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Así se vivió la jornada de voluntariado en la cárcel La Modelo

Personas privadas de la libertad recibieron atención médica y capacitación en primeros auxilios de la comunidad uniandina.
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Un grupo de 29 personas entre estudiantes, docentes y administrativos de la Universidad de los Andes, así como algunos voluntarios externos, participaron en una brigada de salud en la cárcel La Modelo a través del Programa de Voluntariado y Grupo de Prisiones de Los Andes.

“Una vez adentro uno se da cuenta que es una acto de humanidad”, dice Nathaly Barreto, instructora de la Brigada Estudiantil, en su primera visita como voluntaria a la cárcel La Modelo. Aunque estudia Derecho, Nathaly siente que está es otra forma de ser útil, tomando su tiempo para ayudar a quiénes lo necesitan.

La capacidad de cárcel La Modelo es de 3.081 personas y actualmente tienen alrededor de 5.000, lo que evidencia una sobrepoblación que dificulta la cobertura y atención en salud, seguridad y servicios que necesitan los internos en el proceso de resocialización.

El voluntariado que asume cada uno de los miembros de la Brigada Estudiantil Uniandina se ha convertido para ellos en una labor de empatía, dignidad y altruismo.

“Es muy valioso tener la oportunidad de llevar médicos, odontólogos y fisioterapeutas a un centro penitenciario, ya que es una forma de mejorar las condiciones de reclusión, teniendo en cuenta que es una población que no recibe salud ni recibe acceso a justicia de forma común”, afirma Mario Andrés Torres, abogado y asesor del Grupo de Prisiones.

Durante esta jornada se atendieron 308 personas privadas de la libertad. A ellos se les ofrecieron servicios en especialidades como odontología y medicina general, también se hicieron test de tuberculosis y desparasitación y, además, se dio una capacitación en atención de primeros auxilios.

La brigada se dividió en diferentes puntos del penal: en las bodegas norte, la Brigada Estudiantil realizó las capacitaciones en primeros auxilios que impactaron alrededor de 50 personas.

En el estudio de la emisora Modelo Estéreo se dió un taller de locución y en el patio 4, donde conviven delincuentes comunes y reincidentes, se instalaron odontólogos, fisioterapeutas y médicos generales.

Los voluntarios concuerdan en que este tipo de prácticas se deben volver comunes en diferentes centros carcelarios de Bogotá y que, a su vez, generen conciencia y cultura ciudadana.

De hecho, esta es la segunda visita que se realiza a un centro carcelario para atender a personas privadas de la libertad. La primera se hizo a la cárcel La Picota donde se entregaron donaciones de botiquines de primeros auxilios y, próximamente, se espera visitar la cárcel de mujeres El Buen Pastor.

La capacitación de primeros auxilios se concentró en la atención de heridas con objetos cortopunzantes y armas de fuego, asimismo se instruyó en formas de inmovilizar en caso de fracturas o caídas, cómo atender desmayos y RCP (reanimación cardiopulmonar) ya que son situaciones que esta población enfrenta a diario en su contexto de reclusión.

“Cuando ellos agradecen, ese es como el pago para nosotros porque uno sabe que les está enseñando algo que les sirve y les puede salvar una vida dos horas después de que nosotros salgamos de la cárcel”, cuenta David Vázquez, voluntario de la Brigada Estudiantil, y uno de los brigadistas más antiguos del equipo.

Mientras que Juan Andrés Rodríguez dice que lleva 7 años participando de programas de voluntariado y es algo que le mueve las fibras porque necesita invertir su tiempo en alguien que sabe que lo va a aprovechar.

Los participantes fueron muy receptivos y se les notaba que querían aprender. “Me encanta la idea de seguir yendo a otras cárceles porque es compartir conocimiento y es fundamental que todas las personas reciban una capacitación en primeros auxilios independientemente de su condición”, añadió Rodríguez.

Conozca y participe en el Programa de Voluntariado Uniandes AQUÍ.

Con el tiempo, las visitas de sus familiares dejan de ser frecuentes, la rutina se convierte en un infierno dentro de cuatro muros y ver rostros nuevos los inquieta. El voluntariado es lo más cercano a una visita donde los motivan y les ayudan a mejorar una parte de sus vidas.

La jornada dejó rostros contentos y agradecidos por no ser olvidados, además, se dejaron unas bases plantadas para que ellos mismos formen brigadas de emergencias dentro del penal y así se puedan cuidar unos con otros, sin importar por qué están allí.