agrega la académica.
En definitiva, lo colaborativo implica dialogar, poner las relaciones de poder sobre la mesa y estar revisando de forma constante los pactos.